miércoles, 18 de abril de 2012

Hora Santa para Adoradores



           
            Introducción: El mundo de hoy, sumergido en el materialismo, no ve provecho alguno en una actividad como la Adoración Eucarística, a la cual considera como “pérdida de tiempo”, porque no es “lucrativa”. Sin embargo, la Adoración Eucarística no es “pérdida de tiempo”, sino “ganancia de eternidad”, y es más que “lucrativa”, pues nos permite ganarnos el Cielo, ya desde la tierra. Venimos ante la Presencia sacramental de Jesús, el Hombre-Dios, para buscar de adorarlo “en espíritu y en verdad”, tal como lo adoran en el Cielo los ángeles y los santos. Invocamos la ayuda y la guía de nuestra Madre del Cielo, María Santísima, para que sea Ella quien conduzca nuestras oraciones y las presente al Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús. Pedimos también auxilio a nuestro ángel custodio, para que rece junto a nosotros y eleve nuestras oraciones al Cielo.

            Canto inicial: Cristianos venid, cristianos llegad, a adorar a Cristo.

            Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

            Meditación:
-Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, te agradezco que hayas pronunciado mi nombre y que me hayas atraído con los rayos de tu Luz, y que hayas encendido el cirio de Amor y Fe que depositaste en mi bautismo. Te agradezco, Pastor Eterno, que con tus dulces silbos amorosos, me sacaste del mundo, en donde me encontraba aturdido y confuso, para venir ante Ti, oh Dios de majestad infinita, a cumplir una labor de ángeles, la Adoración Eucarística. Y junto al agradecimiento, elevo desde ya una súplica por mis hermanos, los hombres, que al igual que yo antes de ser llamado por ti, están absortos en los espejismos mundanos, y caminan desorientados en el desierto de la vida, sin darse cuenta que sólo Tú eres Camino, Verdad y Vida; viven sedientos de amor, de alegría, de paz, y la buscan infructuosamente en las criaturas, sin darse cuenta que sólo Tú eres Amor eterno, Alegría infinita, y Paz verdadera. Ten compasión, oh Dios del Sagrario, Dios de la Eucaristía, de la Humanidad, que, ausente de tus caminos, vaga errante en busca de otros dioses, dioses falaces, dioses que los enmudecen, los enceguecen y ensordecen a vuestra Presencia, dejándoles en el corazón sólo hastío y vacío.
            -Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, que has querido llamarme, despertándome de mi letargo espiritual, así como llamaste a tus discípulos en el Huerto, para que te acompañasen orando en las durísimas y amarguísimas Horas de tu Pasión, no permitas que caiga en el sueño de la indiferencia a tu Presencia sacramental, y dame Tú mismo las fuerzas y el amor necesarios para cumplir con lo que me pides, la Adoración Eucarística, y así estaré junto Contigo en el Sagrario, orando por la salvación de los hombres.
            -Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, en el Huerto no tuviste consuelo, porque fuiste de tus discípulos abandonado, te ofrezco mi pobre y mísero corazón, lleno de miseria, que con justa razón debe ser llamado “nada más pecado”, como refugio para que descanses en él, para que así se mitigue, aunque sea en algo, el doloroso abandono en el que tienen los cristianos, aquellos llamados a amarte en el tiempo y en la eternidad, y que en vez de hacerlo, se han dedicado a excavar “cisternas agrietadas, que no retienen el agua” (cfr. Jn 4, 14), no retienen el Agua cristalina de la gracia, que brota de tu Sagrado Corazón como de una fuente inagotable.
            -Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, toma mi pobre y mísero corazón, abro sus pequeñas puertas de par en par, para recibirte, porque escuché los suaves golpes que dabas, queriendo entrar, tal como lo dices en la Escritura: “He aquí que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré en él y cenaré con él, y él conmigo” (Ap 3, 20). Entra, cena conmigo, sólo tengo para darte el mendrugo duro de mi pecado; Tú en cambio dame como alimento tu substancia divina en la Eucaristía. Entra en mi pobre corazón, para que yo te haga compañía, por quienes son indiferentes a tu Presencia sacramental; entra, para que mi pobre corazón te sirva como alivio a tu soledad, soledad del Sagrario, más cruel que la del Getsemaní, porque quienes deberían adorarte están ocupados en sus asuntos banales. Entra, y lávame con tu preciosísima Sangre; entra, porque estoy aquí porque te amo, porque has atraído la insignificancia de mi ser ante tu majestuosa Presencia sacramental.
           

