martes, 12 de diciembre de 2023

Hora Santa en reparación por exposición pública satánica en Ohio, EE. UU. 101223

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo meditado del Santo Rosario en reparación por la exposición pública de imagen de Satanás en el Capitolio de Ohio, Estados Unidos. Reparamos porque el Único que merece ser adorado, bendecido, honrado, aclamado y ensalzado es el Verdadero y Único Dios, el Hombre-Dios Jesucristo.

Para mayores datos, consultar el siguiente enlace: https://religionlavozlibre.blogspot.com/2023/12/altar-satanico-en-el-capitolio-de-iowa.html

Canto de entrada: “Oh, Buen Jesús, yo creo firmemente”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

Dentro de los bautizados en la Iglesia Católica hay quienes, por determinadas circunstancias, no pueden recibir sacramentalmente a Nuestro Señor Jesucristo en la Eucaristía, ya que, de hacerlo, cometerían un pecado mortal. Para estos está reservada lo que se conoce como “comunión espiritual”, la cual puede ser realizada también por cualquier bautizado, independientemente de si está o no en estado de gracia. Afirma un autor que “la Comunión espiritual es la reserva de vida y amor eucarístico siempre al alcance de la mano para los enamorados de Jesús Hostia”[1]. El alma que ama a Jesús Eucaristía, puede entonces hacer la “Comunión espiritual” en cualquier momento del día, para mantenerse en la Presencia de Nuestro Señor Jesucristo.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Continúa el mismo autor: “Mediante la Comunión espiritual se satisfacen los deseos de amor del alma que quiere unirse a Jesús, su Amado Esposo. La Comunión espiritual es la unión de amor entre el alma y Jesús Hostia. Unión toda espiritual, pero real, más real que la unión misma entre el alma y el cuerpo, “porque el alma vive más donde ama que donde vive”, dice San Juan de la Cruz”[2]. Ahora bien, realizar la Comunión espiritual supone la fe en la Presencia Real, Verdadera y substancial de Nuestro Señor Jesucristo en la Sagrada Eucaristía, lo cual conduce al deseo de la Comunión sacramental, al tiempo que exige el agradecimiento por el infinito don de la Divina Misericordia que supone esta Presencia de Jesús en el Sagrario.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Con respecto a la acción de gracias por la Presencia en Persona del Verbo de Dios en la Eucaristía, San Alfonso María de Ligorio compuso esta oración, como modelo de oración para la Comunión espiritual: “Jesús mío, creo que estás en el Santísimo Sacramento. Os amo sobre todas las cosas. Os deseo en mi alma. Ya que ahora no puedo recibiros sacramentalmente, venid al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si hubierais venido ya, os abrazo y me uno todo a Vos. No permitáis que yo me separe de Vos”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Para que la Comunión espiritual produzca los mismos efectos de gracia que la Comunión sacramental en el alma del que la recita, son necesarias disposiciones del alma al momento de hacer la Comunión espiritual, como la caridad –el amor sobrenatural a Jesús Eucaristía- y la intensidad de la fe en su Presencia, así como el deseo de una verdadera unión espiritual, en el Espíritu Santo, con el Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Un aspecto particular y exclusivo de la Comunión espiritual es el hecho de poder hacerla cuantas veces se quiera –por ejemplo, cien veces al día-; en el momento en que uno quiera –incluso en plena noche- y también donde se quiera –en el desierto, en un avión en vuelo, como lo hacía el Beato Fulton Sheen, etc.-. Aun así, es conveniente hacer la Comunión espiritual de modo particular en la Santa Misa, si es que no se puede comulgar sacramentalmente; de este modo, la Misa queda completa: Ofrecimiento, Inmolación, Comunión. El santo Concilio de Trento expresaba así este deseo, para toda la Iglesia: “Que todos los cristianos comulguen –obviamente, en estado de gracia, N. del R.- en cada Misa que oyen”, de manera que así aumente cada vez más el amor hacia Jesús Eucaristía en los corazones de los hijos de Dios, los bautizados en la Iglesia Católica.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre.

 



[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico. Testimonios de Autores Católicos Escogidos, Editorial Testimonio, Madrid 2006, 88.

