jueves, 23 de febrero de 2023

Hora Santa en reparación por profanación del Santísimo Sacramento del altar en Castellón, España 230223

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la profanación cometida contra el Santísimo Sacramento del altar en Castellón, España. Para mayores datos acerca de este lamentable hecho, consultar el siguiente enlace:

https://infovaticana.com/2023/02/23/nueva-profanacion-en-una-iglesia-de-castellon/

Canto de entrada: “Postrado a vuestros pies humildemente”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

Si “Emmanuel” es “Dios con nosotros, entonces la Eucaristía es el Emmanuel, porque la Eucaristía es Cristo Dios con nosotros, es Dios Hijo en Persona, oculto en apariencia de pan, que está con nosotros, acompañándonos en el desierto de la vida, en nuestro peregrinar hacia la Jerusalén celestial.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Cuando el Santo Cura de Ars, San Juan María Vianney, llegó al pequeño pueblito de Ars, alguien le dijo con amargura: “¡Aquí no hay más nada que hacer!” y el Santo le replicó: “Pues entonces, hay todo por hacer”. E inmediatamente comenzó su apostolado: se levantaba a las dos de la mañana e iba a orar cerca del altar, con la iglesia en penumbras. Recitaba el Oficio Divino, hacía su meditación y se preparaba para la Santa Misa. Después del Santo Sacrificio de la Misa, hacía la Acción de Gracias y permanecía en oración hasta el mediodía, de rodillas, con el Rosario en la mano y la mirada fija en el Tabernáculo[1]. Todo verdadero apostolado tiene origen la oración, como nos enseña el Santo Cura de Ars.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Las oraciones del Santo Cura de Ars se vieron pronto recompensadas por el cielo, al punto que debió reorganizar todo su horario y cambiarlo por completo, debido a la cantidad de almas que llegaban en busca de auxilio espiritual. El Confesionario del Santo Cura llegó a tener hileras interminables de penitentes, llegando el santo a confesar hasta dieciocho horas seguidas todos los días[2].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Lo mismo que sucedió en el pueblo de Ars, es decir, una completa restauración de la Santa Fe Católica, podemos decir que sucedió en San Giovanni Rotondo, pueblo de Gargano, Italia. Hasta hace unas décadas, era un lugar perdido y olvidado entre los escabrosos despeñaderos de un promontorio; hoy en día es un centro de vida espiritual y también cultural, reconocido internacionalmente. El cambio que transformó tanto a Ars como a San Giovanni Rotondo, fue el fecundísimo ministerio sacerdotal de dos grandes santos, San Juan María Vianney y el Padre Pío de Pietralcina, cuyos apostolados por la salvación de las almas tenían a Jesús Eucaristía como fuente de gracias y como objetivo final para las almas, teniendo también ambos en común el rezo del Santo Rosario, con lo cual se aseguraban la intercesión de la Medianera de todas las gracias, María Santísima. De ambos santos pueden decirse que eran “Ministros del Tabernáculo” (Hb 13, 10) y “distribuidores de los misterios de Dios” (1 Cor 4, 1), siendo el más grande de los misterios, la Presencia real, verdadera y substancial del Hijo de Dios encarnado, Jesús de Nazareth[3].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Con toda razón podemos reafirmar lo que decíamos al principio: la Eucaristía es “Dios con nosotros” (Mt 1, 23), es el “Emmanuel”, porque es Dios Hijo encarnado, que prolonga su Encarnación en la Eucaristía. La Eucaristía es Nuestro Señor Jesucristo presente en los sagrarios de nuestras iglesias, con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. Es el mismo Hijo de Dios, Jesús de Nazareth, oculto en las apariencias de pan y vino, pero real y físicamente presente en la Hostia consagrada, de modo tal que Él mora entre nosotros y nosotros, por gracia de Dios, nos encontramos ante Él de manera análoga a como los ángeles y santos se encuentran ante la Presencia del Cordero de Dios en los cielos.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre Francisco.

 



[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico. Vida Eucarística según los ejemplos de los santos, Ediciones del Alcázar, Buenos Aires 2016, 11.

[2] Cfr. ibidem, 11.