            Peticiones: respondemos: Por María, Madre de la Eucaristía, escúchanos Señor.
            -Por los sacerdotes, a quienes has encargado la nobilísima tarea de celebrar el Santo Sacrificio del altar, para que sean cada vez más conscientes de su sagrado deber. Oremos.
            -Por los laicos, llamados a ser “luz del mundo y sal de la tierra”, para que dejen de lado los falsos atractivos del mundo y den testimonio de Ti, resucitado y glorioso en la Eucaristía. Oremos.
            -Por los sacrilegios, por las irreverencias en los Templos, por la profanación de los días santos, usados para la diversión y el paseo, y no para adorarte, te pedimos perdón, oh Señor Jesús. Oremos.
-Por los que no te conocen, y viven inmersos en el mundo, para que los ilumines acerca de tu Presencia sacramental, y vengan a adorarte y alegrarse en tu contemplación. Oremos.
           
           
Meditación final: Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, que estás vivo en la Hostia consagrada, debo ya retirarme, para cumplir con mis deberes cotidianos de cristiano, deberes a través de los cuales quiero comunicar al mundo que te encuentras Prisionero de Amor en el sagrario. Finaliza esta hora de adoración, y me retiro, pero al mismo  tiempo, dejo mi corazón al pie del sagrario, y te pido que me concedas la gracia de pensar siempre en Ti, y de tener, en mi mente y en mi corazón, Tu Presencia eucarística. Amén.
           
Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

            Canto de despedida: Te adoramos, Hostia divina.

domingo, 1 de abril de 2012

Hora Santa Reparadora por ola de profanaciones eucarísticas en toda Italia



       Según informes de autorizadas fuentes, en los últimos meses se ha desencadenado una ola de profanaciones eucarísticas en toda Italia, con el objetivo principal de utilizar las Hostias consagradas en misas negras satánicas. Este lamentable hecho ha obligado a un obispo a adoptar una medida extrema en su diócesis: que todos los sagrarios permanezcan vacíos, con la Eucaristía custodiada en un lugar más seguro y bajo llave.
    Reproducimos el artículo periodístico, tal como apareció en algunos sitios en la red, y luego del mismo, a continuación, ofrecemos una Hora Santa reparadora, para implorar misericordia por tan horribles sacrilegios cometidos contra el tesoro más preciado de la Iglesia Católica, la Eucaristía.

03/28/2012 

Mete las hostias en la caja fuerte

(http://vaticaninsider.lastampa.it/es/homepage/reportajes-y-entrevistas/dettagliospain/articolo/eucarestia-eucharist-eucaristia-13888/)  

En toda Italia un gran número de robos sacrílegos de hostias. El arzobispo de Monreale aprueba la custodia protegida de la Eucaristía en las parroquias. Y la Santa Sede da su consentimiento

GIACOMO GALEAZZI
CIUDAD DEL VATICANO

La imagen del tabernáculo vacío y de las hostias conservadas bajo llave en otro lugar parece casi herética, pero en realidad poner en un lugar seguro la eucaristía es una buena costumbre. En la iglesia no hay nada más sacro que la forma consagrada, y sin embargo, desde hace algunos meses se suceden, con diversa gravedad, violaciones y abusos. Empezando por dos musulmanes a los que en Sondrio el sacerdote les puso la hostia en la mano y se la metieron en el bolsillo, y siguiendo por las ráfagas de robos sacrílegos en toda Italia. Ha sido suficiente para justificar un gesto fuerte e insólito por parte de un obispo destinado a crear escuela: custodiar en un lugar protegido en la parroquia las formas como se hace en las casas con las joyas conservadas en la caja fuerte.


 "Es justo ser precavido ante un grave peligro, había que hacer algo determinado", comentan en el Vaticano. En una palabra, la Santa Sede ha confirmado su aprobación a la conservación de las hostias de manera segura para impedir que sean robadas por las sectas satánicas y usadas en las misas negras. Y también en las altas esferas de la CEI la "línea dura" antiprofanaciones encuentra un total apoyo. El cardenal canonista Velasio De Paolis, actual delegado Pontificio para la congregación de los Legionarios de Cristo y durante mucho tiempo en la cúpula del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica y de algunos dicasterio vaticanos, aprueba la "medida excepcional" predispuesta por el arzobispo de Monreale, Salvatore Di Cristina. Ante el fuerte aumento en toda Italia de los robos sacrílegos, es justo esconder las hostias consagradas en lugares seguros y dejar vacíos y abiertos los tabernáculos para impedir que sean forzados. En derecho canónico, explica el purpurado de la Curia, la profanación de la Eucaristía es el peor de los actos que pueda ser cometido. Un delito que se sanciona con la excomunión "latae sententiae" reservada a la Sede Apostólica. "Se incurre "ipso facto", es decir, por el hecho mismo de haberlo cometido y la excomunión es automática", precisa De Paolis a "Vatican Insider".


