martes, 29 de octubre de 2013

Hora Santa en reparación por los ultrajes y sacrilegios cometidos contra la Eucaristía en Halloween



         Inicio: ingresamos al Oratorio. Nos postramos ante la Presencia sacramental de Jesús en la Eucaristía y le pedimos a Nuestra Señora de la Eucaristía que nos ayude en esta Hora Santa, ofrecida en reparación por los ultrajes y sacrilegios que se cometen contra la Sagrada Eucaristía, especialmente en este tiempo denominado “Halloween”. Pedimos también el auxilio de nuestros ángeles custodios, para que nuestra oración sea llevada por ellos hasta el Inmaculado Corazón de María y, desde allí, hasta el Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús.  

         Canto inicial: “Sagrado Corazón, eterna alianza”.

         Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

         “Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón, y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Meditaciones

Jesús Eucaristía, Tú eres el Rey de los hombres y de los ángeles, porque Tú eres Dios Creador, Redentor y Santificador; Tú en el cielo eres la alegría de los bienaventurados, que delante de tu Presencia se postran en adoración y exultan en cantos de gozo, de admiración y de amor, ante el estupor sagrado que les provoca la indecible hermosura de tu Ser divino trinitario; sólo Tú, Dios de la Vida, del Amor y de la Paz, mereces ser adorado, ensalzado, bendecido, glorificado, y solo a Ti debe el Universo entero festejarte y alabarte, en el tiempo y en la eternidad. Sin embargo, existen hombres que, aliados a los ángeles caídos, se empeñan sacrílegamente en celebrar impíamente al Príncipe de las tinieblas por medio de festejos en apariencia inocentes, pero que esconden una perversa y siniestra realidad, y es la adoración oculta del Ángel caído. Ten piedad, Jesús, de estos hermanos nuestros, pues “no saben lo que hacen”, y por intercesión de María Santísima, concédeles la gracia de la conversión del corazón, para que solo a Ti te adoren y glorifiquen. Amén.

         Silencio para meditar.

         Jesús Eucaristía, Tú eres el Dios de la Vida Increada que brota como de un manantial purísimo e inagotable de tu Ser divino trinitario; Tú eres la Vida Increada y el Creador de toda vida participada; de Ti viene todo ser viviente, porque Tú creas la vida con tu Sabiduría infinita y tu Amor eterno; sólo Tú eres la Vida que alegra el alma, ilumina la mente y arroba el corazón; sólo Tú, Vida Increada e inagotable, Vida que al mismo tiempo es Amor, Paz y Alegría de Dios, das vida y alegría al universo y por esto sólo Tú debes ser festejado, ensalzado, glorificado; Tú no creaste la muerte, sino que la muerte entró por envidia del Diablo, quien a su vez la creó en su perverso corazón angélico al decidir separarse de Ti, Fuente de Vida eterna, para siempre; fue el Diablo quien, al separarse de Ti, Vida Inagotable, se dio muerte a sí mismo, para siempre, y busca contaminar con su pestilente veneno de rebelión a los hombres, para que también prueben como él el amargo gusto de la muerte. Jesús, te pedimos perdón y reparamos por  aquellos hermanos nuestros que, oscurecidas sus mentes y corazones por las densas nieblas del error, celebran y festejan al Príncipe de las tinieblas, el Homicida desde el principio y autor de la muerte y de la corrupción. Concédeles, por intercesión de Nuestra Señora de la Eucaristía, la gracia de la conversión del corazón y el arrepentimiento perfecto. Amén.

         Silencio para meditar.

