miércoles, 21 de febrero de 2024

Hora Santa en reparación por sacerdote que profana la Santa Misa oficiando la misma vestido de rapero en Alemania 140323

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la profanación de la Santa Misa realizada por un sacerdote alemán, quien ofició la misma disfrazado de “rapero”. Para mayores detalles, consultar el siguiente enlace:

https://www.diariodecuyo.com.ar/enlasredes/VIDEO-Un-cura-se-vistio-para-la-ocasion-y-rapeo-en-plena-misa-20230314-0023.html

Canto de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

Hay señales de predestinación al Reino de los cielos, como por ejemplo, el tener una fe -la fe católica, la fe del Credo de los Apóstoles- viva, constante, verdadera, activa; otra, es la guarda perfecta de los Mandamientos de Dios, procurando conservar al alma sin pecado mortal; otra señal es la de padecer tribulaciones, ofreciéndolas al Sagrado Corazón por manos de María Santísima; todas estas señales son claros indicios de que un alma está predestinada, desde la tierra, a vivir en la eternidad en el Reino de Dios[1].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Una cuarta señal de predestinación es el dar limosnas y ejercitar la caridad y la misericordia; en la Sagrada Escritura se prometen, a esta señal, el perdón de los pecados y el alcanzar de Dios su Divina Misericordia: “Sed misericordiosos y recibiréis misericordia”. En el libro de Tobías se dice que “la limosna nos libra de la muerte, ella es la que limpia los pecados y hace hallar la vida eterna” (Tob 12). Y David dijo: “Bienaventurado el varón que entiende sobre el necesitado y el pobre; el Señor lo librará en el día malo” (Sal 40), esto es, en el juicio riguroso de Dios, en la hora de la muerte. Dios es misericordioso con aquel que es misericordioso para con sus hermanos.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Una quinta señal de predestinación es la pobreza de espíritu, que consiste en despegar el corazón de los bienes de la tierra y así, a la primera de las bienaventuranzas, que es “ser pobre de espíritu”, se promete el Reino de los cielos. Y Cristo eligió en este mundo a los pobres, pronunciando contra los ricos -contra los que están apegados a los bienes materiales- temerosas sentencias: “¡Ay de vosotros, ricos, que tenéis aquí vuestro consuelo!” y también: “Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los cielos” (Mt 9).

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

La sexta señal de predestinación es la humildad, con la cual consuela San Bernardo a sus monjes: “¿Quién sabe si los nombres de todos los que aquí veo están escritos en el Cielo y anunciados en el libro de los predestinados? Porque me parece que veo algunas señales de vuestra vocación y justificación en el trato de tanta humildad, por lo cual perseverad, carísimos, en la disciplina que habéis comenzado, para que por la humildad subáis a lo alto. Éste es el camino perfecto y fuera de él no hay otro”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

La séptima señal es la caridad de Dios y del prójimo, porque el Salvador del mundo dijo: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os amareis los unos a los otros”. Y en la oración que nos enseñó, puso como condición de perdonarnos Dios nuestros pecados, si perdonáremos nosotros a quienes nos injuriasen. También el Sabio dice: “Deja al prójimo que te hizo daño y entonces, cuando orares, se te desatarán tus pecados”.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre.

 

 

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 590ss.

viernes, 2 de febrero de 2024

Hora Santa en reparación por representación de Cristo LGBT en Sevilla 270124


 


Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la representación de un Cristo resucitado con aspecto lejos de la piedad cristiana y afín a la ideología LGBT.

Canto de entrada: “Postrado a vuestros pies humildemente”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

         En la Sagrada Escritura se pueden encontrar señales de que está el alma predestinada a morir en gracia, es decir, a salvar su alma por la eternidad y a evitar por lo tanto la eterna condenación en el Infierno[1]. Una señal es la de tener una fe católica (la fe del Credo de los Apóstoles, la que reza la Iglesia los Domingos) viva, constante y verdadera y así se dice de Abraham, “que le fue imputado a justicia y santidad, por lo cual se salvó” y lo mismo de Noé.

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

         La fe se manifiesta como viva cuando se arde en deseos de que Cristo sea conocido, amado y adorado en el mundo entero, al tiempo de que se aborrezcan las herejías y de que se estime y respete el culto divino y la Sagrada Escritura y se aparten las gentes de todo lo mundano, lo pagano, lo oculto y esotérico, todo lo que ofende a Dios Nuestro Señor, además de que se lleven a cabo por doquier obras de misericordia corporales y espirituales. Cada uno debe examinarse en cómo le va en estas cosas y procurar esmerarse en ellas.

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

         Otra señal de predestinación a la vida eterna en el Reino de los cielos es la guarda constante y perfecta de los Mandamientos de la Ley de Dios (que comprenden los Consejos Evangélicos de Nuestro Señor Jesucristo, que son una ampliación y profundización de los Mandamientos), conservándose sin cometer pecado alguno grave y permaneciendo delante de Dios en verdad. El mismo Cristo dijo: “Si quieres entrar en la vida, guarda los Mandamientos” (Mt 19). Por esto fue oída la oración del rey Ezequías, cuando dijo: “Acordaos, oh Señor, cómo he andado delante de Vos en verdad” (Is 38).

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

         Una tercera señal es padecer tribulaciones, para lo cual dijo el Ángel a Tobías: “Porque eras acepto a Dios, fue necesario que la tentación te probase” (Tob 12). El mismo Salvador, que fue cabeza de los predestinados, dijo que “convino que padeciese para entrar de esta manera en su gloria” (Lc 21). Entonces, el padecer tribulaciones y aflicciones, es signo de ser receptor de la benevolencia divina en esta vida; por eso dice el Apóstol que “Dios azota a quien tiene por hijo” (Heb 12). Y el mismo Señor dice: “Yo reprendo a los que quiero bien” (Apoc 15).

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

         Dios cela mucho a los suyos porque los ama y así no les consiente pecar sin castigarlos luego: “Este Dios celador -dice Orígenes-, si desea y pretende que tu alma se llegue a Él, si te guarda de pecado, si te corrige, si te castiga, si se indigna contigo, si se aíra y está como abrasado de celos, conoce en estas cosas que tienes esperanza de tu salvación eterna”. San Ambrosio dice que como la vid atada se levanta y podada no se disminuye, antes bien se aumenta, así los cristianos, mientras son atados, suben y humillados, se ensalzan y heridos, son coronados. No reniegue el alma que sufre tribulaciones, puesto que señal es de bondadosa predestinación divina a la eterna salvación.

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al cielo iré y la contemplaré”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre.

 

 

        



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 590.