"La hostia entregada en la mano en vez que en la boca, aumenta el riesgo de que sean sustraídas, profanadas y conservadas con fines sacrílegos, pero Jesús mismo actuó de este modo con los apóstoles -observa el cardenal-. No es solo un hecho simbólico y espiritual que durante la misa el celebrante en el altar se lave las manos antes de tocar el pan en el cual está presente Cristo". Por ello, es "oportuno que se haga todo lo posible para asegurar el máximo respeto a la Eucaristía". La decisión "excepcional y sin embargo legítima" del arzobispo de Monreale, por lo tanto, no es contraria a las leyes de la Iglesia. Y con más razón cuando, en los últimos meses, el boletín de las iglesias que han sido víctima de estos actos, diseña en Italia una "geográfica sacrílega" de alerta roja. Diócesis pequeñas y grandes, en el Sur y en el profundo Norte.



Siempre el mismo guión en el que se deja ver la firma de adeptos a lo oculto: sacristías violadas con instrumentos para forzar sus puertas, robo de los recipientes que contienen las hostias, tabernáculos rotos. Desde los píxides sustraídos en la parroquia de San Giovanni Bosco de Vasto a los cálices con las hostias desaparecidos en la iglesia de San Vito en Paestum, desde las formas robadas en la capilla del hospital de Biancavilla (Catania) a la irrupción nocturna en la parroquia de Santa Caterina sullo Jonio (Catanzaro). En el punto de mira también el santuario de la Madonna delle Grazie de Monza y otros edificios de culto en la diócesis de Milán en Bareggio y Lentate sul Seveso. Y todavía más, ladrones sacrílegos en acción en el Santissimo Nome di Maria de Fornaci Vecchia (Lucca), en la iglesia de Santa Franca de Piacenza, en la Madonna del Monte Nero de Sant'Antonio di Gallura. Con un ensañamiento particular precisamente hacia la diócesis de Monreale: cuatro casos en los últimos tres meses (Villagrazia di Carini, Terrasini, Cinisi, Partinico).


De Norte a Sur, una cadena ininterrumpida de profanaciones que retrata el boom de grupos satánicos denunciado por los informes de las fuerzas del orden y alimentado por el "tam tam" en Internet. Desde Santa Croce sull' Arno de Montegranaro, cerca de Ascoli Piceno, las incursiones en los lugares sacros no tienen otro objetivo que robar las hostias y proyectan la sombra de Satanás en muchos casos de crónica. "La Eucaristía es el bien sumo de la Iglesia, el canon 1367 del Código de derecho canónico lo dice claro -puntualiza De Paolis-. Comete delito quien roba del tabernáculo las hostias consagradas y las trata de manera impía y blasfema.  Por lo tanto, la tutela de las ostias es prioritaria.  Es necesario guardarlas bajo llave fuera del tabernáculo, la excepcionalidad del peligro autoriza unas medidas "ad hoc" que equivalen a una reacción a la defensiva".

         la siguiente Hora Santa es en reparación a estos sacrilegios, y a tantos otros cometidos a lo largo del mundo entero.

         Inicio: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

         Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, adoro vuestra Presencia sacramental eucarística, en reparación por todas las profanaciones y sacrilegios que se cometen contra la Eucaristía a lo largo del mundo; te pido perdón por todos los que son indiferentes y fríos a Tu Presencia de Amor, y por todos los que, teniendo fe en tu Presencia eucarística, con impiedad demoníaca roban las Hostias consagradas, para ultrajarte en las misas negras. Te pido perdón y misericordia por estos hermanos míos, enceguecidos, que no saben lo que hacen, porque si lo supieran, no lo harían.

         Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, adoro vuestra Presencia sacramental eucarística, en reparación por mis pecados, los de mis seres queridos, y los del mundo entero; por tantas veces que hemos preferido los falsos atractivos y placeres del mundo, a la paz y alegría que da la gracia.

         Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, adoro vuestra Presencia sacramental eucarística, en reparación por todas las veces que pudiendo hacer el bien no lo hice, por pereza o por cobardía, y por respetos humanos.

         Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, adoro vuestra Presencia sacramental eucarística, en reparación por las veces que profané mi cuerpo, templo y morada del Espíritu Santo.

         Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, adoro vuestra Presencia sacramental eucarística, en reparación por las Santas Misas mal escuchadas; por las Santas Misas participadas con hastío, con indiferencia, y por las que concurrí por obligación y no por encontrarme Contigo en la Eucaristía.
        
         Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, adoro vuestra Presencia sacramental eucarística, en reparación por la falta de compromiso en mi vida cristiana, falta que me lleva a preferir mis comodidades y mis ocupaciones, antes que ocuparme de obrar la misericordia, corporal y espiritual, para con el prójimo más necesitado.

         Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, adoro vuestra Presencia sacramental eucarística, en reparación por las confesiones hechas sin verdadero arrepentimiento y contrición de corazón;  por las confesiones a la ligera, sin un verdadero propósito de enmienda; por las confesiones en que no era consciente de que eras Tú en Persona quien me escuchaba, aconsejaba y perdonaba, al precio de Tu Sangre, por intermedio del sacerdote ministerial.

         Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, adoro vuestra Presencia sacramental eucarística, en reparación por la oración hecha en forma distraída, sin profundidad, sin piedad, sin tener en cuenta que Tú estabas atento a mi oración, y que yo estaba distraído, sin pensar en Ti.

         Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, adoro vuestra Presencia sacramental eucarística, en reparación por las veces en que no he sabido amar, y me ha faltado perdonar, olvidando que el mandamiento del amor y el amor a los enemigos constituyen la esencia de tu religión.

         Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, adoro vuestra Presencia sacramental eucarística, en reparación por las veces que he renegado de la cruz de cada día, olvidando que solo por el angosto, duro y escarpado Camino Real de la Cruz se llega al Cielo, y no por los anchos y espaciosos caminos descendentes del mundo, que conducen al abismo de donde no se regresa nunca.

         Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, adoro vuestra Presencia sacramental eucarística, en reparación por mis pecados de la lengua, olvidando que de mi prójimo sólo debo hablar contigo, para implorarte misericordia y perdón, sin colocarme en el lugar de juez, que no me corresponde, pues sólo Tú eres el Supremo y máximo Juez de la humanidad.

         Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, adoro vuestra Presencia sacramental eucarística, en reparación por el incumplimiento de mis obligaciones cotidianas, al dejarme arrastrar por la pereza corporal, que me lleva a evitar todo tipo de sacrificios.

         Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, adoro vuestra Presencia sacramental eucarística, en reparación por las innumerables veces que he brindado desamor a las criaturas, manifestado en un trato hosco, hostil, huraño, agresivo, sin acordarme que la causa de mi alegría es tu Resurrección y tu Presencia de Resucitado en la Eucaristía.

         Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, adoro vuestra Presencia sacramental eucarística, en reparación por el poco o nulo agradecimiento a vuestros excesivos actos de Amor para conmigo: el don de la vida; el don de mis padres, de mis hermanos, de mi familia; el don de haber sido hecho hijo de Dios por el bautismo; el don de haber recibido al Espíritu Santo en la Confirmación; el don de recibir tantas veces tu Cuerpo sacramentado; el don de haberme dado como madre mía a tu Madre, María Santísima, para que cuide de mí como cuidó de Ti; el don de tener a Dios por Padre, y tantos y tantos innumerables dones, que en mi egoísmo e ingratitud, nunca los recuerdo ni los agradezco.

         Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, adoro vuestra Presencia sacramental eucarística, en reparación por todos aquellos que van a morir en pecado mortal, para que por medio de tu Madre y nuestra Madre, María Santísima,  les concedas la gracia de la conversión del corazón y una perfecta contrición.

         Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, adoro vuestra Presencia sacramental eucarística, en reparación por todos aquellos que dudan de tu Presencia real en el Sacramento de la Eucaristía, para que ilumines sus mentes y corazones y así te reconozcan y te amen, en el tiempo y en la eternidad.

Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, adoro vuestra Presencia sacramental eucarística, y me ofrezco como alma víctima a vuestra Justicia y Misericordia Divina en reparación por los Sacerdotes y laicos que reanudan nuevamente tu Sagrada Pasión.

         Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, adoro vuestra Presencia sacramental eucarística, y me ofrezco como alma víctima a vuestra Justicia y Misericordia Divina en reparación de mis pecados, por mi conversión y la conversión de mi familia y del mundo entero. Amén.

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).