domingo, 31 de julio de 2022

Hora Santa en reparación por incitación a la violencia por parte de la falsa devoción a la Pachamama, Argentina 310722

 

Devoción demoníaca al ídolo pagano llamado "Pachamama".


Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo meditado del Santo Rosario en reparación por la incitación a la violencia y a la rebelión por parte de la devoción demoníaca a la Pachamama, pseudo-devoción aparecida en Río Negro, Argentina. Entre otras cosas, se puede ver, en la imagen de esta devoción demoníaca, a las figuras del Papa y de un sacerdote católico, ambos con ornamentos religiosos, pero reducidos a esqueletos cadavéricos, con lo cual se da a entender que esta devoción falsa y satánica a la Pachamama se persigue, entre otras cosas, la desaparición de la Iglesia Católica.

Canto inicial: “Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

San Cirilo de Alejandría, Padre de la Iglesia, se vale de tres imágenes para ilustrar la fusión de amor con Jesús en la Santa Comunión: “El que comulga está santificado, divinizado en su cuerpo y en su alma a la manera del agua que, puesta sobre el fuego, hierve… La Comunión actúa como la levadura, que metida dentro de la masa de harina la fermenta toda… De la misma manera que calentando juntos dos pedazos de cera, la cera de ambos se convertirá en una sola masa de cera, así yo creo quien se alimenta de la Carne y de la Sangre de Jesús, queda fundido de la misma forma con Él y se encuentra que está él en Cristo y Cristo en él”[1].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

A su vez, Santa Gema Galgani hablaba con asombro de la unión eucarística entre “Jesús todo y Gema nada” y exclamaba extasiada: “¡Cuánta dulzura, Jesús, en la Comunión! Quiero vivir abrazada contigo, contigo abrazada quiero morir”. Y el Beato Contardo Ferrini escribía: “¡La Comunión! ¡Oh, dulces caricias del Creador con la creatura! ¡Oh, inefable elevación del espíritu humano! ¿Qué cosa tiene el mundo que se pueda comparar con estas alegrías purísimas del Cielo, con estas muestras de la gloria eterna?”[2].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Además de la unión con el Hijo de Dios, Jesucristo, la Comunión une al alma con las otras Personas Divinas de la Trinidad, el Padre y el Espíritu Santo: un día, Santa María Magdalena dei Pazzi, después de la Comunión, arrodillada entre las novicias, con los brazos en cruz, alzó los ojos al cielo y dijo: “Hermanas, si comprendiéramos que el tiempo que duran en nosotros las especies eucarísticas Jesús está presente y actúa en nosotros inseparablemente con el Padre y con el Espíritu Santo, y que, por tanto, es toda la Trinidad Santísima…” y no pudo terminar de hablar porque fue arrebatada en un éxtasis sublime[3].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio. 

Meditación.

Los santos, en cuanto podían, no ponían límites al tiempo de acción de gracias, que llegaba a durar incluso más de una hora. Santa Teresa de Jesús recomendaba a sus religiosas: “Entretengámonos cariñosamente con Jesús y no perdamos la hora que sigue a la Comunión: es un tiempo excelente para tratar con Dios y para presentarle los intereses de nuestra alma… Porque sabemos que Jesús bueno se queda con nosotras hasta que el calor natural haya consumido los accidentes del pan, debemos tener gran cuidado en no perder tan bella ocasión de tratar con Él y presentarle lo que necesitamos”[4].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

San Francisco de Asís, Santa Juliana Falconieri, Santa Catalina, San Pascual, Santa Verónica, San José de Cupertino, Santa Gema y tantos otros, inmediatamente después de la Santa Comunión caían casi siempre en éxtasis de amor; y entonces, el tiempo para ellos transcurría a toda velocidad, por lo que horas en unión con Jesús Eucaristía les parecía apenas un segundo. También Santa Teresa de Jesús caía en éxtasis casi siempre inmediatamente después de comulgar, de manera que, según se narra en su biografía, a veces había que sacarla a la fuerza del comulgatorio de monjas[5].

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 



[1] Cfr. Estéfano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Testimonio de Autores Católicos Escogidos, Madrid 2006, 68.

[2] Cfr. ibidem, 68.

[3] Cfr. ibidem, 69.

[4] Cfr. ibidem, 69.

