viernes, 30 de septiembre de 2022

Hora Santa en reparación por sacrilegio cometido por una mujer en la Santa Misa al recitar indebidamente la Plegaria Eucarística en Puerto Rico 050822

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el sacrilegio cometido por un sacerdote en la celebración de la Santa Misa, al permitir “concelebrar”, inválida y sacrílegamente, a una mujer, en Puerto Rico. Para mayor información, consultar el siguiente enlace:

https://www.aciprensa.com/noticias/alertan-que-sacerdote-habria-cometido-sacrilegio-durante-misa-en-puerto-rico-35335

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

Cuando el alma se encuentra en estado de gracia, adquiere facultades sobrenaturales, puesto que participa de la vida misma de la Trinidad. Dentro de estas facultades sobrenaturales, están la caridad, que es la participación en el Amor Increado, en el Amor de Dios, que es el Espíritu Santo y así el alma ama no con su amor creatural, el amor humano, sino con el Amor Divino, con el Amor con el cual el Padre ama al Hijo y el Hijo al Padre, el Espíritu Santo[1].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Otra de las facultades sobrenaturales que el alma adquiere por el estado de gracia, es la iluminación de la inteligencia, lo cual le proporciona un conocimiento sobrenatural de las verdades de fe, conocimiento que es imposible de alcanzar si no es por la participación a la sabiduría divina y es esto lo que nos advierte el profeta Abacuc, cuando nos dice que: “El justo vive por la fe” (2, 4)[2].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

El que ha recibido la gracia y por lo tanto la participación en el Amor y en la Sabiduría divina, no debe guiarse por sentimientos, razonamientos o respetos humanos, puesto que debe comportarse, en su conocer y en su amar y en su obrar, como lo que es, hijo adoptivo de Dios Uno y Trino. Un alma así no puede jamás guiarse por el error, sino por la Verdad; no puede guiarse por las tinieblas, sino por la divina luz de la gracia de Jesucristo. Quien ha alcanzado la gracia, debe perseverar en ella, ha de vivir por la santa fe católica y debe sustentarse de esta fe como de un manjar exquisito que viene del Cielo[3].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio. 

Meditación.

En la Escritura se afirma que el justo se alimenta con el nutriente donado por las manos mismas del Señor: “El Señor le sustentó con pan de vida y entendimiento” (Ecl 15, 3). La fe es “pan”, que es manjar universal y hace de guía para todo lo que debamos vivir en esta vida terrena, guiándonos por las leyes del Evangelio y no por la sabiduría humana[4]. Y este “pan” es “de vida”, porque sólo con sus reglas viviremos la vida que verdaderamente debe ser vivida, la vida de los hijos de Dios, la vida de los hijos de la Luz Eterna que es la Trinidad.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

La Sabiduría Eterna, que es Jesucristo, no nos puede convidar con pan de ignorancia, o de error, o de herejía, sino con pan de entendimiento y de luz divina. Para esto edificó su Iglesia, instituyó en ella los siete sacramentos, ofreció sacrificio de Sí mismo y nos invitó a su mesa, la mesa de su doctrina, con el pan y el vino de la fe[5].

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 547.

[2] Cfr. ibidem, 547.

[3] Cfr. ibidem, 547.

[4] Cfr. ibidem, 547.

[5] Cfr. ibidem, 548.

