miércoles, 27 de noviembre de 2019

Hora Santa en reparación por profanación de Hostias consagradas en Goya, Argentina 251119


Profanación en Capilla Inmaculada Concepción. Crédito: Capilla Inmaculada Conepción.

Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación y desagravio por la profanación eucarística ocurrida en una capilla dedicada a la Inmaculada Concepción en la ciudad de Goya, Corrientes, Argentina. Para mayor información acerca del lamentable hecho, consultar el siguiente enlace:


         Canto inicial: “Oh Buen Jesús, yo creo firmemente”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

         Los dones del Espíritu Santo que se reciben con la gracia son –afirma un autor- “unas calidades soberanas que nos disponen para oír las inspiraciones del Santo Espíritu de Dios y nos ayudan a movernos según sus divinas inspiraciones”[1]. La diferencia con las virtudes infusas es que estas últimas se dan para obrar excelentemente, por propia elección, según el libre y propio arbitrio –aunque siempre ayudados por la gracia-, mientras que los dones el Espíritu Santo son para obrar, movido el hombre por el Espíritu de Dios, según el Querer de este Santo Espíritu.

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

         El profeta Isaías significó el bien de los que están en gracia cuando pregunta: “¿Quiénes son éstos que, como nubes vuelan y como palomas?”[2]. Con las palomas representa las virtudes y con las nubes, los dones del Espíritu Santo. Esto lo dice porque los siervos de Dios, los que están movidos por la gracia, han de “ser levantados del mundo y no han de andar por la tierra, sino volar vecinos al cielo” y así los compara con las palomas voladoras y las nubes, porque cuando obran por las virtudes sobrenaturales vuelan como las palomas y cuando obran por los dones del Espíritu Santo, son como las nubes que, sin voluntad propia, movidas por el viento y elevadas con impulso exterior, se encuentran en una posición más alta[3]. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que nuestro obrar esté siempre guiado por las virtudes y los dones del Espíritu Santo!

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

         Santo Tomás afirma que en el hombre hay dos principios con los que puede obrar virtuosamente: uno interior, que es la razón; otro, que no es del hombre, sino algo fuera de él, que viene de Dios. Entonces, así como se necesitan las virtudes para que el hombre se mueva según la razón, así se necesitan los dones de Dios para que el hombre se mueva según Dios y esto lo proporciona la gracia santificante[4]. Estas altísimas perfecciones que son los dones de Dios son los dones del Espíritu Santo que con la gracia son concedidos.

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

         Al serle concedidos los dones del Espíritu Santo, estos disponen al hombre para actos más excelentes y heroicos que los de las virtudes solas; por los dones, se mueve con más facilidad y alegría que para con las virtudes. Esto, porque en las obras sobrenaturales no ha de faltar un modo de obrar por las virtudes infusas ordinarias y otro más excelente y divino por los dones del Espíritu Santo, que es un movimiento más por instinto divino que por elección humana[5]. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que siempre seamos dóciles a las mociones del Espíritu Santo!

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

         Los divinos dones del Espíritu Santo son siete, cuatro intelectuales, necesarios para ilustrar el entendimiento y tres para la voluntad, para que ésta ejecute obras excelentes  y divinísimas[6]. Es este obrar con los dones del Espíritu Santo –y además con las virtudes infusas- que concede la gracia, lo que distingue a justos de pecadores, a santos de hombres vulgares y es lo que le concedió, a los santos, el ganar el Reino de los cielos para toda la eternidad.

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 288.
[2] Cfr. Is 60.
[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 288.
[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 289.
[5] Cfr. Nieremberg, ibidem, 289.
[6] Cfr. Nieremberg, ibidem, 290.

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