[3] Cfr. ibidem, 13.

lunes, 20 de febrero de 2023

Hora Santa en reparación por cruel asesinato del obispo auxiliar de Los Ángeles 190223

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el cruel asesinato del obispo auxiliar de Los Ángeles, Monseñor David O’Connell, cuyo cuerpo sin vida fue encontrado con un disparo en la cabeza. El obispo fue asesinado en aparente “odio contra la fe”, lo cual lo convertiría en mártir, puesto que se habría encontrado una nota al lado de su cadáver, en la que se habría escrito: “Estamos hartos de vuestra religión”. Sin embargo, esto último está por confirmarse.

https://www.infobae.com/estados-unidos/2023/02/19/eeuu-asesinaron-de-un-disparo-al-obispo-auxiliar-de-los-angeles/

Canto de entrada: “Postrado a vuestros pies humildemente”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

Si alguien, por un determinado motivo, no puede realizar la Comunión Sacramental, sí puede, sin embargo, realizar la Comunión espiritual. Dicha Comunión espiritual, como afirma un autor, es la “reserva de vida y de amor eucarístico siempre al alcance de la mano para quienes amen a Jesús Eucaristía. Mediante la Comunión espiritual, se satisfacen los deseos de amor del alma que quiere unirse a Jesús, su Amado Esposo. La Comunión espiritual -continúa este autor- es la unión de amor entre el alma y Jesús Eucaristía. Es una unión del todo espiritual, pero no menos real, más real incluso que la unión entre el alma y el cuerpo, porque el alma vive más donde ama que donde vive”, dice San Juan de la Cruz”[1].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

La Comunión espiritual supone, obviamente, la Fe en la Presencia real, verdadera y substancial de Nuestro Señor Jesucristo en la Eucaristía y esto implica a su vez el deseo de la Comunión Sacramental, que exige el agradecimiento por el don recibido de Jesús. Todo eso está expresado con sencillez y brevedad en la fórmula de San Alfonso María de Ligorio: “Jesús mío, creo que estás en el Santísimo Sacramento. Os amo sobre todas las cosas. Os deseo en mi alma. Ya que ahora no puedo recibiros sacramentalmente, venid al menos espiritualmente a mi corazón (pausa). Y como si hubierais venido ya, os abrazo y me uno todo a Vos. No permitáis que yo me separe de Vos”[2].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

La Comunión espiritual produce los mismos efectos que la Comunión sacramental según las disposiciones con las que se hace, según la mayor o menor caridad con que se desea a Jesús, según el amor más o menos intenso con el que se recibe a Jesús. Es un privilegio exclusivo de la Comunión espiritual el poder hacerla cuantas veces quiera uno (incluso cien veces al día), en el momento que se quiera (incluso en plena noche), donde se quiera (también en un desierto o en un avión en vuelo)[3].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Es conveniente hacer la Comunión espiritual en particular en la Santa Misa, si no se puede comulgar sacramentalmente. En el momento en el que el sacerdote comulga, el alma también puede hacerlo llamando a Jesús a su corazón. De este modo, la Santa Misa queda completa: ofrecimiento, inmolación, comunión.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Sería verdaderamente una gracia suprema invocar con todas las fuerzas que en la Iglesia se llegara pronto a realizar el deseo del Concilio de Trento: “Que todos los cristianos comulguen en cada Misa que oyen”, de tal manera que quien pueda participar cada día en más Misas, pueda también hacer más Comuniones Sacramentales cada día (por supuesto que para la Comunión sacramental se necesita estar en estado de gracia, sin conciencia de pecado mortal al momento de la Comunión).

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre Francisco.

 



[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Testimonio de Autores Católicos Escogidos, Madrid 2006, 88.

[2] Cfr. ibidem, 88.

[3] Cfr. ibidem, 89.

viernes, 17 de febrero de 2023

Hora Santa en reparación por declaraciones heréticas de sacerdote negando la transubstanciación 140223

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por las declaraciones heréticas del sacerdote jesuita Thomas Reese, negando el dogma de la transubstanciación, basándose en el banal argumento de que “es muy difícil de explicar/entender”. Este argumento es tan absurdo que, si lo llevamos a la práctica cotidiana, entonces deberíamos suprimir todo lo que sea difícil de entender o explicar. En otras palabras, si vamos a suprimir o cancelar todo lo que no los niños y jóvenes no entiendan, entonces tenemos que suprimir la luz del sol, porque es muy difícil de hacer comprender a los niños y jóvenes los fenómenos de fusión y de fisión termo-nucleares que se producen en el sol. Para mayores detalles acerca de estas lamentables declaraciones, consultar el siguiente enlace:

https://www.infocatolica.com/?t=noticia&cod=40307

Canto de entrada: “Sagrado Corazón, eterna alianza”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