         Jesús Eucaristía, Tú eres el Dios que da la vida nueva, la vida de la gracia en esta vida, y la vida de la gloria en el Reino de los cielos; tu gracia rejuvenece el alma y sana el cuerpo y en la vida futura, nos concede la juventud eterna, la juventud que procede de Ti, Dios eternamente Joven; Jesús, con tu sacrificio en Cruz, renovado incruentamente en cada Santa Misa, nos concedes tu gracia, gracia que nos hace participar de tu Vida divina, Vida que nos eleva a una dignidad infinitamente más alta que la de los ángeles porque nos hace participar de la Vida de las Tres Divinas Personas; Jesús, te pedimos perdón y reparamos por quienes festejan la muerte y la corrupción, muerte y corrupción que fueron introducidas por el pecado original cometido por nuestros primeros padres, instigados por el demonio. Si bien la muerte y el pecado fueron vencidos por Ti en la Cruz, con tu Muerte y Resurrección, de una vez y para siempre, el festejo de la muerte en Halloween es un festejo siniestro, porque se trata de la muerte sin redención en el tiempo, que conduce a la segunda y definitiva muerte, la condenación eterna, en la otra vida; la perversidad del festejo de la muerte en Halloween radica en esto, en que se trata de la muerte no redimida ni santificada por Ti, sino de la muerte sin Ti, que conduce al alma a una eternidad separada de Ti; la perversión del festejo de Halloween consiste en que se celebra y festeja a los ángeles caídos, a aquellos que, rebelándose contra Dios Uno y Trino en el cielo, crearon la muerte para sí mismos y para el hombre y se hicieron merecedores del fuego del Averno para siempre. Jesús, ten piedad de los hermanos nuestros que, por ignorancia o aun sabiendo lo que hacen, te ofenden en estas macabras celebraciones del infierno, y haz que se arrepientan, antes de que sea demasiado tarde. Amén.

         Silencio para meditar.

         Jesús, Tú en la Eucaristía eres el Rey de hombres y ángeles; Tú en la Eucaristía eres el Dios de Amor infinito que, rodeado de ángeles que se postran ante tu Presencia sacramental, así como se postran ante Ti en el cielo, esperas a los hombres ingratos a que vengan a visitarte en tu Prisión de Amor, el sagrario; Jesús, Tú das de tu Amor eterno e infinito, el Amor que arde en tu Sagrado Corazón eucarístico, a todo aquel que se te acerca, aunque sea por breve tiempo, y lo colmas con tanto Amor que el alma moriría de contento si al menos pudiera apreciar mínimamente la inmensidad del Amor que brindas en cada visita al sagrario; Jesús, cuyo Amor por los hombres te llevó a la locura de la Cruz y a la locura de permanecer solo y abandonado en el sagrario, como quedaste solo y abandonado en la Cruz, pero aún así, continúas esperando a los hombres para darles las llamas de Amor que abrasan tu Sagrado Corazón; te pedimos perdón por quienes, en Halloween, profanan Tu Presencia eucarística, cometiendo los más aborrecibles ultrajes y sacrilegios a Ti, Presente con tu Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en la Eucaristía; te pedimos perdón y reparamos también por tantos cristianos que, consciente o inconscientemente, se alían con las fuerzas del mal, sino profanando la Eucaristía, al menos colaborando en la promoción, difusión, organización y puesta en escena de eventos como Halloween, en donde se exaltan la magia, la brujería, el esoterismo, el ocultismo, y todo lo que es aborrecible ante tus ojos. Concédeles, por intercesión de Nuestra Señora de la Eucaristía, un conocimiento del pecado en el que se encuentran, e ilumínalos para que te conozcan y te amen en la Eucaristía. Amén.

         Silencio para meditar.

Meditación final

Jesús Eucaristía, te pedimos perdón por quienes en Halloween ultrajan la infancia y la inocencia de la niñez, figura de Ti, Víctima Inocente, contaminando sus almas con celebraciones paganas, plagadas de alabanzas a lo oculto, a lo esotérico, a lo satánico, a todo lo que es despreciable y aborrecible a tus ojos; ocultando a los niños la devoción a la Eucaristía y presentándoles como bueno y agradable el gusto por los seres que habitan en el infierno; te pedimos perdón por quienes, en esta fecha, secuestran niños para ofrecerlos en misas negras, como sacrílegas ofrendas a Satanás, Moloch, Baal, Asmodeo, y cuanto demonio anda disperso por el mundo; te pedimos perdón y reparamos por quienes, movidos por oscuros intereses, engañan y pervierten a los hombres, principalmente a los niños, y haz que, movidos por tu gracia, y por intercesión de Nuestra Señora de la Eucaristía, te conozcan y te amen en la Hostia consagrada, en el tiempo y en la eternidad. Amén.