[2] Cfr. ibidem, 88.

jueves, 7 de diciembre de 2023

Hora Santa en reparación por Piedad blasfema en Alemania 051223

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la sacrílega presentación de una “Piedad” blasfema, en la que el rol de María Santísima es representado escandalosamente por un varón disfrazado de mujer; al mismo tiempo, Nuestro Señor Jesucristo es representado con múltiples tatuajes en su cuerpo, lo cual es grave, teniendo en cuenta que en la contra-cultura del tatuaje, estos se consagran al Demonio. Para mayores detalles, consultar el siguiente enlace:

https://ayl.tv/video/harald-glockler-pinta-un-cuadro-donde-se-representa-a-la-virgen-travesti-y-a-cristo-con-tatuajes/

Canto de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

Paradójicamente, la acción más importante en esta vida, se da en el momento de la muerte, puesto que es en ese momento, en el que se da nuestro paso a la eternidad, en el que debemos tener nuestra alma en estado de gracia santificante, para sí ganar el cielo. Por supuesto que también debemos obrar en esta vida para vivir en gracia, pero es de suma importancia que, al momento de morir, estemos en gracia y hayamos perseverado en la fe católica y en las buenas obras.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Afirma un autor de que “hay señales de que uno ha de morir en gracia”; además, este mismo autor nos revela qué es lo que debemos hacer “en salud” para lograr este objetivo[1]. Todo lo que debe desear y pretender el cristiano, dice, es saber cuáles son las señales de que se ha de perseverar y morir en gracia. El morir en gracia es un bien tan grande, que habiendo revelado Dios a San Francisco que él había de ser uno de los que habían de alcanzar aquella dicha, exclamaba con gran alegría: “¡Mi Dios sea alabado, a Él sea la honra y la gloria sin fin!”. Esto, el morir en gracia, es un motivo de alegría infinitamente más grande que el que los demonios les obedezcan y se les sometan en nombre de Jesús, porque el motivo de alegría más grande es el que sus nombres estén “escritos en el Libro de la Vida”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

A San Antonio de Padua, Dios manifestó que cierto hombre era predestinado, que es lo mismo que morir en gracia y fue tanto el respeto que le tuvo desde entonces, que lo reverenciaba todas las veces que lo veía. Cualquier fiel, aunque no tenga revelación de su predestinación, solo se debe consolar cuando sigue los pasos y virtudes que los santos indican ser signo de predestinación a morir en gracia. No hay mayor consuelo que encontrar, entre los peligros de esta vida, señales de salvación.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

San Bernardo dice: “¿Cuándo dejó Dios a sus elegidos sin algún testimonio? O ¿qué consolación pueden ellos tener, si no mereciesen tener algún testimonio de su elección? El Señor conoce quiénes son suyos; solo Él sabe a quiénes desde el principio eligió; pero de los hombres, ¿quién es el que sabe si es digno de amor o de odio? El espíritu no podría tener ningún descanso, si no tuviera algún testimonio de su predestinación. Esta doctrina es fiel y digna de toda aceptación, en la cual se encomiendan todas las señales de salud, porque con esto se les ocasiona a los elegidos una gran consolación y se quita toda excusa a los réprobos”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Continúa San Bernardo: “Conociendo las señales de la vida eterna, quien las despreciare queda manifiestamente convencido que recibió en vano su alma y que tuvo en nada la tierra de promisión tan digna de desear”. También dice el mismo santo: “No tenemos certeza, pero la confianza de la esperanza nos consuela, porque no nos atormentemos totalmente con las angustias de esta duda. Por lo cual se nos dan algunas señales e indicios de nuestra salvación, para que sea cosa indubitable, que aquel es del número de los elegidos en quien perseveraren”[2].

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre.

 



[1] Cfr. Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 588.

[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 590.

miércoles, 1 de noviembre de 2023

Hora Santa en reparación por la profanación de la Catedral de San Luis Argentina 011123

 


¿Umbandistas y espiritistas pidiendo por la paz? ¿Cómo el demonio puede dar la paz? 
Es una incoherencia total y absurda.

Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la profanación de la Catedral de San Luis, Argentina, ocurrida en el marco de la Jornada Mundial por la Paz impulsada por el Vaticano. En dicho encuentro “interreligioso” se convocó a referentes de cultos y credos como los umbandistas, los espiritistas de la Escuela Científica Basilio (cuyo “culto” consiste en el trato con espíritus infernales, únicos que pueden responder a sus invocaciones, al igual que los umbandistas) y un representante del bahaísmo (secta que propugna la unidad de las religiones al estilo masónico). Además de la incoherencia radical que significa invocar a demonios para pedir la paz, en la bendición final a cargo de un prelado católico, se omitió deliberadamente el Nombre Tres veces Santo de Nuestro Señor Jesucristo, por lo que esta Hora Santa es también para reparar esta afrenta cometida contra Nuestro Señor Jesucristo, el Hombre-Dios, el Único que puede dar la verdadera y única paz del espíritu, la paz de Dios. Para mayores detalles acerca de esta profanación, consultar el siguiente enlace:

https://www.infocatolica.com/blog/caritas.php/2310290452-338-obispado-de-san-luis-paz

Canto de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

Afirma un autor que con relación a la gracia se debe considerar que solo esta se puede “tener”, porque a quien le es concedida la gracia, por parte de Dios, se le es concedida sin dependencia de otro hombre nacido. Esto porque los demás bienes no solo están en las manos de sus poseedores el tenerlos, porque el ladrón puede quitar los bienes aunque uno no lo quiera, o porque la desgracia puede terminar con dichos bienes, o porque la muerte puede apartarnos de los mismos, haciendo que no los tengamos, de lo que se sigue que ni el conservarlos a ellos ni incluso nuestra propia vida, está en nuestras manos, sino únicamente la gracia santificante[1].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Entonces, solo la gracia santificante es de tal condición, que está en la mano -voluntad- del hombre solamente tenerla y aunque le falte la vida, no le faltará la gracia si el hombre no lo quiere, pues Dios le concederá lo que le pide su corazón, si es para su eterna salvación y es de suyo que la gracia concede la eterna salvación.

 Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Es decir, independientemente de cómo sea la vida que el hombre lleve, no le faltará la gracia si el hombre no lo quiere, porque Dios Nuestro Señor se la concederá. La gracia no está sujeta ni al ladrón, ni al injuriador, ni a la desgracia, ni al tiempo, ni al demonio. La gracia santificante se la debe tener y con ella el hombre tendrá lo que tiene, porque a ella sola tiene y a ella sola se la puede querer, pues ella depende solo de si el hombre quiere conservarla consigo o no: si quiere conservarla, se apartará de toda ocasión de pecado; si quiere perderla, hará lo contrario.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Afirma un autor, en relación a la gracia: “Ten, pues, lo que tienes y mira qué tienes con la gracia: tienes el ser más que toda la naturaleza; tienes un ser divino; tienes ser más hermoso que los cielos; tienes ser hijo del Altísimo; tienes ser amigo de Dios; tienes la vida eterna; tienes los bienes necesarios para lo temporal; tienes verdadera hermosura; tienes al Espíritu Santo dentro de ti; tienes más que el mundo y tienes todo lo que se puede tener en el mundo. Cosas son estas para tenerlas y para no dejártelas sacar de las manos. Mira, pues, (el tesoro divino) lo que tienes y tenlo diligentemente”[2].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Continúa este autor: “Lo segundo que se ha de considerar es la razón que dio Nuestro Redentor, por qué has de tener lo que tienes; la cual es porque no reciba otro tu corona. No pensemos que hemos de tomar a Dios por necesidad, como si a Dios le hicieran falta otros para llenar el Reino de los cielos. Si tú le faltas y no quisieras salvarte, tiene Dios muchos a quien elegir y en quien depositar sus dones. Si tú no te aprovechas de sus gracias, te las quitará y dará a quien se aproveche con ellas y se salve en tu lugar. Dios Nuestro Señor no nos da su gracia para que nos quedemos ociosos, sino para que la logremos y obremos con ella, e incluso la multipliquemos”[3], como el siervo “bueno y diligente”, que recibiendo diez talentos los multiplicó y así acrecentó su gloria en la vida eterna. Conservemos y acrecentemos la gracia santificante, si fuera necesario, al precio de nuestra propia vida terrena. Y haz todo esto en el Nombre tres veces Santo de Nuestro Señor Jesucristo, engendrado eternamente en el seno del Padre, Dador del Espíritu Santo junto con el Padre.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre.

 

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 582.

[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 583.