[5] Cfr. ibidem, 69.

jueves, 28 de julio de 2022

Hora Santa en reparación por sacrilegios cometidos en diversas Santas Misas 280722

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por los sacrilegios y profanaciones ocurridos durante diversas celebraciones de la Santa Misa. Para mayores datos, consultar el siguiente enlace:

https://www.youtube.com/watch?v=BdB1wNGTp0A

Canto inicial: “Cantemos al Amor de los amores”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

Afirma un autor que, aquel que está en gracia, puesto que ha nacido a la vida de los hijos de Dios, debe ocuparse solo de amar a Dios, alejándose de todo lo que lo aleje del Amor de Dios. Así, “a Dios ha de amar, de Dios sólo se ha de gozar, con Dios se ha de alegrar, a Dios ha de desear”[1]. Nada que no sea para la gloria, la adoración, la honra y la alabanza de Dios Uno y Trino ha de desear, pensar, querer y obrar, aquel que es hijo de Dios por la gracia santificante.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Continúa el mismo autor: “Dios es inmenso, infinitamente más grande que nuestro corazón y todos sus afectos no alcanzan ni a una ínfima parte de su infinita Bondad Divina y así debe ensancharse el alma y dilatarse con los deseos, amándole cuanto se puede desear y deseándole amar más de lo que pueda amarle”[2].

 Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

         Puesto que Dios es Amor Eterno e Infinito, no puede haber en nosotros otro amor que no sea el Amor a Dios y si algo amamos que no sea Dios, debe ser en Dios, por Dios y para Dios. Dice así este autor: “La amabilidad de Dios es en sí infinita, su beneficencia inmensa, su liberalidad sin medida ni tasa, no puede haber en nosotros amor proporcionado, ni el agradecimiento justo, ni correspondencia igual”[3]. Es por esto que, para amar a Dios Trino como se lo merece, debemos pedir el don del Espíritu Santo.

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio. 

Meditación.

         El Amor a Dios debe ser la ocupación y la preocupación de todo el día del bautizado que vive con la vida nueva de la gracia. Así lo hacía el Profeta Isaías (26, 8), que dice al Señor: “Tu nombre y memoria está en el deseo de mi alma; mi alma te desea de noche y con mi espíritu y de todas mis entrañas volaré a Ti por la mañana”.

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

         Así como Cristo Dios tuvo sed de nuestras almas en la cruz –es lo que quiso significar cuando crucificado dijo: “Tengo sed”-, así el alma debe tener sed de Dios. Eso es lo que decía el rey David, que tenía “sed de Dios”, “como un ciervo sediento desea las aguas” y por ese deseo de Dios no cesaba de “llorar noche y día”, sustentándose con “pan de lágrimas”. Estos deseos, dice un autor, agradan mucho a Dios y por eso el ángel llamó a Daniel “varón de deseos” y con ellos alcanzó ser oído por el cielo. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, haz que nuestros corazones ardan en el deseo de amar a tu Hijo Jesús en la Eucaristía!

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Cantad a María, la Reina del cielo”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 533.

[2] Cfr. ibidem, 533.

[3] Cfr. ibidem, 533.

martes, 26 de julio de 2022

Hora Santa en reparación por profanación de la Santa Misa celebrada en el mar en Italia 240722

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el increíble sacrilegio y espantosa profanación cometidos contra la Santa Misa en Italia, por parte de un sacerdote, al “celebrar” la misma en traje de baño y sumergido en el mar.

Canto inicial: “Cristianos, venid, cristianos, llegad”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

          San Cirilo de Alejandría, Padre de la Iglesia, se vale de tres imágenes para ilustrar la fusión de amor con Jesús en la Santa Comunión: “El que comulga está santificado, divinizado en su cuerpo y en su alma a la manera del agua que, puesta sobre el fuego, hierve… La Comunión actúa como la levadura, que metida dentro de la masa de harina la fermenta toda… De la misma manera que calentando juntos dos pedazos de cera, así yo creo que quien se alimenta de la Carne y la Sangre de Jesús, queda fundido de la misma forma con Él y se encuentra que está él en Cristo y Cristo en él”[1].

          Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

          Por eso, Santa Gema hablaba con asombro de la unión eucarística entre “Jesús y Gema toda”, y exclamaba extasiada: “¡Cuánta dulzura, Jesús, en la Comunión! Quiero vivir abrazada contigo, contigo abrazada quiero morir”. Y el Beato Contardo Ferrini escribía: “¡La Comunión! ¡Oh, dulces caricias del Creador con la creatura! ¡Oh, inefable elevación del espíritu humano! ¿Qué cosa tiene el mundo que se pueda comparar con estas alegrías purísimas del Cielo, con estas muestras de la gloria eterna?”.

          Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

          Piénsese también en el valor trinitario de la Santa Comunión. Un día, Santa María Magdalena dei Pazzi, después de la Comunión, arrodillada ante las novicias, con los brazos en cruz, alzó los ojos al cielo y dijo: “Hermanas, si comprendiéramos que el tiempo que duran en nosotros las especies eucarísticas Jesús está presente y actúa en nosotros inseparablemente con el Padre y el Espíritu Santo y que, por tanto, es toda la Trinidad Santísima…” y no pudo terminar de hablar porque fue arrebatada en éxtasis sublime.

          Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio. 

Meditación.

          Por eso los santos, cuando podían, no ponían límite al tiempo de la acción de gracias, que llegaba a durar incluso más de una hora. Santa Teresa de Jesús recomendaba a sus hijas: “Entretengámonos cariñosamente con Jesús y no perdamos la hora que sigue a la Comunión: es un tiempo excelente para tratar con Dios y para presentarle los intereses de nuestra alma… Porque sabemos que Jesús bueno se queda con nosotros hasta que el calor natural haya consumido los accidentes del pan, debemos tener gran cuidado en no perder tan bella ocasión de tratar con Él y presentarle lo que necesitamos”.

          Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

          San Francisco de Asís, Santa Juliana Falconieri, Santa Catalina, San Pascual, Santa Verónica, San José de Cupertino, Santa Gema y tantos otros, inmediatamente después de la Santa Comunión caían casi siempre en éxtasis de amor; y entonces, el tiempo ¡sólo lo medían los Ángeles! También Santa Teresa de Jesús estaba en éxtasis casi siempre inmediatamente después de comulgar y a veces ¡había que sacarla a la fuerza del comulgatorio de las monjas!

          Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al Cielo iré y la contemplaré”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 



[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Testimonio de Autores Católicos Escogidos, Madrid 2006, 68ss.

jueves, 7 de julio de 2022

Hora Santa en reparación por comunión sacrílega de la demócrata Nancy Pelosi, promotora del aborto 290622

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado, en reparación por la comunión sacrílega de la política del Partido Demócrata estadounidense Nancy Pelosi, la cual, siendo católica por el bautismo, reniega públicamente de su fe al hacer pública su postura pro-abortista. Para mayores detalles, consultar el siguiente enlace:

https://www.lavoz.com.ar/mundo/a-pesar-ser-una-publica-defensora-del-aborto-nancy-pelosi-tomo-la-comunion-en-el-vaticano/

Canto inicial: “Cristianos, venid, cristianos, llegad”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

El que ha nacido a la vida nueva de la gracia, recibida por medio del Sacramento de la Confesión, debe no solo ocuparse de no volver a la antigua vida de pecado, sino que debe dedicarse, por así decirlo, a una nueva tarea, la tarea más agradable y maravillosa que pueda un alma hacer en esta vida y en la vida eterna, y es la de amar, con todo el amor natural y sobrenatural posibles, a Dios Uno y Trino y al Cordero de Dios, Jesús Eucaristía[1].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Afirma un autor que “la caridad –esto es, el amor sobrenatural a Dios- total y fortísima, ha de ser la inclinación del nuevo hombre celestial. Esta ha de ser la pasión de la nueva y soberana creatura, porque así como la gracia es la más divina forma que recibe el alma, así ha de tener la más divina y excelente y fuerte inclinación y movimiento de todas las creaturas, que es la caridad”[2].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

El que ha nacido a la vida de la gracia, ha de amar a Dios tanto interior como exteriormente, todo lo que le sea posible, ya que en el amar a Dios Uno y Trino no hay límite y esto, la ausencia de límite en el amor de Dios, lo que quiere significar el mandamiento cuando dice que hay que amar a Dios “con toda el alma, todo el entendimiento, todo el corazón, todas las fuerzas”, esto es, con todas las potencias interiores y exteriores, espirituales, corporales y vitales[3].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio. 

Meditación.

El que es hijo de Dios por la gracia ha de amar a Dios con todo el corazón y esto quiere decir que en todo lo que busque, ha de buscar siempre a Dios o por Dios, sin tener deseo de otra cosa sino a Dios mismo y su Amor. De esta manera, el que vive la vida nueva de la gracia, debe tener la firme intención de estar en Dios, de vivir de Él y sólo de Él y de morir a todo lo que no sea de Dios Trino o no provenga de Él[4].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

“El amor es fuerte como la muerte” y San Gregorio, haciendo referencia a este hecho, hace el siguiente comentario: “Lo que la muerte hace en los sentidos del cuerpo, eso hace el amor en las concupiscencias del alma. Hay algunos que de tal manera aman a Dios, que desprecian todo lo sensible y mientras en su interior miran lo externo, se hacen insensibles para todo lo temporal. Pues en estos es “el amor fuerte como la muerte”, porque así como la muerte mata a todos los sentidos del cuerpo y los priva de su propio y natural apetito, así también es el amor en tales personas, las fuerza a menospreciar todo deseo terreno, teniendo ocupada el alma en otra cosa a que atender”[5], que es el Amor a Dios Uno y Trino y al Cordero, Jesús Eucaristía. ¿Hay algo más grandioso y hermoso que tener por oficio, por tarea, el amar a la Santísima Trinidad y al Cordero?

