viernes, 18 de agosto de 2023

Hora Santa en reparación por ultraje al Nombre Tres veces Santo de Nuestro Señor Jesucristo

 



         Inicio: un autor, al cual no conocemos, publicó un libro titulado: “Solo un Jesús marica puede salvarnos”. Debido a que esto constituye un ultraje al Nombre Tres veces Santo de Nuestro Señor Jesucristo, no podemos callar ni permitirlo, por lo que ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por esta blasfemia.

         Canto de entrada: “¡Oh, Buen Jesús, yo creo firmemente!”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

         Si deseamos saber si estamos o no en gracia, son los santos quienes nos dicen qué es lo que debe hacer un cristiano para asegurarse de estar en gracia: el uso devoto de los Sacramentos, con obras santas de misericordia, con la oración que implora el auxilio divino frente a la tentación; el desprecio del mundo, entendido el mundo como dominio del Anticristo; la mortificación perfecta de los sentidos; la oración continua, dando preponderancia a la Adoración Eucarística, la Santa Misa y el Santo Rosario y finalmente, el odio visceral al pecado, acompañado de un ardiente amor de Dios y del prójimo[1].

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

         El cristiano se debe alegrar del hecho de poder recibir la gracia y acrecentarla, ya que fue Nuestro Señor Jesucristo quien nos conquistó la gracia para nuestra salvación, con el Santo Sacrificio del Calvario, Santo Sacrificio que se renueva cada vez, sacramentalmente, en el Ara del Altar Eucarístico. Lo que debe hacer el cristiano es hacer caso de lo que recomienda San Pedro, quien nos dice que podemos hacer cierta la vocación a la gracia -señal de predestinación a la salvación eterna- y la elección a la gloria y esto lo debe hacer todo cristiano, sin detenerse hasta conseguir la gracia que gratuitamente se nos concede por medio de los Sacramentos.

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

         San Pedro nos aconseja que obremos cada uno el bien y con santas obras hagamos cierta nuestra elección, tal como sucedió con un monje, de quien escribe Ludolfo que habiéndole dicho un compañero suyo que le había Dios revelado que era del número de los que se habían de condenar, él respondió: “Bendito sea Dios por todo; yo no desesperaré con todo eso, sino que de aquí en adelante doblaré la penitencia y la tresdoblaré hasta que halle misericordia y gracia con Dios, que es Padre piadosísimo”. Días después tuvo su compañero una revelación verdadera, de cómo aquel monje se había de salvar y que era predestinado. Semejante confianza y ánimo hemos de tener de obrar siempre bien y mejor cada día, dejando a Dios hacer, que Él tendrá cuenta con nuestra salvación y no nos dejará de remunerar las buenas obras que hiciéramos[2].

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

         Entonces, lo que hizo este monje -redoblar y tresdoblar la penitencia, la oración y las buenas obras-, es lo que debe hacer todo cristiano. El buen cristiano no debe actuar temerariamente, como lo hacía un tal Ludovico -esto lo relata Cesáreo-, el cual, viviendo con libertad y reprendido por ello, decía temerariamente: “Si estoy predestinado, ningún pecado podrá quitarme el ir al cielo y si estoy predestinado al Infierno, ninguna obra buena me librará de él”. Este tal luego enfermó gravemente y llamó al médico, el cual le dijo: “Señor, si ha llegado el día en habéis de morir, mi medicina es inútil; y si no habéis de morir, tampoco es necesaria mi medicina, por lo tanto, no debo hacer nada para curaros”. El enfermo le dijo entonces: “¿Cómo respondéis así? Si no me curáis, podré morir antes. Entones el médico, que estaba interesado más en su alma que en su cuerpo, le dijo: “Entonces, si entendéis que por los medicamentos podéis recobrar la salud, ¿porqué no queréis entender lo mismo de la penitencia y obras de justicia, que son medicamentos del alma?”. Sin estas cosas morirá el alma y nunca llegará a la salud y salvación eterna. Fue entonces que el hombre se dio cuenta de su propio auto-engaño y le agradeció al médico el haberle curado, siendo que era Dios quien obraba a través del médico[3].

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

         El Padre Gregorio Valencia dice así: “Si eres predestinado, has de obrar bien, porque Dios vio de antemano que habías de obrar bien; y si no obras bien, es señal de que no eres predestinado y así, para que hagas cierta tu predestinación, obra bien”. Esto es lo que quiere decir San Pedro en las Escrituras: “Andad solícitos de hacer cierta vuestra vocación y elección por buenas obras; y si no eres predestinado sino réprobo y señalado para ir al Infierno, la causa es porque obrarás mal. Para que no sea verdad que no eres predestinado, vive santamente en todo tiempo, para que no partas de esta vida cargado de pecados, cosa que puede acontecer en toda hora; porque no podrás acabar mal la vida y condenarte si siempre obrases el bien[4], en nombre de Cristo, Dios Tres veces Santo.

