martes, 31 de enero de 2023

Oración a Jesús Misericordioso para una buena muerte


 

Oración a Jesús Misericordioso para una buena muerte

          Señor mío Jesucristo, Dios de bondad, Padre de misericordia, me presento ante vos con el corazón humillado y contrito y os encomiendo mi última hora y lo que después de ella me espera.

          Cuando mis pies perdiendo su movimiento, me adviertan que mi carrera en este mundo está próxima a su fin, Jesús Misericordioso, tened compasión de mí.

          Cuando mis manos, trémulas y entorpecidas, no puedan ya estrechar el crucifijo y a pesar mío, lo deje caer sobre el lecho de mi dolor, Jesús Misericordioso, tened compasión de mí.

          Cuando mis ojos, vidriados y desencajados por el horror de la inminente muerte, fijen en Vos sus miradas lánguidas y moribundas, Jesús Misericordioso, tened compasión de mí.

          Cuando mis labios, fríos y convulsos, pronuncien por última vez vuestro adorable Nombre, Jesús Misericordioso, tened compasión de mí.

          Cuando mi cara, pálida y amoratada cause pena y terror a los circunstantes y mis cabellos, bañados con el sudor de la muerte, erizándose en la cabeza anuncien que está cercano mi fin, Jesús Misericordioso, tened compasión de mí.

          Cuando mis oídos, próximos a cerrarse para siempre a las conversaciones de los hombres, se abran para oír de vuestra boca la sentencia irrevocable que ha de fijar mi suerte por toda la eternidad, Jesús Misericordioso, tened compasión de mí.

          Cuando mi imaginación, agitada por horrendos fantasmas, me causen mortales congojas y mi espíritu perturbado con el temor de vuestra justicia por el recuerdo de mis iniquidades, luche con el infernal Enemigo, que quisiera quitarme la esperanza en vuestra misericordia y precipitarme en los horrores de la desesperación, Jesús Misericordioso, tened compasión de mí.

          Cuando mi corazón, débil y oprimido por el dolor de la enfermedad se vea sobrecogido por el temor de la muerte, fatigado y rendido por los esfuerzos hechos contra los enemigos de mi salvación, Jesús Misericordioso, tened compasión de mí.

          Cuando derrame las últimas lágrimas, síntomas de mi destrucción, recibidlas, Señor, como un sacrificio de expiación, a fin de que yo muera como víctima de penitencia y en aquel momento terrible, Jesús Misericordioso, tened compasión de mí.

          Cuando mis parientes y amigos, juntos alrededor mío, se estremezcan al verme y me encomienden a Vos, Jesús Misericordioso, tened compasión de mí.

          Cuando perdido el uso de los sentidos, el mundo todo desaparezca de mi vista y gima yo entre las angustias de la última agonía y los afanes de la muerte, Jesús Misericordioso, tened compasión de mí.

          Cuando los últimos suspiros del corazón esfuercen al alma para salir del cuerpo, acéptalos, Señor, como hijos de una santa impaciencia de ir a Vos y entonces, Jesús Misericordioso, tened compasión de mí.

          Cuando mi alma salga para siempre de este mundo, dejando el cuerpo pálido, frío y sin vida, aceptad la destrucción de él como un homenaje que rindo a Vuestra Majestad y en aquella hora, Jesús Misericordioso, tened compasión de mí.

          En fin, cuando mi alma comparezca ante Vos y vea por primera vez el esplendor de Vuestra Majestad, no la arrojéis de Vuestra Presencia, dignaos recibirme en el seno de Vuestra Misericordia para que cante eternamente vuestras alabanzas y entonces, ahora y siempre, Jesús Misericordioso, tened compasión de mí.

          Oración:

          ¡Oh Dios mío, que, al condenarnos a muerte nos habéis ocultado su momento y hora, haced que viviendo en la justicia y santidad todos los días de mi vida, merezca salir de este mundo en vuestro santo Amor. Por los méritos de Nuestro Señor Jesucristo, que es Dios y vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo. Amén!

(Indulgencia plenaria una vez al mes)

lunes, 30 de enero de 2023

Hora Santa en reparación por confundir a un ser humano con Dios Argentina 300123

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por una ofensa realizada -suponemos sinceramente que fue hecha sin mala intención- contra la majestad de Dios Padre, al reemplazarlo por un ser humano. Somos argentinos, nos gusta el fútbol, damos gracias a Dios por habernos dado al mejor jugador del mundo, pero no podemos aceptar que el Santo Nombre de Dios sea reemplazado por el de un ser humano (al cual, por otra parte, tenemos gran afecto).