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

         “Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón, y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “La Virgen María nos reúne en nombre del Señor”.



viernes, 25 de octubre de 2013

Hora Santa en reparación por los que profanan el Domingo, Día del Señor, faltando a Misa y asistiendo a espectáculos deportivos y de todo tipo


         Inicio: ingresamos en el Oratorio de Adoración Eucarística, hacemos silencio tanto exterior como interiormente, acallando las voces de nuestro pensamiento. Pedimos la asistencia de María Santísima, Maestra de oración y de adoración, para que supla con la suya las deficiencias de la nuestra. También acudimos al auxilio de San Miguel Arcángel y de nuestros ángeles custodios, para que nos asistan en esta Hora Santa, para que lleven nuestras oraciones al Corazón Inmaculado de María y, desde allí, sean llevadas hasta el trono de la majestad divina en los cielos, el altar del Cordero de Dios. Ofrecemos esta Hora Santa en reparación por aquellos que, con sus olvidos, indiferencias, ingratitudes, asisten a espectáculos deportivos, musicales, y de todo tipo y dejan de lado la Santa Misa dominical, despreciando y ultrajando así el máximo don del Padre, Jesús en la Eucaristía. Por ellos y por nosotros, por nuestros seres queridos y por todo el mundo, reparamos y adoramos a Jesús Eucaristía.

         Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

         Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

         Canto inicial: “Sagrado Corazón, eterna alianza”.

         Meditación

         Jesús, Tú en la Eucaristía eres el Don del Padre, el Don del Amor de su Corazón; en cada Santa Misa, Dios Padre nos ofrece, por el don eucarístico aquello que más ama y todo lo que tiene, que eres Tú mismo; en la Santa Misa, Dios Padre, movido por su Amor infinito, eterno, incomprensible e inagotable, renueva el envío de su Hijo a la Cruz del altar, para que seamos alimentados con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. En cada Santa Misa, la Santísima Trinidad en pleno renueva y actualiza el Santo Sacrificio del Calvario, sacrificio por el cual Cristo quita nuestros pecados y nos concede la gracia santificante y el motor único y exclusivo que lleva a la Trinidad a hacer este prodigio admirable, es solamente el Amor Divino. Y sin embargo, los hombres responden con ingratitud, indiferencia, frialdad, dejando de lado la Eucaristía dominical, reemplazándola por gustos y aficiones terrenas, pasajeras, superfluas, inútiles para la vida eterna. Te pedimos perdón y reparamos por los bautizados que, despreciando el don de Dios Padre, su Hijo Jesús en la Eucaristía, no asisten a la Misa dominical para sí en cambio asistir a conciertos, mítines políticos, espectáculos deportivos. Ten compasión de estos hijos tuyos y concédeles la gracia de comprender que los ídolos del mundo solo provocan vacío y hastío en el alma y que nada hay más importante en la vida que Jesús en la Eucaristía. Amén.

         Silencio para meditar.

         Jesús, estás en la Eucaristía con tu Cuerpo glorioso y resucitado, y desde allí llamas a todos, atrayéndolos con tu Amor, el mismo Amor que te llevó a encarnarte, bajando desde el cielo, el seno eterno del Padre, a ese cielo en la tierra que es seno virginal de María Santísima, para sufrir la Pasión y así concedernos el perdón de los pecados y la filiación divina. Tú diste tu vida por todos y cada uno de los hombres y así como en tu vida terrena obraste toda clase de innumerables prodigios, entre los cuales la curación de enfermos y la expulsión de demonios, así también hoy continúas obrando esos mismos milagros, pero también, de la misma manera a como en el momento de la Pasión te abandonaron quienes recibieron tus dones y gracias, así también hoy, una inmensa multitud de bautizados te deja solo en el sagrario, abandonante y reemplazándote por los ídolos del neo-paganismo imperante. Jesús, te pedimos perdón y reparamos por el desamor, la ingratitud y la indiferencia de los bautizados, entre los cuales nos contamos, porque nos dejamos arrastrar por los vanos ídolos del mundo, en vez de asistir a la Santa Misa del Domingo para recibir el don del Amor del Padre, Tú mismo en la Eucaristía. Amén.

         Silencio para meditar.