[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 583.

viernes, 8 de septiembre de 2023

Hora Santa en reparación por blasfemias proferidas contra Nuestro Señor Jesucristo por parte de sacerdote jesuita italiano 200823

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por las blasfemias proferidas contra Nuestro Señor Jesucristo por parte del Padre Spadaro, S. J. Para quien no se haya enterado, estos son los temerarios calificativos que el mencionado sacerdote profirió contra el Rey de reyes y Señor de señores: “indiferente al sufrimiento; irritable e insensible; inescrutablemente duro; teólogo inmisericorde; burlón e irrespetuoso hacia la pobre madre; con una caída en el tono, el estilo y la humanidad; cegado por el nacionalismo y el rigorismo teológico; rígido, confuso y por convertir; enfermo y aprisionado por la rigidez y los elementos teológicos, políticos y culturales dominantes de su época; alabador de la fe pagana”.

Canto de entrada: “¡Oh, Buen Jesús, yo creo firmemente!”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

         Al P. Spadaro le decimos, desde el llano, desde nuestra humilde posición, que le atribuimos a él, al P. Spadaro, todas las blasfemias que él le dice a Nuestro Señor Jesucristo y por otra parte, le decimos a él que es un descarado, un sirvengüenza, un oportunista, y esto como mínimo y no nos extendemos más, pero esto es solo el comienzo de lo que le diríamos al mencionado sacerdote si estuviéramos cara a cara. No vamos a permitir que herejes como el P. Spadaro, amparándose en no sé qué “escudo”, se permita hablar tan ligeramente del Hombre-Dios Jesucristo. Y se lo recordamos: “De Dios NADIE se burla”.

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

         Nuestro Señor Jesucristo, a San Cuadrato, le dijo: “Ten lo que tienes”, refiriéndose a la gracia santificante. La razón por la que Nuestro Señor le dijo a este santo “ten lo que tienes”, la da el mismo Señor acto seguido: para “que no se lleve otro tu corona”. Esto significa que, si el alma no quiere conservar la gracia, no le faltarán a Dios quien sí ame y desee y conserve la gracia santificante y a quienes Dios Nuestro Señor les dará dicha gracia a quien desee conservarla[1].

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

         Dios Nuestro Señor no nos da su gracia para que estemos ociosos, sino para que la logremos y obremos con ella, y la doblemos y multipliquemos. Bien sabe un rey, cuando un ministro suyo no satisface a su oficio, privarle de él y poner otro en su lugar y un discreto padre de familias, cuando un criado no da buena cuenta de lo que se la ha encomendado, lo despide de su casa y recibe otro más diligente.

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

No es Dios menos cuidadoso y prudente dispensador. Si no empleas la gracia y no procuras la gloria para la cual te eligió, llamará a otro, que en vez tuya le sirva y se salve y a ti te dé con la puerta en los ojos y todo lo que a ti te lo concedió te lo quitará por tu flojedad y se lo dará a otro que sea más pronto en su servicio. Santo Tomás enseña: “Que no permite Dios que caigan algunos, sin que levante otros en su lugar”. Ricardo Victorino dice: “Como Dios tiene determinado el número de los suyos, cuando uno cae en culpa, otro se sustituye por él. En lugar de los ángeles que cayeron, sustituyó los hombres. En lugar del pueblo hebreo, que no conoció a su Redentor, escogió al pueblo gentil. En vez de Saúl, eligió a David. Por un apóstol que cayó, levantó a un ladrón. Cuando se perdió Pelagio, hizo santo a Agustino. La pérdida de Rufino, se reparó en Jerónimo. En lugar de uno de los cuarenta mártires que faltó a la gracia y a la confesión de la fe, puso luego en su lugar uno de los guardas. Faltó en el martirio Sapricio y Nicéforo murió luego por Cristo[2]. Por eso es que Nuestro Señor nos dice, igual que a San Cuadrato: “Ten lo que tienes, que no se lleve otro tu corona”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Aquel siervo que recibió el talento y no lo empleó, fue privado de él, y lo que tenía, se lo dieron al que tuvo mayor diligencia. Aprovéchate del favor que Dios te ha hecho, de haber puesto primero en ti sus divinos ojos, de haberte escogido para su gracia antes que a otros, pero si no eres solícito, otros muchos le quedan a quien dársela y puedes temer no sean los últimos llamados a la gracia los primeros en la gloria y los primeros vengan a ser los últimos. Tengamos, pues, lo que tenemos, porque no reciba otro nuestra corona.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre.

 

        



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 583.

