miércoles, 22 de julio de 2020

Hora Santa en reparación por incendio intencional de Catedral de Nantes en Francia 180720



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa en reparación por el incendio intencional de la Catedral de Nantes en Francia. Para mayor información, consultar el siguiente enlace:


Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto inicial: “Oh, Buen Jesús, yo creo firmemente”.

Inicio del rezo del Santo Rosario meditado. Primer Misterio (a elección).

Meditación.

El pecado original no solo ha corrompido nuestra naturaleza, sino que la ha hecho débil frente a sus enemigos más poderosos: la muerte, el pecado y el demonio[1]. Con respecto a este último enemigo, dice la Escritura que: “Estamos en lucha y batalla, no contra carne y sangre, sino contra los príncipes y poderíos de las tinieblas” (Éf 6). En esta guerra cruel que combatimos contra enemigos tan poderosos, por nosotros mismos estamos sin armas, sin ánimo, sin fuerzas, por lo que, queriendo Dios ayudarnos, ¿cómo es que no clamamos al Cielo a cada momento? ¿Qué otro auxilio y remedio tenemos, sino Dios Trino?

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

En su infinita misericordia, Dios nos concede gratuita y libremente, sin estar obligado a ello, las gracias que necesitamos para enfrentarnos a enemigos tan poderosos. Somos como un mendigo, de entre los más necesitados, que no puede ni debe desaprovechar el auxilio y la limosna que le conceda un poderoso caballero. Nuestra necesidad es urgente y es por esto que debemos implorar la gracia y no desaprovecharla en lo más mínimo: cuando Dios nos conceda su gracia, debemos aprovecharla en el momento y no dilatar su accionar.

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Afirma un autor que, si alguien se estuviera ahogando y hundiendo sin remedio en lo profundo del mar, si a este tal le arrojasen una espada, se asiría a ella, aunque se cortase las manos, con tal de no perecer ahogado. En situación análoga nos encontramos en este mundo, aunque peor todavía, porque si morimos sin la gracia divina, en el Infierno nos condenamos; por esta razón, aunque nos cueste sangre, debemos abrazar la divina inspiración y la luz del Cielo que nos envíe Dios[2].

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Ahora bien, lo que les concede un valor infinito a las divinas inspiraciones y santos pensamientos con los que Dios nos insta a obrar bien, no es sólo nuestra extrema necesidad, sino “lo mucho que le costaron al Hijo de Dios: para que pensemos y obremos santamente, el Hijo de Dios hubo de encarnarse, padecer, derramar su Sangre Preciosísima y morir de muerte atroz en la Cruz. En otras palabras, el precio que le costó al Hombre-Dios nuestra santidad, es infinito y por lo tanto de infinito valor y por eso no debemos desaprovechar y mucho menos despreciar las gracias que Dios nos envíe[3].

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Debemos aprovechar las gracias que Dios nos envía, pues Él castiga el desprecio de las gracias actuales. El Apóstol nos dice cómo Dios entregó a sus sentimientos errados y reprobados, a aquellos filósofos que pudieron conocer a Dios y no quisieron hacerlo; a estos tales, Dios los entregó a las concupiscencias de sus corazones, es decir, a toda inmundicia, quedando, por despreciar la bondad de la gracia, llenos sus corazones de maldad y reprobación. En el Evangelio, aquel que no ganó con el talento recibido, fue condenado: este talento significa el auxilio divino y los santos pensamientos y porque no ganó nada con este auxilio divino, poniéndolo por obra, fue severamente castigado[4]. No seamos necios; no despreciemos la gracia y seremos todavía más bendecidos por la Trinidad.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 375.
[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 375.
[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 376.
[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 376.

Hora Santa en reparación por incendio intencional de monasterio más antiguo de Occidente 220720



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el incendio intencional del monasterio más antiguo de Occidente, la Abadía Benedictina de Saint Martin en Ligugé, Poitiers, fundada por Saint Martin de Tours (+397), el 20 de julio de 2020, poco antes de la medianoche. Según las informaciones, el incendio fue provocado y una persona fue detenida. Para mayor información, consultar el siguiente enlace:


Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto inicial: “Cristianos venid, cristianos llegad”.

Inicio del rezo del Santo Rosario meditado. Primer Misterio (a elección).

Meditación.

          A causa del pecado original, la naturaleza humana no tiene de suyo más que pobreza, miseria, flaqueza, engaño, perdición y muerte, tanto temporal como eterna[1]. Sólo de Dios Trino viene todo lo bueno y esta es la razón por la cual debemos pedir a Dios que Él sea quien obre en nuestros corazones y en nuestro libre albedrío, para que tener todo buen pensamiento, todo consejo piadoso y todo movimiento bueno y santo de la voluntad. Sólo por Él podemos todo lo bueno que podemos y sin Él nada podemos hacer, tal como lo dice Nuestro Señor Jesucristo en las Escrituras: “Sin Mí, nada podéis hacer”.

          Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

          Tenemos necesidad del auxilio divino para pensar y obrar bien, y esto no una vez al día, sino todo el día y en todo momento; no hay tiempo alguno en el que no tengamos necesidad de este socorro divino para pensar y obrar bien. Por eso en todas nuestras obras, pensamientos y movimientos, debemos hacer oración a Nuestro Dios, porque en todo nos ayuda; de otra manera, es pecado de gran soberbia el presumir que el hombre pueda alguna cosa buena y santa de sí mismo, sin la ayuda de Dios[2].

           Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

          Debido a nuestro estado actual, provocado por el pecado original, debemos siempre clamar a Dios para lograr santas inspiraciones y buenos pensamientos, los cuales Dios, por su infinita misericordia, nos comunica, siendo el más miserable entre los hombres quien más logra alcanzar de Dios su infinita misericordia, como así no hay quien se aproveche más de la limosna que el mendigo más indigente. Porque nuestra necesidad es suma, no podemos diferir su provecho: si un pobre hambriento recibe un pedazo de pan, lo consume en el acto debido al hambre que posee; por esto mismo, no debemos dilatar el cumplir el buen propósito que nos inspira Dios, por lo que debemos cumplirlo en el mismo momento en el que es inspirado[3].

           Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

          Estamos necesitados porque estamos enfermos espiritualmente a causa del pecado original. Por esto mismo, debemos lograr nuestro remedio, que está en la gracia y debemos poner por obra los buenos y santos pensamientos que Dios, como limosna, nos da en su gran misericordia. ¿Qué pensaríamos de un indigente, al que un hombre acaudalado le da una limosna de gran valor y aquel, en vez de agradecerla y tomarla para sí, la arrojara lejos de su presencia? Así se comporta quien no aprovecha los santos pensamientos y propósitos que Dios nos concede[4].

           Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Es una muestra de gran insensatez el despreciar los auxilios de Dios y no cooperar a su gracia. Conocemos nuestra necesidad y por lo tanto debemos abrazar, como un náufrago abraza una tabla flotante en medio del mar, las gracias que Dios nos da. Deberíamos temblar con el solo pensar en despreciar las inspiraciones y avisos que nos proporciona el Espíritu Santo, ya que se nos va la vida en ello y no tanto la vida terrena, sino la vida eterna. No despreciemos la mano de Dios que misericordiosa se alarga para levantarnos del abismo de miserias en el que estamos hundidos, sin darnos cuenta[5].

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al Cielo iré y la contemplaré”.




[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostalado Mariano, Sevilla s. d., 374.
[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 374.
[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 375.
[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 375.
[5] Cfr. Nieremberg, ibidem, 375.

miércoles, 15 de julio de 2020

Hora Santa en reparación por ataques a iglesias católicas en EE. UU. 120720



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado, en reparación por la ola de atentados sufridas por cinco iglesias católicas en EE. UU. Para mayores datos, consultar el siguiente enlace:


         Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto inicial: “Cristianos venid, cristianos llegad”.

Inicio del rezo del Santo Rosario meditado. Primer Misterio (a elección).

Meditación.

         La Virgen Santísima, que como Madre de los Dolores estuvo al pie de la Cruz en el Monte Calvario, también participó espiritualmente de los dolores y de la Pasión de su Hijo Jesucristo, el Redentor de la humanidad. Quienes se consideran hijos de la Virgen –lo somos todos los bautizados, pero con más intensidad los que se consagran a su Corazón Inmaculado-, se unen místicamente a Ella, que está de pie y en la más completa soledad, al pie de la Cruz[1].

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         La Virgen está de pie, al lado de la Cruz, junto a Jesús, que muere por la salvación de la humanidad toda. La Virgen, espiritual y místicamente, abraza a su Hijo, quien se encuentra sumergido en el más profundo y angustioso dolor. La Virgen se asocia, en la perfección del Querer Divino, a su Hijo, para beber con Él el amargo cáliz de su gran abandono. Al pie de la Cruz, no están ni los discípulos –con la excepción de Juan Evangelista-, ni sus amigos, ni ninguno de los que recibieron sus grandes milagros, signos y prodigios. Sólo la Virgen, con el discípulo amado Juan, está al pie de la Cruz. Como hijos de la Virgen, postrados ante Jesús crucificado, nos acerquemos a Ella para que nos cubra con su manto.

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         En la Cruz, los ojos del Divino Salvador están ocultos por la Sangre Preciosísima que cae de su Sagrada Cabeza, coronada de espinas, pero también están velados por una amargura interior, espiritual, ocasionada por la inmensidad del mal que brota del corazón de los hombres sin Dios. La Virgen busca, a su vez, con su mirada, a alguno, de entre tantos hombres, que se ofrezca para aplacar su dolorosa sed de amor, aunque su búsqueda parece ser en vano: “He buscado consoladores, pero no los he encontrado”.

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Al pie de la Cruz, no están las multitudes que lo aclamaban con “hosannas”, alegres de recibir, por parte de Jesús, sus asombrosos milagros y prodigios. Tampoco está la gente que el Domingo de Ramos lo aclamaba como a su Rey, y tampoco están las multitudes que comieron el pan milagrosamente multiplicado por Él. En cambio, lo que hay es un grupo de pobres hombres cegados por el odio y empujados por sus jefes religiosos a una ferocidad tan inhumana, que jamás se vio nada igual ni volvió luego a verse después. De esa manera, Jesús ve aumentados sus sufrimientos, al comprobar con amargura la ingratitud y el abandono de aquellos por quienes ofrenda su vida. No seamos ingratos para con nuestro Dios Crucificado y nos unamos al Inmaculado Corazón de María, para reparar por tanto abandono e ingratitud.

