viernes, 29 de noviembre de 2019

Hora Santa en reparación por evento satánico y por cierre de capilla en la Universidad Complutense de Madrid 291119



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado para una doble reparación: por un evento satánico a realizarse en la Universidad Complutense de Madrid y por el cierre de la capilla de la misma Universidad, para impedir que se rece un Rosario en reparación. Para mayor información acerca de estos dos lamentables hechos, se puede consultar el siguiente enlace:


Canto inicial: “Tantum ergo, Sacramentum”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

         Uno de los divinos dones del Espíritu Santo que vienen concedidos con la gracia es el don de sabiduría, que “sirve para que el alma conozca a Dios y sus divinos atributos”[1]. Junto con este, viene el don de ciencia, que permite conocer a las creaturas para usarlas bien y hacer de ellas un juicio acertado; el don entendimiento es para penetrar los misterios divinos; el don de consejo es para usar con prudencia en orden al bien obrar, todos estos divinos dones. Estos dones consuman una prudencia divinísima y perfeccionan la parte intelectiva del hombre con las virtudes que en ella están.

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

         Los otros tres dones del Espíritu Santo perfeccionan la fortaleza, la templanza y la justicia, es decir, la parte apetitiva y las virtudes que ella viven[2]. El don de fortaleza perfecciona el apetito irascible y la virtud de la fortaleza, lo cual hace dejar de lado los temores mundanos y los respetos humanos. El don de temor de Dios perfecciona a la virtud de la templanza, con la cual el hombre refrena su apetito y deseos desordenados. El don de piedad, a su vez, perfecciona a la voluntad y a la justicia, para querer el Bien Absoluto y obrar según este mismo Bien, que es divinísimo.

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

         En el alma que está en gracia y si ella no lo estorba, el Espíritu Santo está obrando de continuo su santidad y perfección, por medio de sus dones, los cuales consuman la perfección y el edificio espiritual del alma[3]. San Anselmo y también Dionisio Cartujano afirman que “el primero de estos dones, es el temor del Señor. Este don pone al Espíritu Santo por cimiento en el campo de nuestra alma, cimiento sobre el cual se construye el edificio espiritual del alma. Lo primero que hace el Espíritu Santo es hacer que el hombre tema el ser atormentado por los demonios”[4], por lo cual inculca una gran aversión al pecado y sobre todo al pecado mortal.

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

         Luego del temor de Dios, coloca el Espíritu Santo el don de piedad, inspirando al alma temerosa de Dios la compasión de sí y de los prójimos, dándole a conocer cuán miserable será si se apartare de Dios y fuere condenada al Infierno[5]. Por eso se dice en el Eclesiástico: “Ten misericordia de tu alma agradando a Dios”[6]. Y en otra parte se dice: “El varón misericordioso hace bien a su alma”. Y así, con mucha razón, se sube al don de la piedad por medio del don del temor de Dios.

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

         Sostiene un autor que “sobre el don de piedad está el don de ciencia, porque temiéndose y compadeciéndose de manera que busque el camino de la salvación, le comunica el Espíritu Santo su conocimiento. Sobre el don de ciencia, viene el de fortaleza, para que el alma ejecute lo que aprendió que es bueno, para la salvación; a este don se añade el de consejo, para que así el alma aprenda del Espíritu Santo el temor piadoso y lo que se ha de hacer según el último fin, que es la salvación del alma y según  los consejos divinos; luego viene el don de entendimiento, para que el hombre entienda por qué debe hacer unas cosas y evitar otras y que de sólo Dios debe esperar galardón y premio. Finalmente, concede el Espíritu Santo el don de sabiduría para que lo que se conoce con el don de entendimiento sea sabroso y dulce con el don de la sabiduría y así, sólo por amor de la justicia y santidad siga el alma lo que entiende que debe seguir”[7] para salvarse y evitar la eterna condenación.

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.