[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 584.

miércoles, 6 de septiembre de 2023

Hora Santa en reparación por ultraje blasfemo a los Sagrados Corazones de Jesús y María en México 250823

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa en reparación por el ultraje blasfemo cometido contra los Sagrados Corazones de Jesús y María. Para mayores detalles, consultar el siguiente enlace:

https://www.youtube.com/watch?v=ZSdzi5DA0m4

Canto de entrada: “¡Oh, Buen Jesús, yo creo firmemente!”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

            Si el alma encuentra que tiene las señales que indican que está en estado de gracia, esto debe ser solamente al fin de obrar mejor y seguir por el camino de la santidad, el Via Crucis, sin hacer alarde de su estado de justicia, ya que, si así lo hiciere, pierde por vanidad el estado de gracia en el que se encuentra. Siempre debemos hacer lo que dice el Apóstol: “Con temor y temblor obrad vuestra salvación” (Fil 2, 12). Y en otra parte dice: “Tú que estás en fe, no quieras presumir altamente, pero teme” (Rm 11, 20)[1].

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

La causa de este temor es porque la certidumbre que se puede tener de estar en gracia no es evidente y también porque no sabe uno lo que será más adelante; en efecto, ¿qué sabe si perderá la gracia que tiene? Confiemos en Dios y consolémonos; no presumamos, sino humillémonos. Escuchemos lo que nos dice San Juan: “Mirad por vosotros mismos, no perdáis lo que habéis obrado” (2 Jn).

 Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

San Cuadrato, Obispo de Filadelfia, recibió una revelación de parte de Dios, por medio de su Evangelista San Juan, diciéndole que estaba en gracia y prometió fuera de eso que le había de guardar en la hora de la tentación; con todo eso le encarga que “tenga lo que tiene”, esto es, que guarde su gracia: “Ten lo que tienes”, dice el Señor, “para que nadie reciba tu corona”. Estas palabras son muy dignas de considerar y de traerlas a la memoria: el que está en gracia, téngala, no la pierda[2]. Es por eso que los santos decían: “Prefiero morir, antes que cometer un pecado mortal o venial deliberado”.

  Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Lo primero que se debe considerar es que solo la gracia se puede “tener” y no lo demás, porque solo es privilegio de este don, que el que le tiene él solo le puede guardar sin dependencia de otro hombre nacido. Porque los demás bienes no están solo en la mano de su poseedor tenerlos, pues el ladrón te los puede quitar, aunque tú no lo quieras, o la desgracia los podrá acabar o la muerte te podrá apartar a ti de ellos y así hacer que no los tengas, porque ni el conservarlos a ellos ni tu vida misma está en tu mano. Solo la gracia es de tal condición, que está en tu mano solamente tenerla y aunque te falte la vida, no te faltará el no tenerla si tú no quieres[3].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

No hay nada más hermoso en esta vida terrena, que poseer la gracia santificante y no hay mejor trabajo espiritual que el dedicarse a conservarla e incluso acrecentarla, evitando el pecado, viviendo según la Ley de Dios y los Consejos Evangélicos de Nuestro Señor Jesucristo. Esto lo dice así un autor: “Ten, pues, lo que tienes y mira qué tienes con la gracia: tienes un ser divino; tienes ser más hermoso que los cielos; tienes ser hijo del Altísimo; tienes ser amigo de Dios; tienes la vida eterna; tienes los bienes necesarios para la vida temporal; tienes verdadera hermosura; tienes al Espíritu Santo dentro de ti; tienes más que el mundo y tienes todo lo que se puede tener en este mundo”[4]; y nosotros podríamos agregar que tener la gracia es lo mejor de todo, porque por la gracia, tienes el corazón dispuesto como un trono, para recibir al Rey del Reino de los cielos, Cristo Jesús.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre.

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 581.

[2] Cfr. ibidem, Nieremberg, 582.

[3] Cfr. ibidem, Nieremberg, 582.

[4] Cfr. ibidem, Nieremberg, 583.

viernes, 18 de agosto de 2023

Hora Santa en reparación por ultraje al Nombre Tres veces Santo de Nuestro Señor Jesucristo

 



         Inicio: un autor, al cual no conocemos, publicó un libro titulado: “Solo un Jesús marica puede salvarnos”. Debido a que esto constituye un ultraje al Nombre Tres veces Santo de Nuestro Señor Jesucristo, no podemos callar ni permitirlo, por lo que ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por esta blasfemia.