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al Cielo iré y la contemplaré”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 531.

[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 532.

[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 532.

[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 532.

[5] In Cant., cap. 8.

viernes, 1 de julio de 2022

Hora Santa en reparación por el asesinato de dos sacerdotes jesuitas en México 210622

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el sacrílego asesinato de dos consagrados al Señor en Chihuahua, México. Para mayores datos acerca de este lamentable suceso, consultar el siguiente enlace: https://www.infobae.com/america/mexico/2022/06/21/asesinaron-a-dos-sacerdotes-jesuitas-en-chihuahua-asociaciones-religiosas-condenaron-el-brutal-crimen/

Canto inicial: “Cristianos, venid, cristianos, llegad”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

         Afirma un autor que quien está en estado de gracia santificante, debe tener, por principal ocupación, “amar a Dios” y esto porque aun si viviera las bienaventuranzas del Evangelio, si estas no estuvieran informadas por la caridad, que es el Amor sobrenatural a la Santísima Trinidad, el Único y Verdadero Dios, ese tal no se podría llamar bienaventurado, sino desdichado, debido a que la caridad, esto es, el amar a Dios con amor sobrenatural, se sigue naturalmente a la gracia, así como al ave el volar[1].

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Afirma San Juan que “quien permanece en la caridad, permanece en Dios”, esto es, en gracia y “Dios está en él” por la misma gracia, y esto para que entienda uno que con verdadero dolor se ha confesado, que lo que ha de hacer de allí en adelante es solo amar más y más a Dios Uno y Trino, que por la gracia inhabita en su corazón, derramando continuamente su Amor y es por esto que el que está en gracia, debe tener como principal empeño el vivir en una ardiente caridad[2], en un ardiente Amor sobrenatural a la Santísima Trinidad.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

         Para quien se ha confesado con verdadero dolor de los pecados, lo que debe de hacer de allí en adelante es sólo amar y amar más a Dios Uno y Trino, empleando todo su esfuerzo en el ejercicio de la caridad. Así lo encarga el mismo Dios al alma que está en gracia, diciéndole que le “pusiese como sello sobre su corazón y sobre su brazo” (Cant 8, 6), porque no había de hacer otra cosa de allí en adelante sino amarle con el corazón y con todas sus fuerzas y obras, que se significan con el brazo, teniendo sellada su alma y cerradas sus potencias, para no salir fuera de sí a amar a otra creatura[3].

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio. 

Meditación.

         Quien por la gracia santificante ha nacido a una nueva vida, la vida divina, tiene una nueva tarea, por así decirlo, y es emplearse con todas sus fuerzas en el amor a Dios, según lo dicta el Primer Mandamiento: “Amarás al Señor Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente” (Lc 10). El amor de caridad total, sin reservas, debe ser la inclinación del hombre nuevo y celestial, el hombre nacido a la vida de la gracia, el hombre que es hijo adoptivo de Dios, que es la Gracia Increada.

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

         Así como la gracia es la forma más divina que recibe el alma, así ha de tener la más divina y excelente inclinación y movimiento de todas las creaturas, que es la caridad. Por eso dijo Salomón que “el amor de Dios es firme como la muerte” (Cant 8, 6) y lo compara al fuego, que es la fuerza más activa y el elemento más noble de todos[4]. Ahora bien, ¿dónde encontraremos ese fuego que es el Divino Amor, para amar a Dios con amor perfecto, con amor de caridad, con amor sobrenatural? Lo encontraremos en el Sagrado Corazón Eucarístico, que está envuelto en las llamas del Divino Amor y que comunica ese Divino Amor a quien lo recibe en gracia, con fe, con amor y con adoración.

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al Cielo iré y la contemplaré”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano Sevilla, s. d., 530.

[2] Cfr. ibidem, 530.

[3] Cfr. ibidem, 531.

[4] Cfr. ibidem, 531.