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         Mientras Jesús ofrece perdón, amor y paz a los hombres, estos responden con odio y escarnio; mientras Jesús ofrece sus heridas abiertas y sangrantes al Padre, los hombres responden con insultos; mientras Jesús inmola su Cuerpo para la salvación de la humanidad, los hombres responden con ultrajes; mientras Jesús gime de dolor y angustia, los hombres responden con blasfemias, sacrilegios y ultrajes. Ante esto, nos unamos al Dolorido Corazón Inmaculado de María Santísima, para así reparar los sacrilegios y ultrajes a los que es sometido el Hijo de Dios crucificado.

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.



[1] Cfr.P. Gobbi, 4 de Abril de 1980, 363.

domingo, 5 de julio de 2020

Hora Santa en reparación por burla blasfema contra Nuestro Señor Jesucristo 010720



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación de la película blasfema de Hollywood sobre Jesucristo, en el que Nuestro Señor aparece caracterizado sacrílegamente como una mujer lesbiana. Para mayor información, consultar el siguiente enlace:


Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto inicial: “Cantemos al Amor de los amores”.

Inicio del rezo del Santo Rosario meditado. Primer Misterio (a elección).

Meditación.

¿Cómo podemos orar, de manera tal que nuestra oración no solo sea la que le agrada a Dios, sino que llegue a Él? La forma más segura, según los santos, es orando en el Corazón de María, con el Corazón de María y para el Corazón de María. La Virgen lleva al alma al más completo desprendimiento de las cosas terrenas y al más filial abandono en los brazos de María, condiciones indispensables para que la oración sea la que le agrada a Dios y llegue a su seno celestial.

 Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

El Corazón Inmaculado y Dolorido de María Santísima es el único camino que conduce al Corazón de Jesús y al seno del Padre y el alma que emprende este camino debe hacerlo con la confianza y el amor de un niño para con su madre. Así como el niño se aferra con fuerzas a la madre, por medio de un amoroso abrazo filial, así el alma enamorada de Dios debe aferrarse, por la oración, al Inmaculado Corazón de María, para que Ella le transmite no solo seguridad y confianza, sino ante todo su propio amor, el amor que inhabita en el Inmaculado Corazón, el Amor de Dios, el Espíritu Santo.

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

El alma que ama a la Virgen Santísima debe escuchar y seguir sólo el Verdadero y Único Magisterio de la Iglesia, en el que se contiene toda la Revelación del Hombre-Dios Jesucristo, Revelación en la que se manifiesta la única salvación para el hombre, el Santo Sacrificio en la Cruz del Hombre-Dios. Es necesaria la unión en el amor y en la fe con el Corazón Inmaculado de María, porque sólo así el alma estará en grado de distinguir cuál es el Magisterio divino y confrontarlo con el pseudo-magisterio de los falsos profetas, que intentan provocar confusión en el seno de la Iglesia, por medio de la introducción de doctrinas falsas y en un todo extrañas a las enseñanzas del Cordero de Dios.

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

El hijo adoptivo de María Virgen, el bautizado fiel que ha recibido el Sacramento del Bautismo, no debe obrar de modo tal que la acción lo lleve a olvidar la oración: el activismo y el obrar por el solo obrar, sin el apoyo de la oración, hace que el alma se aparte, de alguna manera, del regazo de la Madre del Cielo, perdiendo así en gran medida su amor y confianza filial. El hijo de María Virgen debe aprender, en esa escuela de oración que es el Inmaculado Corazón, a callar, a no agitarse, a no perderse en organizaciones vanas y en actuaciones faltas de oración.

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Unidos a la Virgen por medio de la oración y del amor filial; aprendiendo la verdadera oración y el verdadero actuar misericordioso en esa escuela de espiritualidad sagrada que es el Inmaculado Corazón, los hijos de la Virgen forman de esta manera una fuerte línea de defensa contra los ataques que las fuerzas del Infierno llevan a cabo contra las Puertas de la Iglesia. Estos hijos de la Virgen, a Ella unidos por el amor y la oración, son parte de la promesa de Jesús expresada en el Evangelio, de que las fuerzas infernales no habrían de triunfar sobre la Esposa Mística del Cordero: “Las Puertas del Infierno no triunfarán sobre mi Iglesia”. La unión con la Virgen es una señal de que de esa línea de defensa, los ángeles caídos y los hombres de perverso corazón no triunfarán en su tarea de demoler la Iglesia. Así le dice la Virgen al Padre Gobbi: “¡Yo estoy con ustedes y de aquí no se pasa: y desde aquí Yo inicio mi batalla para mi triunfo más grande!”[1].

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.



[1] Cfr. Stefano Gobbi, La Santísima Virgen a sus hijos predilectos, 23 de Octubre de 1974.