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre.

 

        



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 578.

[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 579.

[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 580.

[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 580.


martes, 15 de agosto de 2023

Hora Santa en reparación por profanación a la Sagrada Eucaristía en Panamá 090823


 


Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la profanación de la Sagrada Eucaristía en una iglesia parroquial de Panamá. Para mayores detalles acerca de este horrible atentado contra Nuestro Señor, consultar el siguiente enlace:

https://www.diaadia.com.pa/el-pais/profanacion-en-el-templo-maria-auxiliadora-de-chame-escribieron-ariel-satan-con-las-hostias

Canto de entrada: “¡Oh, Buen Jesús, yo creo firmemente!”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

Para saber si un alma está en gracia, San Agustín da, junto con San León, la caridad, como señas de la gracia y así dice: “Nadie pregunte a otro hombre; cada uno vuelva a mirar su corazón y si ve que tiene la caridad fraterna, esté seguro que ha pasado de la muerte a la vida, la cual vida es la vida de la gracia[1].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Esta señal, la vida de la gracia, es conforme a lo que dice el Evangelista San Juan y se ha de entender cuando la caridad del prójimo es verdadera y nace del amor de Dios, al cual acompañan otras condiciones que le siguen: si tiene el alma el afecto interior puesto en Dios continuamente y esto ha sido mucho tiempo con propósito eficaz de nunca ofenderle, con oración continua, ejercicio de obras santas y uso frecuente de los Sacramentos, como el de la Penitencia, confesando los pecados veniales con gran dolor y también si frecuenta la Sagrada Eucaristía con una preparación diligente, piadosa y llena de santo amor por el Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

El católico que verdaderamente aprecia el valor de la gracia, no puede contentarse con una vida ordinaria, si quiere asegurarse para sí un bien tan invalorable. Debe estar contento y alegre por la certeza moral de un estado dichoso, pero al mismo tiempo, debe humillarse y no se debe contentar con tan poco. Se debe alentar a sí mismo a vivir tan dignamente como es la dignidad de la gracia; así podrá entonces entender con humildad que está en ella[2].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Los santos nos revelan qué es lo que debe hacer el católico para obtener lo que con tanta razón se debe tener. El uso devoto de los sacramentos, con santas obras de virtud, con varonil victoria de las tentaciones, con sumo desprecio del mundo, con perfecta mortificación de los sentidos, con piadosa oración constante y continua, con paciencia en los trabajos, con odio eterno al pecado, con ardiente amor de Dios y del prójimo, haremos cierta nuestra elección y promoción, esto es, nuestra gracia y predestinación. Éste es un bien incomparable y así en su comparación no se ha de perdonar a trabajo ni cosa alguna.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

El católico, para estar en gracia, no debe hacer tareas que estén imposibles a su alcance, siendo fácil de conseguir para así estar en el camino de la predestinación para la corona de la gloria. Un católico consciente del valor inestimable de la gracia, no puede estar en asuntos mundanos, de poca importancia, dejando de lado el cuidado para evitar el pecado y vivir en estado de gracia; no se puede ser católico consciente sin ponerse en el estado de perfección de vida en el que tenga la certidumbre moral que le es posible de su gracia[3].

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre.

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 577.

[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 578.

[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 579.

viernes, 11 de agosto de 2023

Hora Santa en reparación por trato irreverente a la Eucaristía en Portugal 070823

 


Recipientes plásticos, absolutamente inadecuados, para la distribución de la Eucaristía en la JMJ de Portugal 2023


Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el trato irreverente dado a Jesús Eucaristía en Portugal.

Canto de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

         Además de la luz sobrenatural, la alegría espiritual y la paz santa, los santos agregan otros elementos para indicar si el alma está o no en gracia[1]. Así, San León dice: “El que desea saber si por ventura está en él Dios, de quien se dice: “Admirable es Dios en sus santos”, escudriñe en el interior de su corazón, con sincero examen y pregúntese con qué humildad resiste a la soberbia, con qué benevolencia contradice a la envidia; cómo no se deja halagar por los aduladores (…) y además vea si está en su corazón la madre de todas las virtudes que es la caridad y vea si desea para sí lo que desea para sus enemigos; quien fuera de esta manera, no dude que habita en él Dios y le rige”.

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

         San Bernardo, a su vez, dice: “Así como conocemos la vida del cuerpo por su movimiento, así también la vida de la fe se conoce por las obras buenas. La vida del cuerpo es el alma, por la cual se mueve y siente; la vida de la fe es la caridad, porque obra por ella: “La fe obra por el amor” (Gál 2). De esta manera, al enfriarse la caridad, muere la fe, así como muere el cuerpo cuando se aparta del alma. Si ves un hombre que obra obras buenas y es alegre en el fervor de la vida, no dudes que en él la fe está viva”.