        Jesús, Dios del sagrario, Dios de la Eucaristía, Tú eres la Palabra eterna del Padre; Tú eres el Verbo de Dios, la Sabiduría Divina encarnada, que se entrega como Pan de Vida eterna en la Eucaristía para conceder el Amor y la Vida divina a quien te recibe con fe y con amor; Tú eres la Palabra de Amor que el Padre pronuncia sobre la humanidad y para que no dudemos nunca del Amor del Padre por nosotros, te entregas en la Eucaristía con tu Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, así como te entregaste en la Cruz el Viernes Santo. Tú tienes palabras de vida eterna porque Tú eres la Palabra del Padre que es Vida eterna en sí misma; Tú eres la Palabra que hace vibrar de Amor divino a aquel que la escucha con fe, amor y santo temor de Dios. Tú, Palabra de Dios encarnada, que prolongas tu encarnación en la Eucaristía, enseñas a los hombres el camino de la salvación, el único posible, tu Cruz, y para que te escuchemos a Ti, Palabra del Padre, es que diste tu vida en el Santo Sacrificio del Calvario y renuevas y actualizas ese don en el Santo Sacrificio del Altar. Pero a pesar de esto, los hombres, envueltos en el misterio de la iniquidad, cierran sus oídos a Ti, Palabra del Padre, para escuchar la voz del Príncipe de las tinieblas, voz que los seduce con la falsa creencia de que es posible vivir sin Dios, sin su Palabra, sin su gracia y sin su Amor. Los hombres de hoy no quieren escucharte, Palabra del Padre, pero prestan gustosos sus oídos a la palabra de la Serpiente Antigua, repitiendo el pecado de Adán y Eva, quienes cerraron sus oídos a la Voz del Padre para obedecer al Ángel caído, perdiendo la gracia, la vida divina y el estado de felicidad en el que habían sido creados. Hoy los hombres cometen el mismo pecado de Adán y Eva: cerrar sus oídos a la Palabra de Dios y abrirlos a la voz falsa y mendaz del Príncipe de las tinieblas, que los engaña haciéndoles creer que la vida es posible sin la Eucaristía dominical. Te pedimos perdón y reparamos, oh Jesús, Palabra eternamente pronunciada por el Padre, por quienes, seducidos por el mundo, cometen el pecado mortal de abandonar la Santa Misa dominical, reemplazando la Eucaristía por falsos y vanos atractivos mundanos. Amén.

         Silencio para meditar.

     Jesús, que en la Santa Misa dominical –como en toda Misa- obedeciendo al sacerdote ministerial desciendes del cielo hasta esa porción del cielo en la tierra que es el altar eucarístico, para entregar tu Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, como don personal para cada uno de los hombres; Jesús, Tú que en la Santa Misa y movido solo por el Amor infinito y eterno de tu Sagrado Corazón, das cumplimiento a la Voluntad del Padre, que te entregues todo Tú mismo sin reservas, con tu Ser trinitario y con tu Cuerpo glorificado en la Hostia consagrada, para ser la delicia de quienes te comulguen con un corazón contrito y humillado, te pedimos perdón y reparamos por aquellos hermanos nuestros que, aturdidos y enceguecidos por las densas tinieblas del error y de la ignorancia, te dejan solo en el altar, porque no acuden a recibir el don del Padre y te dejan solo en el sagrario, porque no van a visitarte y hacerte compañía, renovando así la amargura de tu Pasión, en la que fuiste abandonado por todos, menos por tu Madre, y entre los primeros que te abandonaron fueron los discípulos a quienes más amabas. Te pedimos perdón y reparamos por quienes no toman conciencia de que sus almas mueren porque al no recibir la Eucaristía dominical, se privan voluntariamente de la Vida divina que la Eucaristía nos otorga, cometiendo así pecado mortal; te pedimos perdón y reparamos por quienes ven en la Misa solo un pasatiempo piadoso, o una obligación fastidiosa, o un rito vacío, o una costumbre religiosa en vías de extinción, pero en ningún caso la ven como lo que es, la renovación incruenta de tu sacrifico en Cruz, sacrificio por el cual nos das el Amor del Padre junto con la Sangre que brota de tu Corazón traspasado. Amén.

         Silencio para meditar.