[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 290.
[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 290.
[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 291.
[4] Anselm., lib. De Similit.; Dion., tract. 1, art. 12.
[5] Cfr. Nieremberg, ibidem, 291.
[6] 30, 24.
[7] Cfr. Nieremberg, ibidem, 291.

miércoles, 27 de noviembre de 2019

Hora Santa en reparación por profanación de Hostias consagradas en Goya, Argentina 251119


Profanación en Capilla Inmaculada Concepción. Crédito: Capilla Inmaculada Conepción.

Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación y desagravio por la profanación eucarística ocurrida en una capilla dedicada a la Inmaculada Concepción en la ciudad de Goya, Corrientes, Argentina. Para mayor información acerca del lamentable hecho, consultar el siguiente enlace:


         Canto inicial: “Oh Buen Jesús, yo creo firmemente”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

         Los dones del Espíritu Santo que se reciben con la gracia son –afirma un autor- “unas calidades soberanas que nos disponen para oír las inspiraciones del Santo Espíritu de Dios y nos ayudan a movernos según sus divinas inspiraciones”[1]. La diferencia con las virtudes infusas es que estas últimas se dan para obrar excelentemente, por propia elección, según el libre y propio arbitrio –aunque siempre ayudados por la gracia-, mientras que los dones el Espíritu Santo son para obrar, movido el hombre por el Espíritu de Dios, según el Querer de este Santo Espíritu.

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

         El profeta Isaías significó el bien de los que están en gracia cuando pregunta: “¿Quiénes son éstos que, como nubes vuelan y como palomas?”[2]. Con las palomas representa las virtudes y con las nubes, los dones del Espíritu Santo. Esto lo dice porque los siervos de Dios, los que están movidos por la gracia, han de “ser levantados del mundo y no han de andar por la tierra, sino volar vecinos al cielo” y así los compara con las palomas voladoras y las nubes, porque cuando obran por las virtudes sobrenaturales vuelan como las palomas y cuando obran por los dones del Espíritu Santo, son como las nubes que, sin voluntad propia, movidas por el viento y elevadas con impulso exterior, se encuentran en una posición más alta[3]. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que nuestro obrar esté siempre guiado por las virtudes y los dones del Espíritu Santo!

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

         Santo Tomás afirma que en el hombre hay dos principios con los que puede obrar virtuosamente: uno interior, que es la razón; otro, que no es del hombre, sino algo fuera de él, que viene de Dios. Entonces, así como se necesitan las virtudes para que el hombre se mueva según la razón, así se necesitan los dones de Dios para que el hombre se mueva según Dios y esto lo proporciona la gracia santificante[4]. Estas altísimas perfecciones que son los dones de Dios son los dones del Espíritu Santo que con la gracia son concedidos.

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

         Al serle concedidos los dones del Espíritu Santo, estos disponen al hombre para actos más excelentes y heroicos que los de las virtudes solas; por los dones, se mueve con más facilidad y alegría que para con las virtudes. Esto, porque en las obras sobrenaturales no ha de faltar un modo de obrar por las virtudes infusas ordinarias y otro más excelente y divino por los dones del Espíritu Santo, que es un movimiento más por instinto divino que por elección humana[5]. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que siempre seamos dóciles a las mociones del Espíritu Santo!

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

         Los divinos dones del Espíritu Santo son siete, cuatro intelectuales, necesarios para ilustrar el entendimiento y tres para la voluntad, para que ésta ejecute obras excelentes  y divinísimas[6]. Es este obrar con los dones del Espíritu Santo –y además con las virtudes infusas- que concede la gracia, lo que distingue a justos de pecadores, a santos de hombres vulgares y es lo que le concedió, a los santos, el ganar el Reino de los cielos para toda la eternidad.