Hora Santa en reparación por profanación del Altar Eucarístico en La Rioja, España 180922

 



Inicio: Ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por un horrible sacrilegio cometido contra el Santo Altar. El Altar Eucarístico es un lugar sacratísimo, es el lugar en donde se lleva a cabo la confección del Santísimo Sacramento del Altar, la Sagrada Eucaristía, el tesoro más precioso de la Iglesia Católica. De ninguna manera, bajo ningún concepto, puede ser utilizado en la forma en que se utilizó, sacrílegamente. Para mayor información acerca de este intolerable ultraje al Altar Eucarístico, consultar el siguiente enlace:

https://www.aciprensa.com/noticias/piden-retirar-ofensivas-imagenes-de-pareja-bailando-sobre-el-altar-de-una-iglesia-85512

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

Afirma un autor lo siguiente, animando a los católicos a obrar obras de misericordia, tanto más intensas, cuanto más en gracia se está: “Anímense, pues, los siervos de Cristo y crezcan de mil en mil; obren siempre intensamente, logren enteros los talentos recibidos para que se doblen (multipliquen); empleen todo su caudal; no falten en nada a la gracia de Dios; no dejen ociosa la virtud de su alma; merezcan, con toda diligencia, más gracia y más; siempre agraden a su Redentor todo lo posible; amen a Dios, como Él merece y lo encarga, con todo el corazón, con toda el alma, con todo el entendimiento, con todas las fuerzas, con toda su virtud, que todo es poco”[1].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Con respecto al obrar en gracia, el Apóstol San Pablo nos dice lo siguiente: “Nadie falte a la gracia de Dios” (Heb 12). Esto quiere decir que nadie falte de estar en gracia: nadie falte de procurar la gracia -si es que se tiene la desgracia de perderla-, nadie falte de la gracia; a nadie le falte igualar a la gracia en sus obras y afectos, obrando intensa y fervorosamente, según la gracia recibida[2].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Con relación a la gracia, no ha de haber remisión, ni negligencia, ni cansancio, ni desigualdad no correspondiendo a la gracia ni igualando su intención. Es necesario emplear todo el fervor del que se es capaz, sin faltar a las inspiraciones de Dios, es decir, sin dejar pasar ninguna gracia inspirada por el Santo Espíritu de Dios; por el contrario, el alma debe cooperar con la gracia, de tal manera, que igualen nuestros actos de virtud a su llamamiento y dignidad[3].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio. 

Meditación.

Dice San Bernardo: “Todos nos quejamos que nos falta la gracia, pero con más justicia se queja la misma gracia”. No debemos faltar a la gracia con nuestra remisión o reticencia a obrar según la gracia, porque no se guarda bien sino con fervor y diligencia. Dios nos coloca en estado de gracia, como en un paraíso ameno y deleitable, pero no es para que nos quedemos holgazaneando[4], sino para que aumentemos los talentos, como los siervos diligentes de la parábola de los talentos.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Afirma un autor que Dios puso “a Adán en el paraíso terrenal, “para que obrase”; luego se añade “y le guardase”; es decir, no solo para que guardara la gracia, sino para que obrara según la gracia y esto porque para guardar la gracia hemos de obrar y no ser remisos o tardos para hacerlo. Haciendo esto, es decir, obrando según la gracia, perseveraremos en el fervor de las santas obras, cumpliendo así la virtud a la que la gracia nos llama, imitando al Apóstol que dijo de sí: “La gracia de Dios no estuvo baldía en mí, pero trabajé más abundantemente que todos” (1 Cor 15)[5].

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al cielo iré y la contemplaré”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 544.

[2] Cfr. ibidem, 545.

[3] Cfr. ibidem, 545.

[4] Cfr. ibidem, 545.

[5] Cfr. ibidem, 546.

lunes, 12 de septiembre de 2022

Hora Santa en reparación por concelebración sacrílega de la Santa Misa por parte de una teóloga suiza 060922

 


Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la profanación y sacrilegios cometidos contra la Santa Misa, por parte de una teóloga suiza. Una mujer JAMÁS podrá celebrar válidamente la Santa Misa, porque el sacerdocio ministerial, por disposición divina, está reservada sólo al varón y NUNCA a la mujer. Para mayor información acerca de este atentado contra la Santa Misa, consultar el siguiente enlace:

https://www.aciprensa.com/noticias/mujer-concelebra-misa-catolica-y-obispo-inicia-investigacion-en-suiza-12906