         Canto de entrada: “¡Oh, Buen Jesús, yo creo firmemente!”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

         Si deseamos saber si estamos o no en gracia, son los santos quienes nos dicen qué es lo que debe hacer un cristiano para asegurarse de estar en gracia: el uso devoto de los Sacramentos, con obras santas de misericordia, con la oración que implora el auxilio divino frente a la tentación; el desprecio del mundo, entendido el mundo como dominio del Anticristo; la mortificación perfecta de los sentidos; la oración continua, dando preponderancia a la Adoración Eucarística, la Santa Misa y el Santo Rosario y finalmente, el odio visceral al pecado, acompañado de un ardiente amor de Dios y del prójimo[1].

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

         El cristiano se debe alegrar del hecho de poder recibir la gracia y acrecentarla, ya que fue Nuestro Señor Jesucristo quien nos conquistó la gracia para nuestra salvación, con el Santo Sacrificio del Calvario, Santo Sacrificio que se renueva cada vez, sacramentalmente, en el Ara del Altar Eucarístico. Lo que debe hacer el cristiano es hacer caso de lo que recomienda San Pedro, quien nos dice que podemos hacer cierta la vocación a la gracia -señal de predestinación a la salvación eterna- y la elección a la gloria y esto lo debe hacer todo cristiano, sin detenerse hasta conseguir la gracia que gratuitamente se nos concede por medio de los Sacramentos.

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

         San Pedro nos aconseja que obremos cada uno el bien y con santas obras hagamos cierta nuestra elección, tal como sucedió con un monje, de quien escribe Ludolfo que habiéndole dicho un compañero suyo que le había Dios revelado que era del número de los que se habían de condenar, él respondió: “Bendito sea Dios por todo; yo no desesperaré con todo eso, sino que de aquí en adelante doblaré la penitencia y la tresdoblaré hasta que halle misericordia y gracia con Dios, que es Padre piadosísimo”. Días después tuvo su compañero una revelación verdadera, de cómo aquel monje se había de salvar y que era predestinado. Semejante confianza y ánimo hemos de tener de obrar siempre bien y mejor cada día, dejando a Dios hacer, que Él tendrá cuenta con nuestra salvación y no nos dejará de remunerar las buenas obras que hiciéramos[2].

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

         Entonces, lo que hizo este monje -redoblar y tresdoblar la penitencia, la oración y las buenas obras-, es lo que debe hacer todo cristiano. El buen cristiano no debe actuar temerariamente, como lo hacía un tal Ludovico -esto lo relata Cesáreo-, el cual, viviendo con libertad y reprendido por ello, decía temerariamente: “Si estoy predestinado, ningún pecado podrá quitarme el ir al cielo y si estoy predestinado al Infierno, ninguna obra buena me librará de él”. Este tal luego enfermó gravemente y llamó al médico, el cual le dijo: “Señor, si ha llegado el día en habéis de morir, mi medicina es inútil; y si no habéis de morir, tampoco es necesaria mi medicina, por lo tanto, no debo hacer nada para curaros”. El enfermo le dijo entonces: “¿Cómo respondéis así? Si no me curáis, podré morir antes. Entones el médico, que estaba interesado más en su alma que en su cuerpo, le dijo: “Entonces, si entendéis que por los medicamentos podéis recobrar la salud, ¿porqué no queréis entender lo mismo de la penitencia y obras de justicia, que son medicamentos del alma?”. Sin estas cosas morirá el alma y nunca llegará a la salud y salvación eterna. Fue entonces que el hombre se dio cuenta de su propio auto-engaño y le agradeció al médico el haberle curado, siendo que era Dios quien obraba a través del médico[3].

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

         El Padre Gregorio Valencia dice así: “Si eres predestinado, has de obrar bien, porque Dios vio de antemano que habías de obrar bien; y si no obras bien, es señal de que no eres predestinado y así, para que hagas cierta tu predestinación, obra bien”. Esto es lo que quiere decir San Pedro en las Escrituras: “Andad solícitos de hacer cierta vuestra vocación y elección por buenas obras; y si no eres predestinado sino réprobo y señalado para ir al Infierno, la causa es porque obrarás mal. Para que no sea verdad que no eres predestinado, vive santamente en todo tiempo, para que no partas de esta vida cargado de pecados, cosa que puede acontecer en toda hora; porque no podrás acabar mal la vida y condenarte si siempre obrases el bien[4], en nombre de Cristo, Dios Tres veces Santo.

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre.

 

        



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 578.

[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 579.

[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 580.

[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 580.