El dogma de la transubstanciación constituye el núcleo central de la Santa Fe Católica; sin transubstanciación, no hay Iglesia Católica. Con relación a este dogma, refiriéndose a la conversión–transformación obrada en la Eucaristía dice así el Papa Benedicto XVI: “Para explicar esta transformación, la teología ha acuñado la palabra “transubstanciación”, palabra que resonó por primera vez en esta basílica, durante el IV Concilio Lateranense [1215], del que se celebrará el octavo centenario dentro de cinco años. En esa ocasión, se introdujeron en la profesión de fe las siguientes palabras: “su cuerpo y sangre están contenidos verdaderamente en el sacramento del altar, bajo las especies del pan y del vino, pues el pan está transubstanciado en el cuerpo, y la sangre en el vino por el poder de Dios (Denz, 802)[1].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

La misma doctrina de la transubstanciación eucarística que se declara en forma dogmática el Concilio de Trento (1551), es la misma que Pablo VI confiesa en la primera parte de la encíclica Mysterium fidei (3-IX-1965): “La transubstanciación eucarística “es una realidad que con razón denominamos “ontológica”. Porque bajo dichas especies ya no existe lo que había antes, sino una cosa completamente diversa. Y esto no únicamente por el juicio de fe de la Iglesia, sino por la realidad objetiva, puesto que, convertida la substancia o naturaleza del pan y del vino en el cuerpo y la sangre de Cristo, no queda ya nada del pan y del vino, sino las solas especies. Bajo ellas, Cristo, todo entero, está presente en su realidad física, aun corporalmente, aunque no del mismo modo como los cuerpos están en un lugar”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Esta fe dogmática en la transubstanciación es la misma fe que Pablo VI, en contraste sobre todo con la enseñanza herética del Catecismo holandés, confiesa solemnemente en el Credo del Pueblo de Dios (30-VI-1968, nn.24-26) y es también la misma fe profesada por Benedicto XVI en la exhortación apostólica Sacramentum caritatis (22-II-2007): “En este horizonte se comprende el papel decisivo del Espíritu Santo en la Celebración eucarística y, en particular, en lo que se refiere a la transubstanciación. … Es muy necesario para la vida espiritual de los fieles que tomen más clara conciencia de la riqueza de la anáfora [plegaria eucarística]: junto con las palabras pronunciadas por Cristo en la última Cena, contiene la epíclesis, como invocación al Padre para que haga descender el don del Espíritu a fin de que el pan y el vino se conviertan en el cuerpo y la sangre de Jesucristo (n. 13)”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Los santos de todos los tiempos de la Iglesia, han profesado siempre la fe en la transubstanciación, al punto de entregar sus vidas por la Eucaristía. Dice así San Ignacio de Antioquía (+107): “La Eucaristía es la carne de nuestro Salvador Jesucristo, que padeció por nuestros pecados, y a la que el Padre por su bondad ha resucitado” (Cta. a Esmirniotas 7, 1). A su vez, San Cirilo de Jerusalén (+386) afirma; “Con plena seguridad participamos del cuerpo y sangre de Cristo, porque en figura de pan se te da el cuerpo y en figura de vino se te da la sangre” (I, 470). “No los tengas, pues como mero pan y vino, porque son cuerpo y sangre de Cristo, según la afirmación del Señor (I, 473)”. San Gregorio de Nisa (+394): “Y esto lo da [en la Eucaristía] transformando (transelementando) en aquel [cuerpo mortal] la naturaleza de las apariencias (I, 653)”. San Ambrosio de Milán (+397) sostiene: “Cuantas veces nosotros recibimos los sacramentos, que por el misterio de la oración sagrada se transfiguran en carne y sangre, anunciamos la muerte del Señor (1Cor 11, 26) (I, 536)”. “Este pan es pan antes de las palabras sacramentales; pero una vez que recibe la consagración, de pan se hace carne de Cristo (I, 541)”. “Os dije que antes de las palabras de Cristo lo que se ofrece se llama pan; tan pronto como se han pronunciado las palabras de Cristo, ya no se llama pan, sino cuerpo (I, 568)”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

         Por último, quienes no entienden cómo se produce, pero sí creen firmemente en la transubstanciación -esto es, en la conversión del pan y del vino en el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, de manera que en la Eucaristía no ven un simple trocito de pan bendecido, sino la Presencia Real, Verdadera y Substancial del Rey de reyes y Señor de señores-, son los satanistas y por eso se afanan, noche y día, para robar Hostias consagradas para luego profanarlas en las misas negras. Tal vez debería el Padre Reese llegarse por la secta Templo Satánico, para que sean ellos quienes le hagan entender que la Santa Fe de la Iglesia Católica en la transubstanciación, si bien es difícil de explicar, es fácil de creer.