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

El momento inmediatamente consecuente a la Comunión, es el tiempo más adecuado para glorificar a Dios con el alma y el cuerpo, tal como lo piden las Sagradas Escrituras: “Glorificad, por tanto, a Dios en vuestro cuerpo” (1 Co 6, 20) y el motivo es que el Rey de los cielos, Cristo Dios, ingresa en el alma, concediéndole el honor más grande que un ser humano pueda recibir en esta tierra, la Presencia de Dios Hijo encarnado[1]. Por esta razón, es penoso constatar la ligereza con la que un gran número de católicos, incluidos sacerdotes y religiosos, comulgan, puesto que no dedican ni siquiera segundos para hacer la acción de gracias a tan grande don concedido por la Santísima Trinidad.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Los santos nos dan ejemplo de cómo dar gracias por el don inmerecido de la Sagrada Comunión: San Felipe Neri hacía acompañar de dos monaguillos con velas encendidas al que salía de la Iglesia apenas acabado de comulgar[2]. Aun entre los humanos, aunque sea por un mínimo de educación, cuando se recibe un huésped, uno se interesa y conversa con él y no lo hace ingresar a su casa para dejarlo luego solo; ahora bien, si este huésped es nada menos que la Segunda Persona de la Trinidad, encarnada y que prolonga su encarnación en la Eucaristía, nos debería doler que su Presencia pase totalmente inadvertida, como sucede en la casi totalidad de las Comuniones hechas por los católicos, con honrosas excepciones.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

San José Cottolengo supervisaba personalmente la confección de las formas para la Misa y ordenaba a la Hermana encargada de hacerlas: “Para mí, las formas hágalas gruesas porque necesito entretenerme un rato con Jesús y no quiero que las sagradas especies se descompongan pronto”. A su vez, San Alfonso María de Ligorio llenaba el cáliz de vino hasta el borde, casi a punto de rebalsar, porque afirmaba que deseaba tener más tiempo en su cuerpo a Jesús[3].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio. 

Meditación.

Santa Teresa de Jesús afirma que en cada Comunión Jesús “devuelve el céntuplo del recibimiento que se le hace”. Ahora bien, esto es verdad, pero también es verdad que seremos responsables al céntuplo de nuestra falta de recepción a Jesús Eucaristía, o de una recepción fría, distante, mecánica, desagradecida. Al respecto, un compañero del Padre Pío de Pietralcina contó que un día fue a confesarse con el santo Padre Pío acusándose, entre otras cosas, de que había omitido la acción de gracias en la Santa Misa por causa de una obligación de su ministerio. El Padre Pío, benévolo cuando escuchaba las otras faltas, se puso muy serio cuando oyó esta y con el rostro sombrío, dijo con voz firme: “Tengamos cuidado de que el no-poder no sea el no-querer. ¡La acción de gracias la debes hacer siempre, si no lo pagarás caro!”[4].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

También con relación a la acción de gracias por la Sagrada Comunión, el Beato Contardo Ferrini tenía en tanto la preparación y la acción de gracias de la Comunión, que cada día señalaba los puntos de reflexión sobre los que luego se detenía absorto y feliz. Por último, si hay alguien que nos pueda servir de ejemplo de acción de gracias por la Sagrada Comunión, esa la Madre de Dios, la Santísima Virgen María, ya que nadie como Ella conoce y ama perfectamente la Divinidad de Jesús -Él es la Segunda Persona de la Trinidad encarnada, que prolonga su Encarnación en la Eucaristía- y por su santidad y plenitud de gracia, la adora perfectamente, la ama perfectamente[5]. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, enséñanos a adorar a tu Hijo Jesús en la Sagrada Eucaristía, uniéndonos a tu Inmaculado Corazón en el momento de la Comunión!

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al cielo iré y la contemplaré”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 



[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Testimonio de Autores Católicos Escogidos, Madrid 2006, 70.