Para mayores datos, consultar el siguiente enlace:

https://www.youtube.com/watch?v=3twL5CUsbao

Canto de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

Como siempre, son los santos los que nos guían por el sendero de la santidad: nadie como ellos, ha experimentado la necesidad imperiosa de recibir la Sagrada Comunión diariamente. San José de Cupertino, quien comulgaba todos los días, decía a sus hermanos en religión: “Sabed que el día que no pueda recibir al Corderillo (así llamaba íntimamente al Cordero de Dios, Jesús Eucaristía), pasaré a la otra vida”[1]. En efecto, solamente un día la virulencia del mal le impidió recibir a Jesús Eucaristía, ¡el día que ingresó en el Reino de los cielos!

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Cuando el padre de Santa Gema Galgani, preocupado por la salud de su hija, le reprochó que salía todas las mañanas demasiado temprano para ir a Misa, exponiéndose al excesivo frío, oyó que su hija le respondía: “Pero padre, me hace daño estar alejada de Jesús Sacramentado”[2].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Desde que Santa Catalina de Génova se enteró de la prohibición que pesaba sobre la ciudad de celebrar la Misa y de distribuir la Comunión, se iba todas las mañanas a pie a un santuario lejano fuera de Génova para poder comulgar. Se le dijo que era una exagerada y la Santa respondió: “Si tuviera que recorrer una milla y otra por encima de carbones encendidos, solo para llegar a recibir a Jesús, diría que aquel camino era fácil como una alfombra de rosas”[3].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Es por esto que debemos aprender nosotros las lecciones que nos dan los santos, puesto que la mayoría tenemos la iglesia y por lo tanto la Sagrada Comunión a pocos pasos, para recibir a Jesús Eucaristía todos los días o casi todos los días. Y aunque esto costara algún sacrificio, ¿no valdría acaso la pena? ¿No sería una recompensa infinitamente inmerecida, recibir al Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, solo por dar unos cuantos pasos?

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Los santos nos enseñan todavía más, pues el amor que los unía a Jesús Eucaristía no tenía medida. Así, por ejemplo, San Pío de Pietrelcina, dijo una vez a una hija espiritual suya que se enorgullecía del heroísmo que hacía todos los días yendo a comulgar: “Hija mía, si se pudiera, haría de todo corazón ¡diez comuniones diarias!”. Y una vez que un hijo espiritual se acusó en la Confesión de haber comulgado, por puro olvido, dos veces en la misma mañana, le dijo el Padre Pío: “¡Feliz olvido!”[4].

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo la Virgen María”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre Francisco.

 



[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Testimonios de Autores Católicos Escogidos, Madrid 2006, 85.

[2] Cfr. Manelli, ibidem, 85.

[3] Cfr. Manelli, ibidem, 85.

 

[4] Cfr. Manelli, ibidem, 86.

Hora Santa en reparación por nueva blasfemia de la sacrílega artista Madonna 260123

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por una nueva burla blasfema y sacrílega realizada por la penosa cantante llamada Louise Ciccone -nombre “artístico” Madonna-, en la que irrespetuosamente se viste, en tono de burla, de Nuestra Señora de los Dolores. Para mayores datos acerca de este lamentable hecho, consultar el siguiente enlace:

https://www.youtube.com/watch?v=XZv8ZxZ2co4

Canto de entrada: “Sagrado Corazón, eterna alianza”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

Una vez le preguntaban al célebre biólogo Banting por qué perseveraba tanto en comulgar todos los días y contestaba así: “¿Habéis pensado, por casualidad, qué pasaría si no cayese todos los días el rocío del cielo? Ninguna planta se podría desarrollar. Las hierbas y las flores no se recuperarían de la transpiración que el calor diurno provoca de una manera o de otra. La recuperación de fuerzas, la refrigeración, el equilibrio de los humores linfáticos y la misma vida de las plantas se debe al rocío…”. Después de una pausa, continuó: “También mi alma es como una planta pequeña; algo delicado sobre lo que es el viento y el calor caen diariamente. Entonces es necesario que yo vaya cada mañana y haga acopio de rocío espiritual, recostándome en la Santa Comunión”[1].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

San Francisco de Sales, con relación a la Comunión cotidiana, decía: “Los que tienen pocos asuntos deben comulgar con frecuencia porque lo pueden hacer cómodamente; los que tienen muchos asuntos deben hacerlo con frecuencia porque tienen necesidad de la Comunión”[2]. En otras palabras, sea que tengamos pocos o muchos asuntos en la vida diaria, para todo necesitamos al Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

