lunes, 11 de noviembre de 2019

Hora Santa en reparación por vandalismo contra iglesia en capital de Chile 081119



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el ataque vandálico sufrido por la parroquia de La Asunción en Santiago de Chile. Para mayor información, consultar el siguiente enlace:


Canto inicial: “Cantemos al Amor de los amores”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

          Los santos son quienes mejor han comprendido el valor de la Eucaristía diaria y es por esta razón que hacían todo lo posible para poder realizar la comunión diariamente[1]. San José de Cupertino, que no dejó nunca de unirse a Jesús por la comunión, decía: “Sabed que el día que no pueda recibir al Cordero –que es como llamaba a la Eucaristía- pasaré a la otra vida”. Y, en efecto, sucedió que hubo un día en el que no pudo comulgar y fue el día en que murió. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, haz que siempre experimentemos el hambre del Pan Vivo bajado del cielo!

          Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria. 

Segundo Misterio.

Meditación.

          Cuando el padre de Santa Gema Galgani, preocupado por la salud de su hija, le reprochó que salía todas las mañanas demasiado temprano para ir a Misa, oyó que su hija le respondía: “Pero padre, me hace daño estar alejada de Jesús Sacramentado”[2]. Es decir, según los santos, ¡estamos más protegidos con Jesús Eucaristía que sin Él!

          Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

          Desde que Santa Catalina de Génova se enteró de la prohibición que pesaba sobre la ciudad de celebrar Misa y de distribuir la Comunión, se iba todas las mañanas a pie a un santuario lejano fuera de Génova para poder comulgar. Se le dijo que era una exagerada y la Santa respondió: “Si tuviera que recorrer una milla y otra por encima de carbones encendidos sólo para llegar a recibir a Jesús, diría que aquel camino era fácil como una alfombra de rosas”[3]. Es de los santos, entonces, de quienes tenemos que aprender a recibir a Jesús Eucaristía en nuestros corazones, con todo el amor del que seamos capaces.

          Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

          Los santos habrían deseado comulgar no una sola vez al día, sino varias veces, tanto era el amor que profesaban a la Eucaristía y tan alta era la comprensión de la Presencia en Persona del Sagrado Corazón de Jesús en la Eucaristía[4]. San Pío de Pietralcina dijo una vez a una hija espiritual suya que se enorgullecía del heroísmo que hacía todos los días yendo a comulgar: “Hija mía, si se pudiera haría de todo corazón ¡diez comuniones diarias!”. Y una vez que un hijo espiritual se acusó en la Confesión de haber comulgado, por puro olvido, dos veces en la misma mañana, le dijo el Padre Pío, iluminándose: “¡Feliz olvido!”.

          Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Si alguien cayera en la cuenta acerca de los innumerables beneficios –ante todo espirituales- que conlleva la comunión diaria, no dudaría en acudir todos los días a recibir la Sagrada Eucaristía. Podemos decir, con San Cirilo de Jerusalén, que la Eucaristía es el remedio para todos los males del alma. Dice así el santo: “Si te hincha el veneno del orgullo, recurre a la Eucaristía y el Pan, bajo cuya apariencia se ha ocultado tu Dios, te enseñará la humildad. Si arde en ti la fiebre de la avaricia, come de este Pan y aprenderás generosidad. Si te sientes empujado por la intemperancia, aliméntate de la Carne y de la Sangre de Cristo, que tan excelentemente practicó la sobriedad en su vida terrena y te harás temperante”[5]. ¡Verdaderamente, la Eucaristía es el remedio celestial para todos nuestros males espirituales!

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

”Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.


         


[1] Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Testimonio de Autores Católicos Escogidos, Madrid 2006, 85.
[2] Cfr. Manelli, ibidem, 85.
[3] Cfr. Manelli, ibidem, 85.
[4] Cfr. Manelli, ibidem, 85.
[5] Cfr. Manelli, o. c., 85.

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