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

         En otro sermón, el mismo santo dice: “Que haya venido sobre uno nuevo espíritu, lo testifica certísimamente el nuevo modo de vida y porque lo diga brevemente, tener testimonio de la sangre y agua y espíritu, como dice San Juan, es si te contienes de pecar y si haces frutos dignos de penitencia, si haces obras de vida”. De manera que el no pecar, el hacer penitencia, el obrar siempre virtuosamente, da San Bernardo por señales que está en uno el Espíritu Santo y su gracia.

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

         San Gregorio dice: “El alma que se llena del Espíritu Santo, tiene sus señales muy evidentes, conviene a saber: las virtudes y la humildad, las cuales son dos cosas que, si concurren en un alma, es cosa clara que trae consigo testimonio de la presencia del Espíritu Santo.

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

         A su vez, San Crisóstomo dice: “Esta señal hay que tenemos a Cristo y que el Espíritu Santo está en nosotros, cuando nuestros cuerpos están de manera que no se diferencian de aquellos cuerpos que están cerrados en los sepulcros”. Este santo da la perfecta mortificación por señal de la gracia de Dios, cuando uno está tan muerto a las cosas del mundo y al sentido y apetitos de la carne, como los mismos difuntos, teniéndole sin vida mundana la sepultura de la mortificación y vida cristiana que debemos vivir después del Bautismo o del Sacramento de la Penitencia.

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre.

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 576.

martes, 8 de agosto de 2023

Hora Santa en reparación por blasfemias contra Jesús y María Santísima a través de la línea de productos infantiles Barbie 011122

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la inadmisible burla sacrílega que la marca de juguetes infantiles conocida como “Barbie” ha cometido contra Nuestro Señor Jesucristo y contra la Madre de Dios, María Santísima. Para mayores detalles acerca de este reprochable acto sacrílego, consultar el siguiente enlace:

https://www.candelaestereo.com/curiosidades/polemica-por-la-barbie-virgen-y-el-ken-cristo/

Canto de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

Uno de los más grandes bienes espirituales que puede poseer un alma en esta vida terrena es el estar en estado de gracia santificante. Esto es así porque los bienes verdaderos son, antes que los materiales, los espirituales, y dentro de estos, obviamente se encuentran en primer lugar aquellos que provienen de la bondad divina trinitaria. En la gracia santificante, concedida por los sacramentos, se encuentran los bienes espirituales necesarios para una vida cristiana, siendo la gracia en sí misma un inmenso bien, aunque también se encuentran bienes temporales, que suelen darse con la gracia santificante[1].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Ahora bien, según algunos afamados doctores de la Iglesia, como Alejandro de Alés, hay tres señales que indican que un alma está en estado de gracia santificante y estas señales se manifiestan cuando se dice: la primera es: “Señalada está sobre nosotros la luz de tu rostro”; la segunda cuando dice: “Le diste alegría a mi corazón”; la tercera, cuando dice: “En paz dormiré y descansaré”.

 Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

El sabio doctor colige de esto que la luz superior de desengaños, la alegría espiritual de la buena conciencia y la paz verdadera del alma, son señales de que está uno en gracia. Estas tres cosas corresponden a tres particulares facultades del alma, que son perfeccionadas y ordenadas por la gracia: la luz -la luz eterna trinitaria participada por la gracia- a la parte racional o luz del intelecto; la alegría -la Alegría Increada que es Dios, de cuya alegría se hace partícipe el alma por la gracia-, frente a la alegría que se origina en motivos naturales; finalmente, la paz -la paz de Dios, que es la paz de Cristo-, frente a la pasión de la irascibilidad[2].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Esto quiere decir que una señal de que se está en gracia es cuando no tiene conciencia de pecado mortal que se haya dejado de confesar; a la vez están la razón y la verdad iluminadas por la luz de la fe, que así no se deja engañar por los sentidos ni por lo temporal, y considera caduco todo bien terreno, conociéndose en su vileza y despreciándose como se merece.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Otra señal de estar en gracia para el alma es cuando se alegra sólo en Dios y en Él tiene puesto su deseo y gusto, además de tener en todas las cosas pureza de intención, deseando y buscando únicamente la gloria de Dios; finalmente, cuando tiene paz en las adversidades, no se enoja contra los que lo agravian, no aborrece sino al pecado y por encima de todo esto, tiene la resolución firmísima de padecer todos los males posibles -desea morir antes de cometer un pecado mortal o venial deliberado- antes que cometer una culpa; es entonces cuando se puede tener alguna certidumbre de que tal alma está en gracia[3].

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre.

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 574.

[2] Cfr. Nierembeg, ibidem, 574.

[3] Cfr. Nierembeg, ibidem, 575.