viernes, 8 de noviembre de 2019

Hora Santa en reparación por celebración de Misa sacrílega en Málaga España 051119



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por una misa sacrílega celebrada en Málaga, España. El sacrilegio consistió en que la Santa Misa fue concelebrada por una “reverenda” anglicana, lo cual está estrictamente prohibido. Para mayor información acerca del lamentable suceso, consultar el siguiente enlace:


Canto inicial: “Tantum ergo, Sacramentum”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

         Enseña Santo Tomás que la caridad no es el mismo Espíritu Santo, sino una participación divinísima del Espíritu Santo[1]. Por esto mismo Dionisio Cartusiano la llamó “preciosísimo bálsamo de la divinidad y semejanza sobrenatural del Espíritu Santo”[2]. Porque así como la gracia es participación de la naturaleza divina, que es el mismo Dios, así la caridad es participación del Amor Divino, que es el Espíritu Santo[3].

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.  

Segundo Misterio.

Meditación.

         Así como el Amor Divino procede de Dios, así la caridad procede de la gracia, porque como es propio de la naturaleza divina tener amor, así lo es de la gracia la caridad, cuyo hábito es una excelentísima potencia debida a la gracia, como una nueva y divina naturaleza del hombre justo para obrar una acción y movimiento divino, proporcionado a su ser y estado divino. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que siempre obremos según la caridad que nos infunde tu Hijo Jesús en la Sagrada Comunión!

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

         El cristiano ha sido convertido, en Cristo, una nueva creatura y en un nuevo hombre, muy superior en dignidad y majestad al hombre meramente natural, sin la gracia. Por eso mismo, el cristiano, en cuanto nuevo hombre que participa de la vida de Dios Uno y Trino, no debe tener otro motor de su movimiento que no sea el Amor de caridad. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que el pecado no reine en nosotros, para que podamos agradar a Dios con la caridad!

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Cuando el cristiano pecador acude al sacerdote en el Sacramento de la Confesión, se levanta al salir de éste habiendo recibido la gracia y con ella una nueva y divina naturaleza. Por esto mismo, no ha de tener otra acción más conveniente a su ser divino, que no sea el Amor de Dios, porque para eso es que le infunden, junto con la gracia, la caridad, al tiempo que se lo habilita para tan alta obra. No puede el hombre, así nacido por la gracia a su nueva condición, permanecer ocioso en su nuevo estado y por lo tanto debe obrar la misericordia corporal y espiritual, tal como lo exige su nuevo estado[4].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

         Si los hombres no pusiesen estorbo a la divina inclinación de la gracia, el Amor de Dios fluiría, como una divina corriente de amor, entre todos los hombres. Dice Santo Tomás que “ninguna virtud tiene tanta inclinación a su acto como la caridad y ninguna obra tan deleitablemente”[5]. Esto significa que ninguna virtud, como la caridad, se inclina hacia el Amor de Dios, ni tampoco llega a Él para probar su divino deleite, como lo hace la caridad[6]. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que por la Comunión Eucarística arda siempre en nuestros corazones el fuego del Amor de Dios!

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

”Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.


[1] S. Tom., art. 3, ad 3.
[2] S. Dionis. Cart., lib. De Element. Theolog., proposit. 1, 52.
[3] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 273.
[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 274.
[5] Art. 2 in corp.
[6] Cfr. Nieremberg, ibidem, 274.

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