      Jesús, Tú eres, en la Eucaristía, la suprema felicidad que hombre alguno pueda encontrar en esta vida y eres en la Eucaristía el anticipo de la eterna felicidad; nada puede hacer verdaderamente feliz al hombre, sino eres Tú en la Eucaristía, porque Tú en la Eucaristía eres Dios encarnado que nos creó para que fuéramos felices conociéndote, amándote y sirviéndote, en esta vida y en la otra; el corazón del hombre, creado por Ti y para Ti, no puede ser verdaderamente feliz, ni en esta vida ni en la otra, sino es en Ti y por Ti, Dios de la Eucaristía; nada puede hacer feliz al hombre sino eres Tú mismo, porque el corazón del hombre es como un abismo que fue creado para ser llenado con tu Amor y con tu Vida, y por este motivo, pretender ser felices con bienes materiales es como pretender colmar un abismo con un puñado de arena; Jesús, sólo Tú, Hombre-Dios, vivo y con tu Cuerpo glorioso y resucitado en la Eucaristía, con tu Corazón ardiendo en las llamas del Amor Divino, eres la única y suprema felicidad de hombres y ángeles, en la tierra, en el tiempo, y en el cielo, en la eternidad, y por esto, la asistencia a la Santa Misa del Domingo, en donde Tú te entregas sin reservas al alma que comulga, lejos de ser un rito vacío o un pasatiempo piadoso, como impíamente la considera el mundo de hoy, constituye ya, desde la tierra, el inicio de la eterna bienaventuranza, la bienaventuranza proclamada por la Iglesia desde el Nuevo Monte de las Bienaventuranzas, el altar eucarístico: “Bienaventurados los invitados al Banquete celestial; bienaventurados –felices, dichosos, alegres- los invitados por Dios Padre a su banquete nupcial, la Santa Misa; bienaventurados los que se alimentan con los manjares servidos por Dios Padre: Carne del Cordero de Dios, asada en el Fuego del Espíritu Santo; Pan Vivo bajado del cielo, y Vino de la Alianza Nueva y Eterna; bienaventurados, alegres, dichosos, felices, quienes han sido invitados por el Padre a sentarse a su Mesa Santa, la Santa Misa, porque degustan un manjar exquisito, jamás probado entre los hombres, la Eucaristía, el Cuerpo glorioso y resucitado, lleno de la Vida eterna y del Amor divino del Hombre-Dios Jesucristo”. Ésta es la única y verdadera felicidad de hombres y ángeles, la Santa Misa; es la Santa Misa la suprema felicidad del hombre, y no es suprema felicidad el bienestar social y material, como muchos erróneamente piensan. Te pedimos perdón y reparamos, oh Buen Jesús, por quienes te ultrajan en tu Presencia eucarística, pretendiendo ser felices con los bienes caducos y falsos del mundo. Concédeles, a ellos y también a nosotros, la gracia de la conversión, que les permita apreciar a la Eucaristía como la única y suprema fuente de la eterna felicidad. Amén.

         Meditación final

    Jesús Eucaristía, debemos ya retirarnos para continuar con nuestras tareas cotidianas; nos vamos, pero dejamos en manos de tu Madre, como humilde ofrenda, nuestros pobres corazones, contritos de dolor por el peso de nuestras iniquidades pero deseosos a la vez de no cesar nuestra adoración, ni de día ni de noche y para esto le pedimos a la Virgen, que día y noche te adora, que una nuestra pobre adoración a la suya, para que unidos al Inmaculado Corazón de María, en Ella y a través de Ella, estemos permanentemente en tu Presencia, como anticipo de la visión beatífica que, por tu Misericordia, esperamos gozar algún día en el cielo.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

         Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.


         Canto final: “Los cielos, la tierra, y el mismo Señor Dios”.

viernes, 18 de octubre de 2013

Hora Santa en reparación por los que reemplazan a Jesús Eucaristía por los ídolos del neopaganismo


         Inicio: el Santo Padre Francisco ha alertado en repetidas ocasiones acerca del peligro que constituye la secta pagana de la Nueva Era, la cual es incompatible con la Fe católica. Hoy nos encontramos en tiempos mucho más peligrosos para la Fe puesto que el neo-paganismo de la secta Conspiración de Acuario parece triunfar en todas partes. Sus postulados anti-cristianos se asumen de modo acrítico, y esto por los mismos integrantes de la Iglesia, los bautizados. La Nueva Era, cuyo objetivo declarado es la iniciación luciferina y la consagración a Lucifer de toda la humanidad, ha engañado a una gran parte de la humanidad erigiendo diferentes ídolos que buscan suplantar, en el corazón del hombre, el Amor de Dios sembrado en el Bautismo. Algunos de estos ídolos son: el amor al propio yo, el ocultismo, el neo-paganismo, el placer, el espiritualismo vago y difuso, sin dogmas ni sacramentos. Ofrecemos esta Hora Santa en reparación por quienes han elegido adorar a esos ídolos en vez de adorar al único Dios verdadero, Cristo Jesús en la Eucaristía, y reparamos especialmente por la profanación del Santuario de Aparecida el pasado día 5 de octubre, cuando se llevó en procesión una imagen de la diosa pagana Deki, con lo cual se injurió gravemente a la Virgen María, Madre de Dios.