San José Cottolengo recomendaba a los médicos de la “Casa de la Divina Providencia” que oyeran Misa y comulgasen antes de ponerse a hacer las difíciles operaciones quirúrgicas, porque decía: “La medicina es una gran ciencia, pero el Gran Médico es Dios”. No en vano uno de los títulos de Jesucristo es el de “Maestro Divino”, puesto que con su gracia, según su voluntad, puede curar cualquier tipo de enfermedad corporal, mental o espiritual.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

San José Moscati se ingeniaba de manera que no se perdía ninguna Comunión, todos los días, y si algún día le era imposible comulgar, aquel día no tenía valor para hacer las visitas médicas, porque decía: “Sin Jesús no tengo luces suficientes para los pobres enfermos”. Y él, como médico, daba, como primera medicación, el acudir al Sacramento de la Penitencia y luego recibir la Sagrada Comunión[3].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Quien no se alimenta de la Eucaristía, esto es, quien no recibe lo más frecuentemente posible del Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, es similar a quien, disponiendo de un manjar exquisito a su disposición, todos los días, decide pasar hambre, sin ninguna necesidad, habiendo algunos que, en el extremo de su debilidad, llegan a morir por falta de nutrientes. Si Dios, Padre celestial, nos ofrece en cada Santa Misa el Manjar de los manjares, la Carne del Cordero de Dios, el Pan de Vida eterna y el Vino de la Alianza Nueva y eterna, ¿por qué privarnos de tan exquisito manjar?

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo la Virgen María”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre Francisco.

 



[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Testimonios de Autores Católicos Escogidos, Madrid 2006, 84.

[2] Cfr. Manelli, ibidem, 84.

[3] Cfr. Manelli, ibidem, 84.

domingo, 29 de enero de 2023

Hora Santa en reparación por asesinato de sacristán a manos de terrorista musulmán en Algeciras, España 260123

 



          Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el cobarde asesinato de un sacristán católico en Algeciras, España, a manos de un terrorista musulmán, integrante armado de la “yihad” islámica. Para obtener mayores detalles acerca de este infame asesinato de un integrante del Islam, consultar el siguiente enlace:

https://es.euronews.com/2023/01/26/espana-el-asesinato-de-un-sacristan-en-una-iglesia-de-algeciras-conmociona-a-la-comunidad

Canto de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

Si hay algo que caracteriza a nuestro mundo de hoy es la falta de alegría, de una alegría verdadera, sana, que perdure, que no sea fugaz. Si acudiéramos a la Sagrada Comunión todos los días, obtendríamos alegría, pero no una alegría cualquiera, sino a la Alegría Increada en Sí misma, Diso Hijo encarnado, Jesucristo. No en vano Santa Teresa de los Andes dijo: “Dios es Alegría infinita”. Si comulgáramos en gracia todos los días, nuestros días en la tierra tendrían la alegría que es el anticipo de la Vida Eterna.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Ahora bien, la Sagrada Comunión -diaria, en lo posible-, no solo es fuente de alegría: también es surgente inagotable de todo lo que nuestras almas necesitan en la vida de todos los días: la Eucaristía es Fuente Increada y eterna de amor, de fuerza, de luz, de paz, de serenidad[1] y de toda clase de virtudes de las que estemos necesitados. Al menos por conveniencia -lo óptimo es comulgar por amor al Amor de los amores-, comulguemos todos los días.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Si hay algo que no puede comprenderse, en nuestros días, es que los católicos -al menos la mayoría de ellos-, cuando tienen algún problema, o cuando necesitan ayuda de orden moral, espiritual, acuden literalmente a cualquiera -incluidos y en primer lugar, a los enemigos de Dios- para que les brinde algún tipo de ayuda y no se dan cuenta que todo, absolutamente todo lo que necesiten, lo tienen al alcance del corazón. Basta recibir a Jesús Eucaristía con el corazón purificado por la gracia del Sacramento de la Penitencia, y Jesús comenzará a obrar indefectiblemente.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

El mismo Jesús nos alienta y nos anima, desde el Evangelio, a recibirlo cotidianamente, como alimento super-substancial del alma, cuando dice: “Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba” (Jn 7, 37). Si alguien lo recibe -en gracia, con amor, con piedad-, el desierto de su corazón se convertirá en “fuente de agua viva” que “brotará hasta la eternidad” (cfr. Jn 4, 14). ¿Por qué? Porque el Sagrado Corazón de Jesús es la Fuente de la Gracia Increada y quien lo reciba en la Comunión, será sumergida en esa Fuente de Vida eterna. Si alguien nos ofreciera darnos todos los días una fortuna en oro, acudiríamos dichosos, todos los días, a recibir esa fortuna. ¿Acaso no vale la Eucaristía más que todo el universo creado, el visible y el invisible? Entonces, ¿por qué no acudimos a recibir al Pan de los Ángeles?