[2] Cfr. ibidem, 70.

[3] Cfr. ibidem, 71.

[4] Cfr. ibidem, 71.

[5] Cfr. ibidem, 73.

Hora Santa en reparación por la profanación de la Basílica de Luján y la Santa Misa por parte de partidarios peronistas y kirchneristas 100922

 



Inicio: el ser humano debe aprender que “con Dios no se juega” y que “de Dios nadie se burla”. Precisamente esto es lo que hicieron partidarios peronistas y kirchneristas en la Basílica de Luján, al convertir lo más sagrado del catolicismo, la Santa Misa, en un detestable acto partidario. Lo repetimos, “con Dios no se juega” y “de Dios nadie se burla”. Lo aprenderán, tarde o temprano, por las buenas o por las malas, así como aprendió Satanás y lo sigue aprendiendo en el Infierno, para siempre. Para mayores datos acerca del blasfemo acto perpetrado en la Basílica de Luján, consultar el siguiente enlace:

https://www.clarin.com/politica/bronca-basilica-lujan-misa-convirtio-acto-kirchnerista_0_iH4MzEbcQc.html

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

San Cirilo de Alejandría, Padre de la Iglesia, se vale de tres imágenes para ilustrar la fusión de amor con Jesús en la Santa Comunión (se sobreentiende que es para quien comulga en estado de gracia y no en pecado mortal9: “El que comulga está santificado, divinizado en su cuerpo y en su alma a la manera del agua que, puesta sobre el fuego, hierve… La Comunión actúa como la levadura, que metida dentro de la masa de harina la fermenta toda… De la misma manera que calentando juntos dos pedazos de cera, la cera de ambos se convertirá en una sola masa de cera, así creo yo que quien se alimenta de la Carne y de la Sangre de Jesús, queda fundida de la misma forma con Él y se encuentra que está él en Cristo y Cristo en él”[1].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Por este mismo motivo, Santa Gema hablaba con asombro de la unión eucarística entre “Jesús todo y Gema nada” y exclamaba extasiada: “¡Cuánta dulzura, Jesús, en la Comunión! Quiero vivir abrazada contigo, contigo abrazada quiero morir”. Y el Beato Contardo Ferrini escribía: “¡La Comunión! ¡Oh, dulces caricias del Creador con la creatura! ¡Oh, inefable elevación del espíritu humano! ¿Qué cosa tiene el mundo que se pueda comparar con estas alegrías purísimas del Cielo, con estas muestras de la gloria eterna?”[2].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Ahora bien, los Santos nos enseñan que la Comunión tiene también un valor trinitario. Un día, Santa María Magdalena de Pazzi, después de la Comunión, arrodillada entre las novicias, con los brazos en cruz, alzó los ojos al cielo y dijo: “Hermanas, si comprendiéramos que el tiempo que duran en nosotros las especies eucarísticas, Jesús está presente y actúa en nosotros inseparablemente con el Padre y el Espíritu Santo y que, por tanto, es toda la Trinidad Santísima…”, y no pudo terminar de hablar porque fue arrebatada en un éxtasis sublime. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, ayúdanos a desprendernos de los falsos atractivos del mundo, para así poder unirnos al Amor de los amores, tu Hijo Jesús en la Eucaristía!

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio. 

Meditación.

Los santos, cuando podían, no ponían límite al tiempo de la acción de gracias, que llegaba a durar más de una hora. Santa Teresa de Jesús recomendaba a sus hijas: “Entretengámonos cariñosamente con Jesús y no perdamos la hora que sigue a la Comunión: es un tiempo excelente para tratar con Dios y para presentarle los intereses de nuestra alma… Porque sabemos que Jesús bueno se queda con nosotros hasta que el calor natural haya consumido los accidentes del pan, debemos tener gran cuidado en no perder tan bella ocasión de tratar con Él y presentarle lo que necesitamos”[3].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Todos los santos, absolutamente todos, se santificaron por la Eucaristía. Casi todos, caían con frecuencia en éxtasis de amor, luego de comulgar; por ejemplo, San Francisco de Asís, Santa Juliana Falconieri, Santa Catalina, San Pascual Baylón, Santa Verónica, San José de Cupertino, Santa Gema y muchos más. Probablemente no nos suceda a nosotros en ningún momento, pero no por eso debemos dejar de adorar a Jesús Eucaristía y pedirle a la Virgen que nos conceda el Amor de su Inmaculado Corazón al comulgar, para amarlo con el mismo amor con el que Ella lo ama.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 