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 288.
[2] Cfr. Is 60.
[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 288.
[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 289.
[5] Cfr. Nieremberg, ibidem, 289.
[6] Cfr. Nieremberg, ibidem, 290.

sábado, 23 de noviembre de 2019

Hora Santa en reparación por ultraje a imagen de la Divina Misericordia y atentado contra el sagrario en Nicaragua 211119



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el ultraje cometido contra una imagen de la Divina Misericordia y por la profanación de un sagrario en Nicaragua: tanto la imagen de Jesús Misericordioso como el sagrario, ambos recibieron disparos de bala por parte de enardecidos manifestantes socialistas. Para mayor información, se puede consultar el siguiente enlace:

Canto inicial: “Cantemos al Amor de los amores”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

Además de la caridad y de las virtudes infusas, la gracia trae al alma algo impensado: los dones del Espíritu Santo. Escribe un autor: “Así como por el alma recibe el hombre el ser natural, así también por la gracia recibe el ser espiritual y divino. Y como de una simple esencia del alma nacen las potencias, de la misma manera surgen de la gracia virtudes y dones”[1]. Es decir, el Espíritu Santo entra en el alma en gracia, colmándola de sus riquezas celestiales, que son sus dones.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

El Profeta Isaías nos encomienda la santidad de Cristo Nuestro Señor y la significa por la posesión de estos divinos dones, como una gran cosa y dice así: “Saldrá una vara de la raíz de Jesé y una flor subirá de su raíz, sobre la cual reposará el Espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y de entendimiento; espíritu de consejo y de fortaleza; espíritu de ciencia y de piedad y le henchirá el espíritu de temor del Señor”[2]. Ahora bien, lo que dice el Profeta como gran alabanza del Hijo de Dios, esto se da, de manera participada, por ser algo tan grande la gracia, a todos los que la tienen[3].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

En el que tiene la gracia viene el Espíritu del Señor y les infunde estos siete dones divinísimos, de los cuales, dice Job, “no sabe el hombre su precio, ni se halla en la tierra de los que viven regaladamente. El abismo dice: No está en mí; y el mar habla: No está conmigo. No se pagará dando por él oro finísimo, ni con pesar plata por su trueco (…) No le llega el oro, ni el diamante, ni aparadores de oro son dignos de trocarse por él. Tráese la sabiduría de lo oculto”[4]. Con todas estas figuras quiso significar que el Espíritu Santo es este don que es de suyo incomparablemente más valioso que si alguien recibiera todas las riquezas del mundo.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Con la gracia se recibe al Espíritu Santo y a sus dones, lo cual es una dicha incomparable para el justo, más que si recibiera para su uso toda la riqueza del universo. Afirma un autor que “el don del Espíritu Santo fue significado en el candelabro de oro de siete brazos, tal como le fue revelado a Moisés[5]; el candelabro tenía siete cirios, los cuales representaban los siete dones del Divino Espíritu de Dios, ardiendo todo el día en el acatamiento divino. Este hermoso candelabro era limpísimo y de oro purísimo y de este material eran las lamparillas en las que estaban los cirios, porque el alma para llegar a tener estos dones ha de estar limpia por la gracia y debe tener la caridad de Dios, significada por el oro”[6].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Los dones del Espíritu Santo que vienen al alma con la gracia disponen al alma a escuchar a este Santo Espíritu y también la capacitan para que sea dócil a sus mociones. Esto, dice Santo Tomás, es porque mientras las virtudes se dan para obrar libremente por el propio arbitrio, aunque siempre ayudado por la gracia, los dones son para obrar, movido el hombre por el Espíritu Santo, para obedecer su inspiración y un ejemplo de esto los tenemos en los santos Macabeos y en muchos santos hebreos más, que con tal de no infringir la Ley de Dios, no dudaron en ofrecer sus vidas terrenas, para así conquistar la vida eterna, y lo mismo sucede con todos los mártires de todos los tiempos: todos obraron movidos por el Espíritu Santo, por medio de sus dones divinísimos. Por los dones, el alma se mueve por el Espíritu Santo así como la nave, desplegadas sus velas, se mueve por el viento[7].

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 286.
[2] Cfr. Cap. 11.
[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 287.
[4] 28, 13.
[5] Éx 25.
[6] Cfr. Nieremberg, ibidem, 288.
[7] Cfr. Nieremberg, ibidem, 288.