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Santo Tomás Moro, Gran Canciller de Inglaterra, muerto mártir por oponerse al cisma anglicano, oía Misa todas las mañanas y comulgaba. Algunos intentaron advertirle que esa asiduidad lo colocaba en el centro de la mira de los enemigos de Dios y de la Iglesia y que además no era conveniente que un laico inmerso en los asuntos del Estado comulgara todos los días. Pero el santo respondía: “Vosotros me oponéis todas las razones que a mí, en cambio, me convencen más para recibir la Comunión todos los días. Mi disposición es grande y con Jesús aprendo a recogerme. Las ocasiones de ofender a Dios son frecuentes y yo todos los días saco fuerzas de Él para alejarlas. Necesito luces y prudencia para despachar asuntos muy difíciles y todos los días puedo consultar a Jesús en la Comunión: Él es mi gran Maestro”[2]. El Gran Canciller se postraba ante el Rey de reyes, Jesús Eucaristía, y de Él recibía la luz, la inteligencia, la prudencia y la fortaleza para los delicados asuntos que debía afrontar en tiempos tan difíciles para la Iglesia Católica.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al cielo iré y la contemplaré”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre Francisco.

 

 



[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Testimonios de Autores Católicos Escogidos, Madrid 2006, 83.

[2] Cfr. Manelli, ibidem, 83.

viernes, 20 de enero de 2023

Hora Santa en reparación por sacrilegio cometido por el presidente de la Asociación de Fútbol Argentino 210123

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el Santo Rosario meditado en reparación por el infame video sacrílego emitido por el presidente de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA), en el que se provoca burla del Credo católico, reemplazando, entre otras cosas, a Dios Padre con la figura de un ser humano. Para mayores datos acerca de este vergonzoso e infame video, consultar el siguiente enlace:

https://www.aciprensa.com/noticias/un-video-que-iguala-a-maradona-y-messi-con-dios-causa-polemica-en-argentina-64489

Canto de entrada: “Cristianos venid, cristianos llegad”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

La Eucaristía es el “Pan bajado del cielo” y en cuanto Pan, es verdadero alimento, porque nutre al alma con la substancia divina trinitaria, haciéndola partícipe de la naturaleza y del ser divino de Dios Uno y Trino. Es esto lo que nos revela Jesús cuando en el Evangelio dice: “Yo Soy el Pan vivo bajado del cielo, el que coma de esta pan no morirá, sino que tendrá la vida eterna”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Puesto que es verdadero alimento, un alimento super-substancial, la Eucaristía es, como dicen algunos autores, el alimento celestial con el cual debemos alimentar nuestras almas. San Pedro Julián Eymard dice: “La Comunión es tan necesaria para nosotros para sostener nuestra vida cristiana, como es necesaria a los Ángeles la visión de Dios para mantener su vida gloriosa”[1].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Y así como alimentamos al cuerpo todos los días, así también debemos alimentar al alma todos los días. Nos enseña San Agustín: “La Eucaristía es un pan cotidiano que se toma como remedio de nuestra cotidiana debilidad”. Y San Carlos Borromeo recalca: “Hace falta comer este Pan, como hace falta comer el pan de nuestro cuerpo”. A su vez, San Pedro Julián Eymard agrega: “Jesús no ha preparado solamente una Hostia, sino una para cada día de nuestra vida. Nuestras Hostias están preparadas, no perdamos ni una sola”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Afirma otro autor: “Jesús es la Hostia de amor, de un amor tan suave y saludable que hace exclamar a Santa Gema: “Siento gran necesidad de ser revigorizada por aquel alimento tan dulce que me da Jesús. Este trato de amor que Jesús tiene cada mañana conmigo me enternece y atrae hacia Él todos los afectos de mi corazón”[2].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Para los santos, la Comunión diaria es una exigencia imperiosa de Vida y de Amor, correspondiente al anhelo divino de Jesús de darse para ser la Vida y el Amor de todas las almas. El Santo Cura de Ars decía: “Toda Hostia consagrada está hecha para consumirse de amor en un corazón humano”. Y Santa Teresita escribía a la Hermana: “Jesús no baja todos los días desde el Cielo para quedarse en un copón de oro, sino para quedarse en otro cielo, el de nuestra alma, donde Él encuentra sus delicias” y cuando un alma se cierra y no quiere recibir a Jesús en su corazón, “Jesús llora”; “por esto -continúa Santa Teresita- cuando el diablo no puede entrar en el santuario de un alma por el pecado, quiere que al menos esté vacía, sin dueño y alejada de la Comunión”[3].

