miércoles, 31 de julio de 2019

Hora Santa en reparación por robo de Hostias consagradas en Lerdo de Tejada, México 290719



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación y desagravio por el robo de Hostias consagradas –para ser usadas sacrílegamente en rituales satánicos- en Lerdo de Tejada, México, el pasado mes de julio. La información pertinente al lamentable hecho se encuentra en el siguiente enlace:


          Canto inicial: “Cantemos al Amor de los amores”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

         Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación

¿Qué es la gracia y qué provoca en el alma?[1] Según Alejandro de Alés, la gracia “es un candor o blancura de luz eterna, que clarifica el entendimiento, inflama la voluntad y hermosea toda el alma”[2]. Y así como el rayo de sol, al incidir en un espejo, forma una imagen expresa del sol, la cual es casi tan hermosa y luciente como el mismo sol, así también por la gracia reverbera en el alma un retrato divino, llamado “imagen de Dios” por Santo Tomás, de manera que deja al alma toda endiosada, pareciéndose a Dios[3].

Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación

         Es verdad que se puede comparar y hacer una representación de Dios con los rayos del sol, que hacen reflexión natural en un espejo, puesto que de manera análoga se causa la representación de Dios por la gracia en el alma; ahora bien, hay diferencias, porque el rayo que da en el espejo no trae a sí la misma substancia del cuerpo solar, porque no está el sol en el mismo espejo, pero la gracia que se infunde en el alma trae consigo la misma substancia del Espíritu Santo, porque se infunde con la gracia en el alma la misma persona del Espíritu Santo, convirtiéndose así el alma como en un relicario viviente de Dios.

         Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación

         Supongamos e imaginemos lo siguiente: que dentro de un hermoso cristal estuviese el sol entero[4]: ¿habría por si acaso alguien capaz de soportar su visión? ¿Y si fuese dado al hombre ver un cuerpo transparente y revestido de sol, como el de la Mujer del Apocalipsis? Por supuesto que los ojos corporales no resistirían tales visiones, pues exceden en mucho sus capacidades. Si esto es así, ¿cómo podría el corazón humano sufrir, y también el más perspicaz ingenio o inteligencia humana, con sólo sus fuerzas naturales, ser capaces de sobrellevar el impacto que produce la sobrehumana hermosura sobrenatural de un alma que está llena del Espíritu Santo y emana de sí rayos de luz divina?

          Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación

         Un alma en pecado es algo similar o peor a un monstruo del infierno, pero la gracia tiene el poder de trocarla en algo tan magníficamente hermoso, que hasta los ángeles mismos del cielo se admiran de ella[5]. Y la razón es que por la gracia el alma se hace semejante al Nuevo y Segundo Adán, el definitivo Adán, Cristo Jesús, el Hombre-Dios. Esta conversión la narra así San Juan Crisóstomo: “Si uno tomase para curar a quien estuviese todo lleno de pies a cabeza de sarna o lepra, además de otras enfermedades incurables y encima fuese un viejo decrépito, pobre y hambriento y a este tal de repente, de estado tan feo y abominable, le hiciese hermosísimo y gallardo, sanísimo y sin enfermedad alguna y de viejo se volviese mozo, permaneciendo en la flor de la edad y además le ataviase con riquísimas sedas y trajes y le pusiese una corona; si esto sucediera, sólo sería una lejana imagen de lo que Dios hace con el alma que, del pecado, pasa al estado de gracia”.

         Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación

         Afirma un autor[6] que es tal la hermosura de la gracia, que no sólo los hombres morirían de gozo si la vieran, y no sólo los ángeles de Dios se maravillan de ella, sino que al mismo Señor de los cielos y ángeles enamora tanto, que le hace como salir de Sí, según dice San Dionisio. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que nunca nuestra ceguera nos quite la hermosura de la gracia, para que jamás la fealdad del pecado roce siquiera nuestras almas!

         Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria pidiendo por la salud e intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canción de despedida: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 206.
[2] 3. P., q. 99.
[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 206.
[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 207.
[5] Cfr. Nieremberg, ibidem, 207.
[6] Cfr. Nieremberg, ibidem, 208.

martes, 30 de julio de 2019

Hora Santa en reparación por los que practican el ocultismo 270719



         Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por todos los que practican el ocultismo y toda forma de satanismo y de las llamadas “ciencias ocultas”. Recordemos que esta práctica no tiene nada de inocua ni inocente, pues implica siempre la ofensa directa a Dios Uno y Trino, a su Mesías Cristo y a la Madre de Dios, por lo que su reparación es siempre actual, urgente y necesaria.

         Canto inicial: “Tantum ergo, sacramentum”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

         Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación

         En el Cantar de los Cantares se celebra –afirma un autor- la belleza de un alma en gracia[1]. Ahora  bien, cuánta sea esta hermosura, no puede ser ni siquiera imaginado ni tampoco siquiera ser pensado por la creatura, porque si la belleza de un alma al estado natural, sin pecado, es algo inimaginablemente más hermoso que la más grande hermosura de todos los cuerpos juntos, ¿qué será esta misma alma, en su belleza, cuando esté adornada por la hermosura de la gracia divina?

         Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación

         Un autor, Blosio[2], dice: “Es tan grande la belleza y la hermosura del alma racional, mientras no estuviera afeada por las manchas del pecado, que si la pudieras ver claramente, no sabrías dónde estás –si en el cielo o en la tierra, N. del R.-, de puro gozo que tuvieras”. Es decir, quien contemplara a un alma sin pecado en su hermosura, dada por la gracia, que le parecería más bien estar no en la tierra sino en el cielo, en la gloria de Dios y le parecería estar venerando a una imagen viviente de Dios.

         Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación

         Afirma un autor[3] que a Santa Catalina de Siena Dios le hizo el favor de poder ver un alma en gracia y que cuando sólo pensaba en ella, quedaba suspendida y enajenada de los sentidos, al meditar en cuán grande era la hermosura que daba la gracia. Por esto la santa decía a su confesor: “¡Oh Padre, si vieras la belleza y hermosura de un alma en gracia, no dudo sino que por una sola te pusieras a morir muchas muertes!”. Ahora bien, si la hermosura de la gracia ajena –y de una sola- merece que se den por ella mil vidas y más todavía, ¿cuánto más se debe dar una vida por conservar la propia? ¡Y cuán lastimosa cosa es, que por no negarse un gusto la pierdan los hombres y se conviertan así en monstruos infernales!

         Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación

         Se narra que Santa Catalina de Siena, cuando veía a algún predicador que se empeñaba en convertir a los pecadores, besaba con devoción el suelo que habían pisado sus pies[4]. Cuando le preguntaban la causa por la que hacía esto, contestaba que era porque Dios le había dado a entender la hermosura de un alma en gracia y que por eso estaba abrasada en deseos de que todas las almas del mundo resplandeciesen con esta divina belleza y por esto también tenía por bienaventurados a los que se ocupaban en sacar alma del pecado y restituirlas a la gracia.

         Silencio para meditar. 

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación

San Juan Evangelista tuvo el privilegio de ver un ángel de Dios[5], es decir, uno de los ángeles fieles y por lo tanto revestido de la gracia y fue tal el impacto que su hermosura le causó, que se postró ante sus pies y se dispuso a adorarlo, cosa que habría hecho si el mismo ángel no se lo hubiera impedido enérgicamente. Así y todo, pudo soportar tan celestial hermosura por un especial auxilio del cielo. Entonces, si los ojos corporales no puede soportar el ver la reflexión de la imagen del sol que reverbera de un espejo, tampoco pueden las fuerzas naturales del entendimiento humano soportar la hermosura y resplandor de la imagen de Dios, que reverbera en el que está en gracia, como desde un cristalino espejo.

          Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria pidiendo por la salud e intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canción de despedida: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.




[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 204.
[2] Spec., cap. 3.
[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 205.
[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 206.
[5] Ap. 6.

miércoles, 24 de julio de 2019

Hora Santa en reparación por la incitación a los niños al satanismo y a la brujería por medio de la moda 240719



         Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación y desagravio por la incitación, por parte de una marca de ropa infantil, a los niños al satanismo y la brujería. La información sobre el lamentable episodio se encuentra en el siguiente enlace:


         Canto inicial: “Cristianos venid, cristianos llegad”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación

La gracia santificante convierte al alma, de la fealdad del pecado, a la hermosura de una creatura que se asemeja, en su hermosura, a Dios y por lo tanto, supera a la de los mismos ángeles. En el Libro de los Cantares se celebra la hermosura de un alma santa, de un alma que está en gracia. Ahora bien, cuánta sea esta hermosura, es casi imposible describirla con palabras humanas porque, como dice un autor, si un alma sin pecado, en estado natural, es indeciblemente más hermosa que toda la hermosura posible de los cuerpos, ¿qué será cuando esta alma esté adornada con la hermosura de la gracia, que la asemeja a Dios?

Silencio para meditar. 

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación

         Un autor, Blosio[1], dice: “Es tan grande la belleza y la hermosura del alma racional, mientras no estuviere turbada con las manchas del pecado, que si la pudieras ver claramente de pura admiración y gozo no sabrías dónde estás (si en el cielo o en la tierra, N. del R.)”. Es tan grande el resplandor y la hermosura de quien está en gracia, que afirma otro autor[2] que le parecería, a quien viera a esta alma, el estar en la gloria del cielo y le parecería además estar venerando a una imagen viva de Dios, tal es su extrema hermosura.

         Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación

         En las memorias de Santa Catalina de Siena se narra cómo Dios le hizo el favor de darle a entender cuál era la hermosura del alma en gracia y por esto la santa quedaba suspendida y enajenada en sus sentidos, al solo pensar en cuán grande era esta hermosura que concedía la gracia y así decía a su confesor: “¡Oh Padre, si vieras la belleza y hermosura de un alma en gracia, no dudo sino que por una sola te pusieras a morir muchas muertes!”. Ahora, si la hermosura de la gracia ajena merece que se den por ella mil vidas, ¿cuánto más se debe dar una vida por conservar la propia? De esto se ve, cuán lastimoso es que, por no negarse un gusto la pierdan los hombres y se conviertan en monstruos infernales.

         Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación

         Cuando Santa Catalina oía de un predicador que se esforzaba por convertir a los pecadores, la santa besaba el suelo y cuando le preguntaban la razón, contestaba que era porque Dios le había dado a entender la hermosura de un alma que estaba adornada de la gracia y por esta razón se abrasaba en deseos de que todas las almas del mundo resplandecieran con esta divina belleza; es decir, es por esta razón que tenía por bienaventurados a los que se ocupaban de sacar almas del pecado para restituirlas a la gracia[3].

         Silencio para meditar.  

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación

         También en el Evangelio se da un ejemplo de la hermosura de un espíritu bienaventurado en gracia, la cual fue mostrada en un ángel a San Juan Evangelista[4], al cual vio tan lleno de resplandor, que incluso habiendo visto a Cristo resplandeciente en el Tabor y luego resucitado y con la hermosura con la que subió a los cielos, con todo eso, sin embargo, la hermosura del ángel lo impactó de tal manera que lo derribó en tierra y aun lo quiso adorar, si el mismo ángel no se lo impidiera. Si así es la hermosura de un ángel, ¡cuál será la hermosura del Creador de los ángeles!

         Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria pidiendo por la salud e intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canción de despedida: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

        


[1] Spcc., cap. 3.
[2] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la  Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 205.
[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 206.
[4] Ap 16.

domingo, 21 de julio de 2019

Hora Santa en reparación por ofensas a la imagen de la Virgen pintada con los colores LGBT 210719



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa en reparación y desagravio por la ofensa cometida contra Nuestra Señora de Guadalupe, al ser pintadas imágenes suyas con los colores LGBT. La información pertinente a este lamentable episodio se encuentra en el siguiente enlace:


Canto inicial: “Cantemos al Amor de los amores”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación

         La gracia causa en las almas una hermosura superior incluso a la angelical[1]. El amor de Dios para con las almas que están en gracia es activo y eficaz, no pasa inadvertido ni sin obrar nada en ellas y esto se demuestra en que provoca en las almas una hermosura superior a la de los ángeles más hermosos. ¡Cuántos en el mundo se desviven por tratar el cuerpo para hacerlo parecer más bello, cuando la gracia que Dios da a las almas deja hace suspirar de amor a los ángeles!

         Silencio para meditar. 

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación

         Amar es desear y querer el bien al que se ama, según la definición de los santos y la voluntad de Dios, que ama necesariamente, hace que aquella alma a la que ame le siga siempre un gran bien, imposible de conseguir en la tierra, y es la hermosura del alma. Santo Tomás[2] advierte la diferencia entre el amor creado y el increado: cuando una creatura ama a otra, presupone en ella alguna bondad, pero no la causa, pero cuando Dios ama, Él mismo causa esta bondad, que, entre otras cosas, es la suma hermosura del alma. Cuando Dios ama a un alma en gracia, la reviste de su hermosura, podemos decir así.

         Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación

         Otra diferencia entre el amor creado y el increado es que los hombres aman la hermosura que ven, mientras que Dios ama la hermosura que Él mismo crea en el alma y a los que están en gracia los ama tan tierna y finísimamente, que pone en el alma y en el corazón del que ama una hermosura incomparable, que hace que el alma sea más hermosa que los más hermosos ángeles. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que nunca cometamos el error de preferir el pecado a la gracia, la cual embellece las almas con una hermosura superior a la de los ángeles!

          Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación

         Que la gracia convierta al alma pecadora en un alma hermosísima es un milagro de la gracia. Dice San Agustín[3]: “La naturaleza, cuando es justificada por la gracia de su Creador, de un rostro deforme pasa a tener una hermosura hermosísima”. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, haz que siempre tengamos gran aprecio por la gracia, que hermosea nuestras almas con la hermosura misma de Dios!

         Silencio para meditar.  

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación

         Según narran algunos autores santos[4], un hombre cometió un adulterio y al regresar a su casa, presentaba un aspecto tan horrible, que su esposa y sus conocidos huyeron de él; se dio cuenta que era a causa del pecado que había cometido y se fue a confesar, luego de lo cual regresó a su primigenio aspecto agradable. Esto que sucede en lo exterior, con mucha mayor razón sucede en el interior, en el alma: el pecado provoca una fealdad tan extrema, que asemeja al alma a los demonios, mientras que la gracia recibida en la confesión lo asemeja a los ángeles de Dios. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, haz que siempre detestemos el pecado con todas nuestras fuerzas, puesto que asemeja nuestras almas a los demonios del infierno!

         Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria pidiendo por la salud e intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.     

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canción de despedida: “Un día al cielo iré y la contemplaré”.

        


[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 204.
[2] 1, 2, q. 11. a. 1.
[3] Lib. 15, De Trinit., Cap. 6.
[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 205.