viernes, 8 de noviembre de 2019

Hora Santa en reparación por profanación de iglesia en Manizales, Colombia 071119



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el Santo Rosario meditado en reparación por la profanación de la Catedral Basílica Nuestra Señora del Rosario de Manizales, Colombia. Para mayores datos acerca de este lamentable hecho, consultar el siguiente enlace:


Canto inicial: “Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

         Cristo Dios no murió en la cruz por obligación hacia nosotros -que no la tenía de ninguna forma-, sino que murió de amor; Cristo Dios murió por amor a todos y cada uno de nosotros en la cruz y no contento con esto, derramó su gracia sobre nosotros con su Sangre y Agua que brotaron de su Corazón traspasado y esto lo hizo para que nosotros, por la gracia, nos uniéramos a Él por la caridad y así devolviéramos amor por amor[1]. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que nuestros corazones se inflamen en el Amor de Dios al contacto con la Eucaristía, para que seamos capaces de devolver a Dios el amor con el que Él nos amó desde la eternidad!

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria. 

Segundo Misterio.

Meditación.

         Sin embargo, muchos cristianos, a pesar de esta muerte de Cristo Dios en la cruz por amor y sólo por amor, no sólo no desean recibir la gracia, sino que se muestran como los más ingratos del mundo, al rechazar el Amor de Dios que gratuitamente se nos da desde la cruz. Por esta razón, quien recibe la gracia y con ella la caridad debe, con esta caridad recibida, que es participación en el Amor de Dios, responder a Dios con amor, según el refrán que dice: “Amor con amor se paga”. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que nunca se apague en nuestros corazones la caridad hacia Cristo Dios!

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

         Cristo Dios muere por amor en la cruz por nosotros y nosotros, los cristianos, ¿qué hacemos en correspondencia? ¿Agradecemos a Dios su sacrificio de amor, o más bien nos deleitamos en las cosas de la tierra? ¿Damos gracias a Cristo Dios, porque permitió que su Sagrado Corazón fuera traspasado, para derramar sobre nuestras almas la Divina Misericordia, o más bien nos gozamos con placeres terrenos y mundanos? ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, aparta nuestros corazones de los placeres terrenos y acércalos al Amor de Dios presente en la Sagrada Hostia!

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

         A pesar del infinito y eterno Amor con el que nos amó Cristo Dios desde la cruz, es una realidad que se puede constatar a diario, que hay quienes prefieren morir eternamente, al rechazar la gracia, que amar a Dios con amor de caridad. La caridad se nos da gratuitamente, para que paguemos, aunque sea mínimamente, el Amor de nuestro Creador, demostrado para con nosotros con su misterio pascual de muerte y resurrección, continuado real y místicamente en la Eucaristía. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que respondamos con amor al Amor de Dios que se nos dona en la cruz y en la Eucaristía!

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Con su muerte en cruz y con el don del Amor de su Sagrado Corazón traspasado en la cruz y prolongando su Encarnación en la Eucaristía, Cristo Dios realizó la obra más grande de su omnipotencia, de su sabiduría y de su amor para con nosotros, no sólo derrotando a nuestros tres grandes enemigos –el Demonio, el Pecado y la Muerte-, sino donándonos la gracia y, con la gracia, la caridad, la participación en el Divino Amor. No despreciemos, con nuestra ceguera y nuestra arrogancia, esta obra maravillosa de Dios en nuestras almas: rechacemos el pecado y demos si es necesario esta vida terrena, con tal de mantenernos en gracia, para que esa gracia, al final de esta vida terrena, se convierta en gloria en el Reino de los cielos. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que seamos capaces de dar la vida terrena, antes que perder el Amor de Dios contenido en la Divina Eucaristía!

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

”Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Te vengo a pedir, te vengo a pedir, oh Madre de Dios”.



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Ápostolado Mariano, Sevilla s. d., 275.

No hay comentarios:

Publicar un comentario