[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Testimonio de Autores Católicos Escogidos, Madrid 2006, 68.

[2] Cfr. ibidem, 68.

[3] Cfr. ibidem, 69.

sábado, 3 de septiembre de 2022

Hora Santa en reparación por destrucción de imagen de Nuestra Señora del Valle Argentina 030922

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por ultraje y destrucción de una imagen de Nuestra Señora del Valle en Leales, Tucumán, Argentina. Pedimos además por la conversión del/los autores de dicha profanación.

Canto inicial: “Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

Afirma un autor que “no ha de haber en nuestro corazón otra cosa que no sea amor de Dios y amor a Dios; no ha de haber en nuestra voluntad cosa alguna que se ponga al lado del Sumo Bien, únicamente se ha de amar a quien siendo Uno es Todo, no es razón que en compañía del Amor Divino entre otro afecto humano, todos los afectos criados, todos los corazones humanos, todas las voluntades de los ángeles no pueden amar tanto como hay que amar en una sola perfección divina, pues, ¿cómo podemos quitar parte de nuestro corazón, para repartirlo entre Dios y la creatura?”[1].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Continúa el mismo autor: “Si tuviéramos todos los corazones del mundo, no podríamos amar a Dios como se lo merece, ¿cómo entonces queremos cumplir, no amándole aun con un solo corazón entero? A Dios, Uno y Trino, que es todo, hemos de amar y a Él y solo a Él y a nada ni nadie más; esto es tener amor a Dios singular e insociable”[2].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Puesto que Dios Uno y Trino es infinitamente amable –en el sentidod de posibilidad infinita de ser amado-, hemos de amarlo con toda el alma, con todo el entendimiento, con toda la voluntad, con todos los afectos del corazón, con todos los sentidos del cuerpo, con todas las potencias espirituales y corporales y aun así no bastaría todo el amor, aunque le amáramos con todo el amor del que seamos capaces, porque nuestro amor por Dios Trinidad ha de ser insaciable[3].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio. 

Meditación.

Si el alma ama a Dios de esta manera, con todo su ser, el alma se transforma por afecto, de creatural que es, en divina por participación y la que por la naturaleza de la gracia estaba divinizada, por sus afectos también se endiosa, cuanto toda la intención e inclinación de la voluntad es divina.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Con razón exclamaba San Bernardo: “¡Oh amor santo y casto! ¡Oh dulce y suave afecto! ¡Oh pura intención de la voluntad! Tanto más pura, cuanto en ella no ha quedado nada propio, tanto más suave, tanto más suave y dulce, cuanto todo es divino lo que se siente. Estar así dispuesto es deificarse, de la manera que una gota pequeñita de agua echada en el vino, parece que falta en sí toda, pues toma el sabor del vino y el color; y de la manera que el hierro encendido y hecho ascua es muy semejante al fuego, desnudándose de su antigua y propia forma; y como el aire bañado de luz, de tal manera que no tanto parece ilustrado sino la misma luz; así es menester que todo afecto humano se resuelva y se transfunda totalmente en la voluntad divina”. San Buenaventura nos propone entonces la suma de amor a la que hemos de aspirar[4].

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 540.

[2] Cfr. ibidem, 540.

[3] Cfr. ibidem, 540.

[4] Cfr. ibidem, 541.