         Canto inicial: “Postrado a vuestros pies, humildemente”.

         Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

         “Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

         Jesús Eucaristía, Rey de cielos y tierra, Creador de todo lo visible e invisible; siendo Dios de majestad infinita, Te anonadaste y te hiciste Hombre, sin dejar de ser Dios, y con esta anonadación, nos diste ejemplo inagotable de humildad. Como si fuera poco, además de en la Encarnación, Te anonadaste a cada instante de tu vida terrena: en tu niñez, en tu juventud, en tu edad adulta. Te anonadaste cuando lavaste los pies a tus discípulos en la Última Cena; Te anonadaste cuando subiste a la Cruz para morir de muerte cruenta, dolorosa y humillante, y todo para darnos ejemplo de humildad, para que sepamos abatir nuestro orgullo y confiar en Ti, oh Dios Omnipotente, Misericordioso, de Sabiduría infinita y que aprendamos de Ti es lo que nos pides que hagamos: “Aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón” y Tú quieres que Te imitemos porque en esta imitación tuya está la clave de nuestra felicidad en el tiempo y en la eternidad, porque sólo imitándote a Ti, Dios nuestro, podremos salvarnos. Te pedimos perdón y reparamos por aquellos que, a través de las diversas prácticas de la secta de la Nueva Era, exaltan el ídolo del propio yo, sosteniendo falsamente que el “yo” humano –creatural, limitado, imperfecto- es una “chispa de la divinidad”, es la “divinidad encerrada en un cuerpo humano”, con lo cual repiten el pecado angélico, el de la soberbia, y se convierten en imitadores del Ángel caído en su rebelión contra Ti. Perdónales este pecado, y concédeles la gracia de la conversión del corazón y de la humildad que los asemeje cada vez más a Ti. Amén.

         Silencio para meditar.

         Jesús, Tú eres nuestro Padre, nuestro hermano, nuestro Amigo fiel que nunca falla; Tú velas por nosotros a cada instante, conservándonos en el ser y concediéndonos todas las gracias necesarias para nuestra eterna salvación; fuera de Ti sólo hay abismo y desolación, porque Tú lo eres Todo para nosotros, que somos la nada, y quieres que nuestros corazones sean como otros tantos altares en donde te adoremos y demostremos nuestro amor; Te pedimos perdón por quienes han erigido en sus corazones el ídolo siniestro del ocultismo, ídolo por el cual el alma se entrega sin reservas a los ángeles caídos; ídolo tenebroso que oculta su malicia y perversidad detrás de prácticas oscuras; ídolo que encadena al Ángel caído a quien lo practica; ídolo que habrá de ser arrojado para siempre en los abismos del infierno y junto con él, a todos aquellos que persistan en su práctica sin arrepentirse. Jesús, Te pedimos perdón y reparamos por los hermanos nuestros que, equivocadamente, recurren al ocultismo en vez de confiar en Ti, cubriéndose de esta manera con el negro y espeso humo del Infierno. Apiádate de ellos, oh Buen Jesús, y concédeles la gracia de la contrición del corazón para que, arrepentidos de sus pecados, vuelvan sus miradas a Ti y confíen solamente en Ti.

         Silencio para meditar.

         Jesús, Dios Omnipotente de infinita majestad, de Sabiduría celestial y de Misericordia Divina, Te pedimos perdón por quienes han erigido el ídolo del neo-paganismo practicando la religión wiccana, postrándose como ciegos, sordos y mudos y rindiendo culto a las fuerzas de la naturaleza, en vez de reconocerte a Ti como el Creador de la naturaleza y de todo lo que existe. Jesús, perdona a quienes se inclinan ante las estrellas, los árboles, el viento, atribuyendo a la naturaleza la condición de deidad, cometiendo así un horrible ultraje hacia Tu Persona al desconocerte como lo que realmente eres, el Dios Creador de todo lo visible e invisible. Te pedimos perdón y reparamos por los idólatras de la naturaleza, principalmente por los que practican la religión wicca, que es la antigua brujería disfrazada con nuevo lenguaje. Te pedimos perdón, Jesús Eucaristía, porque la adoración de la naturaleza es un ultraje hacia Ti, único Dios verdadero. Concédeles, Jesús, por la intercesión de María Santísima, la gracia de conocerte para que, conociéndote, Te amen y amándote, se salven. Amén.