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al cielo iré y la contemplaré”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 



[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Testimonios de Autores Católicos Escogidos, Madrid 2006, 83.

[3] Cfr. ibidem, 82.

miércoles, 18 de enero de 2023

Hora Santa en reparación por baile sacrílego en Catedral de San Juan de Puerto Rico, 150123

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por un baile sacrílego realizado en el transcurso de la Santa Misa en la Catedral de San Juan de Puerto Rico. Para mayores detalles acerca de este sacrilegio, consultar el siguiente enlace:

https://www.youtube.com/watch?v=Aye1I3yB2kA

Canto de entrada: “Cristianos venid, cristianos llegad”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

El santo obispo Manuel González, llamado “el obispo de los sagrarios abandonados”, hacía adoración eucarística en todas las iglesias, pero sobre todo en aquellas iglesias o capillas en las cuales Jesús Eucaristía se encuentra solo y abandonado. Ahora bien, no solo el santo obispo Manuel González está llamado a la oración y a la adoración eucarística, sino todos los católicos, todos los bautizados, todos y cada uno de nosotros, porque Jesús está en el sagrario, como dice el santo, como “prisionero de Amor”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Si alguien se preguntara: “¿Cuál es la razón por la que Jesús Eucaristía se queda en el sagrario, como “prisionero de Amor”?, nosotros deberíamos responder que la razón es que Jesús Eucaristía se queda en el sagrario solo para darnos el Amor de su Corazón Eucarístico. Es decir, Jesús Eucaristía está en el sagrario para mí y solo para mí y si yo fuera el único habitante de la tierra, Jesús permanecería en el sagrario solo exclusivamente para mí[1].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Jesús está en el sagrario, entonces, para donarse a mi alma con todo su Ser y con todo el Amor Divino que brota de su Ser divino trinitario y este Amor, contenido en el Pan Eucarístico, es alimento para el alma y si es alimento, es vida, pero no en un sentido metafórico o simbólico, sino en un sentido real, puesto que la Eucaristía es el “Pan de Vida eterna”, como dice Jesús, desde el momento en que la Eucaristía es Dios, que es la Vida eterna en Sí misma. Jesús se queda en el sagrario para alimentarme con el manjar de los ángeles, el Divino Amor, que brota de su Sagrado Corazón Eucarístico.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Jesús Eucaristía es entonces el alimento de mi alma, el alimento que nutre mi alma con la vida misma de Dios, que es Uno y Trino. Por esto es que Jesús dice de Sí mismo: “Yo Soy el Pan de Vida”, porque Él es la Vida eterna de la Trinidad contenida en apariencia de pan, contenida en la Eucaristía. Así como alimentamos nuestro cuerpo con alimento material, así debemos alimentar el alma con alimento espiritual y el Único alimento exquisito con el que debemos alimentar nuestras almas es la Eucaristía, el “Pan Vivo bajado del cielo”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Si nos alimentamos de la Eucaristía, tendremos en nosotros vida, pero no esta vida que por naturaleza poseemos, sino la Vida misma de la Trinidad, la Vida misma de las Tres Divinas Personas. Es esto lo que entendían los primeros cristianos, entendían que recibir a Cristo en la Eucaristía era recibir la Vida misma de la Trinidad y esto lo dice San Agustín, quien afirma que sus fieles de África llamaban a la Eucaristía con la palabra “Vida” y así, cuando debían acudir a la Santa Misa dominical, decían: “Vamos a la Vida”, es decir, sustituían “Eucaristía” por “Vida”, porque la fe les hacía comprender que la Eucaristía es el mismo Dios Hijo en Persona, que en cuanto Dios es su misma eternidad, es la eternidad en Sí misma. Alimentándonos en el tiempo de la Eucaristía, comenzamos ya a vivir, en germen, la Vida eterna que nos concede el Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al cielo iré y la contemplaré”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 



[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Testimonios de Autores Católicos Escogidos, Madrid 2006, 81.