         Silencio para meditar.

         Jesús Eucaristía, Tú nos enseñaste, con el ejemplo de tu vida en la tierra, la necesidad de la austeridad, de la mortificación y de la penitencia, como medios para fortalecer la voluntad en su deseo de alcanzar la santidad. Hoy la Nueva Era exalta el ídolo del placer y del bienestar material, para hacer olvidar al hombre que está destinado a la eternidad y que esta vida es sólo una “mala noche en una mala posada”. Te pedimos perdón por quienes se postran ante el ídolo del materialismo y de la carnalidad, repitiendo la adoración idolátrica del becerro de oro del Pueblo Elegido. Hoy, muchos de tus hijos, engañados por el materialismo imperante, piensan únicamente en satisfacer sus pasiones desordenadas, comprometiendo así su salvación eterna. Te suplicamos, Cordero de Dios, que les concedas la gracia de adorarte a Ti, que te haces Presente con tu Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en el altar eucarístico, en la Hostia consagrada. Reparamos por ellos y por nosotros, y a Ti, Dios del Sagrario, Dios de la Eucaristía, dirigimos nuestra adoración y glorificación. Por la intercesión de María Virgen, tu Madre y nuestra Madre, concédeles la gracia de la conversión para que en vez de postrarse ante el becerro de oro, se postren ante Ti, Cordero de Dios, Presente, vivo y glorioso en la Eucaristía. Amén.

         Silencio para meditar.

         Jesús, Fundador de la Iglesia Católica, la única Iglesia verdadera del único Dios verdadero, fuera de la cual no hay salvación posible; Jesús, de cuyo costado abierto por la lanza nació la Iglesia, como Nueva Eva surgida del costado del Nuevo Adán, Iglesia que es la Barca de Pedro, única Barca en la cual se puede navegar por el enrarecido mar de la historia, sin temor a naufragar; Jesús, que con la Sangre y el Agua que brotaron de tu Sagrado Corazón traspasado diste origen a los sacramentos de la Iglesia, fuente de salvación eterna para los hombres, Te pedimos perdón y reparamos por aquellos de tus hijos que se postran ante el ídolo del espiritualismo sin dogmas ni sacramentos, el espiritualismo falso y orientalista de la Nueva Era que sostiene que no es necesaria la gracia de Dios, concedida a través de los sacramentos, para la salvación. Te suplicamos, Jesús, que les concedas la gracia de comprender que sin la Iglesia y sus sacramentos, no hay salvación posible. Amén.

         Silencio para meditar.

         Meditación final

         Jesús, debemos ya retirarnos para continuar con nuestras ocupaciones habituales, pero dejamos nuestros corazones al pie del sagrario para que estén, día y noche, en adoración continua a Ti, nuestro Dios, como anticipo de la adoración eterna que, por tu Misericordia, esperamos realizar en los cielos, una vez finalizados los días de nuestra vida en la tierra. Que María Santísima nos conceda a nosotros y a nuestros seres queridos, y a todo el mundo, la gracia de conocerte y amarte en la Eucaristía. Amén.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

        Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

         Canto final: “Los cielos, la tierra, y el mismo Señor Dios”.


viernes, 11 de octubre de 2013

Hora Santa en reparación por los que ambicionan el poder y el dinero


Inicio: Recientemente, el Santo Padre Francisco ha expresado, con mucha firmeza, un deseo de su corazón: que aquellos cristianos que se encuentran en el poder, por vanidad y no por deseos de servir al Pueblo de Dios, se alejen del poder. Debido a que esto que pide el Santo Padre se aplica tanto al ámbito de la Iglesia como en el de la sociedad civil, ofrecemos esta Hora Santa en reparación por aquellos que, sea en el ámbito civil que eclesiástico, ambicionan el poder pero no para servir a los demás, sino para servirse de los demás. Pedimos la asistencia de María Santísima y de nuestros ángeles custodios, para que la oración de adoración y reparación sea llevada, desde el Corazón Inmaculado de María, al Sacratísimo Corazón de Jesús.

Canto de entrada: “Sagrado Corazón, eterna alianza”.

Oración inicial: "Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman" (tres veces).

Meditación

Jesús, Tú que padeciste las injusticias del poder religioso cuando el tribunal sacerdotal, llevado por las calumnias, las mentiras y las infamias de todo tipo, decidió condenarte luego de un juicio inicuo; ten piedad y apiádate por todos aquellos hermanos nuestros que, valiéndose de la religión y de tu Santo Nombre, condenan y oprimen a los inocentes. Te pedimos también por nosotros mismos cuando, usando nuestro título de “bautizados” o “católicos”, y actuando por lo tanto en tu Nombre y como hombres religiosos, provocamos escándalo en nuestros hermanos, debido a nuestra incapacidad para dar testimonio de tu santidad. Perdónanos, oh Buen Jesús, y ten compasión de nuestra debilidad. Amén.

Silencio para meditar.

Jesús, Tú que sufriste el peso del poder terreno, cuando Pilatos se lavó las manos y te dejó librado a la suerte de una turba enfurecida; Tú que soportaste en silencio la cobardía de un gobernador civil, que por no perder sus prebendas –las cuales, por otra parte, no habrían de durar mucho-, y aún reconociendo tu inocencia te condenó a muerte, Te pedimos que no tengas en cuenta los pecados de quienes, detentando el poder civil, usan de este para oprimir al pueblo al cual deben servir. Ten compasión de ellos y de nosotros, pues si estuviéramos en su lugar con toda seguridad obraríamos de igual manera, y concédenos el don de la Sabiduría, para poder hacer siempre lo que es de tu agrado. Amén.

Silencio para meditar.

Jesús, Tú que sufriste en silencio los ultrajes de un rey disoluto, Herodes, que tuvo la osadía de llamarte y vestirte como loco, cuando Tú eres la Sabiduría divina encarnada, el Conocimiento Perfectísimo del Padre encarnado en una naturaleza humana, la Inteligencia Suprema de Dios que todo lo sabe, todo lo ve, todo lo conoce, ten piedad de quienes, como Herodes, para conservar sus puestos de poder, no vacilan en calumniar a sus hermanos, desprestigiándolos y acusándolos de locura, sin darse cuenta que de esa manera continúan el ultraje hecho a Ti, Dios mío, Sabiduría infinita, que estás loco, sí, pero loco de Amor por los hombres, y tan loco estás, que no dudas en donar tu vida sacrosanta en la Cruz y en continuar ese don en cada Santa Misa, en cada Eucaristía, ofreciéndote a Ti mismo por la salvación de los hombres.

Silencio para meditar.

Jesús, Tú que sufriste la muerte atroz a causa del poder humano -poder concedido por Ti desde lo alto, como se lo dijiste a Pilatos-, pero ejercido en forma inicua e injusta, ten piedad de los gobernantes de la tierra que, cegados por el afán de poder y riqueza, no vacilan en desencadenar guerras o en implementar sistemas de gobierno impregnados de ideologías anti-humanas y anti-cristianas –como el comunismo marxista o el capitalismo liberal-, que lo único que hacen es hacer sufrir a los más débiles y necesitados. Apiádate de ellos y de nosotros, y concédenos la gracia de saber obrar siempre y en todo momento según tus designios de Amor, y no según nuestras pasiones desordenadas. Amén.

        Silencio para meditar.

Jesús, Tú que con tu Pensamiento y tu Querer gobiernas el universo visible y el invisible, y de tal manera lo haces, que no se cae una hoja de un árbol sin que Tú lo permitas; ten piedad y apiádate de nuestros hermanos, que enceguecidos por el deseo de poder y de dinero, no vacilan en contrariar tus Mandamientos, según los cuales debemos amar a Dios y al prójimo, poniendo al ídolo del dinero y del poder en sus corazones y desplazándote por lo tanto a Ti. Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, ten piedad de nosotros y del mundo entero, y por los Dolores de tu y nuestra Amadísima Madre, concédenos la gracia de la conversión y la contrición del corazón. Amén.

        Oración final: "Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman" (tres veces).

          Canto Final: "El trece de mayo".