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre Francisco.

 

Hora Santa en reparación por clínica de abortos a cargo de la secta Templo Satánico en Nuevo México 170223

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la apertura de una clínica abortista en Nuevo México, Estados Unidos, a cargo de la secta satánica “Templo Satánico”. Recordemos que para el satanismo el aborto es un “ritual religioso”, en el que se ofrece sacrílegamente la vida y la sangre del niño por nacer al Príncipe de las tinieblas, Satanás. Para mayores detalles, consultar el siguiente enlace:

https://fsspx.news/fr/news-events/news/le-temple-satanique-va-ouvrir-une-clinique-avortement-au-nouveau-mexique-80144

Canto de entrada: “Postrado a vuestros pies humildemente”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

¿Qué es la Eucaristía? Es, ante todo, el misterio sobrenatural más grandioso de la Iglesia Católica, un misterio que deja pasmados de admiración a los ángeles más poderosos y grandiosos del Cielo[1]. ¿Y qué más es la Eucaristía? La Eucaristía es el Hijo de Dios encarnado, Presente en Persona en el Santísimo Sacramento del altar, con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. La Eucaristía es algo más valioso que el Reino de los cielos en su totalidad, porque la Eucaristía es el Rey del Reino de los cielos en Persona, Cristo Jesús.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Acerca de la Eucaristía, afirma así un autor: “La Eucaristía es Jesús Amor. Por esa razón, es el Sacramento del Amor, de todo el amor: contiene a Jesús, viviente y verdadero, Quien es “Dios Amor” (Jn 4, 8) y Quien nos amó “hasta el extremo” (Jn 13, 1)”[2] y nos continúa amando desde el sagrario y continúa donándonos el Espíritu Santo, el Divino Amor, cada vez que comulgamos en gracia y con piedad, amor y fervor. Por esta razón, no hay nada más grande, ni en los cielos ni en la tierra, que la Sagrada Eucaristía.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Si el Sagrado Corazón de Jesús arde en las llamas del Divino Amor, entonces, como Él está en la Eucaristía en Persona, desde la Eucaristía nos comunica ese amor que arde en su Sagrado Corazón. Así dice un autor: “Jesús Eucarístico es Amor crucificado en el Santo Sacrificio de la Misa, en la cual se renueva su inmolación por nosotros; es Amor que une en la Comunión sacramental y espiritual, haciéndose “uno” con la persona que lo recibe”[3]. Por la Comunión sacramental, Jesús Eucaristía nos une a Sí mediante el Espíritu Santo, el Divino Amor.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Continúa el mismo autor: “La Eucaristía es Amor contemplativo, en su encuentro con las almas de los que desean “estar a sus pies”, como María de Betania (Lc 10, 39); es Amor que ora en su “incesante intercesión a nuestro favor” ante el Padre (Hb 7, 25)”. Quien desee recibir el Amor del Padre, debe acudir por lo tanto a la Eucaristía, porque por el Santísimo Sacramento del altar, el Hijo nos comunica, desde su Sagrado Corazón Eucarístico, el Divino Amor, el Espíritu Santo.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Por último, la Eucaristía es “Amor que embriaga, en los gozos celestiales de la unión esponsal con sus elegidos -los castos y las vírgenes, los que viven en gracia, en la pureza de cuerpo y alma- a quienes Él tiene cerca de Sí con amor exclusivo, del mismo modo con que tuvo a San Juan Evangelista, el apóstol virgen, el único que “se recostó sobre el pecho de Jesús” en el Cenáculo (Jn 21, 20)”[4].

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre Francisco.

 

 



[1] Cfr. Stefano María Manelli, 6.

[2] Cfr. Manelli, ibidem.

[3] Cfr. Manelli, ibidem.

[4] Cfr. Manelli, ibidem.

lunes, 6 de febrero de 2023

Hora Santa en reparación por profanación de Cristo crucificado en San Rafael Argentina 060223

 







Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el sacrilegio cometido contra el Cristo crucificado ubicado en un cementerio en San Rafael, Argentina, al mismo tiempo que pedimos por la conversión de quienes cometieron tan horrible acto.

Canto de entrada: “Postrado a vuestros pies humildemente”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

          La Sagrada Eucaristía, según el testimonio de los santos de la Iglesia Católica, proporciona un provecho inimaginable, tanto para el alma, como para el cuerpo y la razón es que quien la recibe, se alimenta de la substancia misma del Ser divino trinitario, contenida en el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo.

          Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

          Los beneficios de la Eucaristía para el alma son los siguientes, según San Cirilo de Jerusalén: “Si te hincha el veneno del orgullo, recurre a la Eucaristía y el Pan, bajo cuya apariencia se ha aniquilado tu Dios, te enseñará la humildad. Si arde en ti la fiebre de la avaricia, come de este Pan y aprenderás generosidad”[1].

          Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

          Continúa San Cirilo de Jerusalén: “Si te entristece el viento helado del egoísmo, recurre al Pan de los Ángeles, y en tu corazón brotará lozana la caridad. Si te sientes empujado por la intemperancia, alimentándote de la Carne y de la Sangre de Cristo, que tan excelentemente practicó la sobriedad en su vida terrena y te harás temperante. Si sientes que te arde la fiebre de la impureza, siéntate en el banquete de los Ángeles y la Carne inmaculada de Cristo te hará puro y casto”[2].

          Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

          La Eucaristía concede también beneficios al cuerpo, porque Quien está en Persona en la Eucaristía, es el mismo que está Presente en Persona en el Evangelio, Cristo Jesús y así como Jesús curaba enfermedades corporales de todo tipo –“Salía de Él una virtud que curaba a todos” (Lc 8, 46)-, así también lo sigue haciendo a través de la Eucaristía. Por eso podemos preguntarnos: ¿cuántos sufrientes no han recibido con el Pan Eucarístico, la salud de sus cuerpos? Es decir, si es voluntad de Dios, Jesús Eucaristía puede curarnos en el cuerpo, porque de la Eucaristía “sale una virtud que cura a todos”.

          Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

          La Comunión espiritual es la reserva de vida y amor eucarístico siempre al alcance de la mano para los enamorados de Jesús Eucaristía. Mediante la Comunión espiritual, se satisfacen los deseos de amor del alma que quiere unirse a Jesús, su Amado Esposo. La Comunión espiritual es la unión de amor entre el alma y Jesús Eucaristía. Es una unión espiritual, pero real, más real que la unión misma que la unión entre el cuerpo y el alma, “porque el alma vive más donde ama que donde vive”, dice San Juan de la Cruz[3].  

          Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre Francisco.

 



[1] Cfr. Estéfano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Testimonios de Autores Católicos Escogidos, Madrid 2006, 86.

[2] Cfr. ibidem, 86.

[3] Cfr. ibidem, 87.

jueves, 2 de febrero de 2023

Hora Santa en reparación por vandálico y sacrílego ataque a la Iglesia de la Flagelación en Jerusalén 020223

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el sacrílego ataque sufrido por la Iglesia de la Flagelación en Jerusalén. Para mayores datos, consultar el siguiente enlace:

https://es.aleteia.org/2023/02/02/ataque-a-la-iglesia-de-la-flagelacion-en-jerusalen/?fbclid=IwAR2D0zeR66lnKWvdUu1UBCxBaK-OqC9P0ghNkIxA100UnJPwsA1_wgtPyFY

Canto de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

En la Última Cena, uno de los sacerdotes, Judas Iscariote, el traidor, eligió con su traición ser poseído por Satanás, según relata el Evangelio: “Cuando Judas tomó el bocado (…) Satanás entró en él” (cfr. Jn 13, 27). ¿Por qué elegir ser poseído por el ángel caído, cuando podemos ser poseídos por Dios Hijo encarnado, que prolonga su Encarnación en la Eucaristía? Dice así San Pedro Julián Eymard: “¡El ser poseído por Jesús y poseerlo! He aquí el Reino perfecto del Amor”[1].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Es en la Eucaristía en donde se realiza este “Reino perfecto del Amor”, porque la Eucaristía contiene aquello que los cielos eternos no pueden contener: al Rey de los cielos, Cristo Dios. Es por esto que para acercarnos a la Eucaristía, necesitamos tener el alma en gracia, purificada del pecado por la gracia santificante, para que de esta manera el corazón se convierta en Tabernáculo viviente del Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Refiriéndose a la Sagrada Eucaristía, San Francisco exclamó: “¡Oh admirable excelsitud y asombrosa condescendencia! ¡Oh humildad sublime! ¡Oh sublimidad humilde, pues el Señor del universo, Dios e Hijo de Dios, de tal manera se humilla, que por nuestra salvación se esconde bajo una pequeña forma de pan! Ved, hermanos, la humildad de Dios… Por consiguiente, nada de vosotros retengáis para vosotros, a fin de que os reciba todo enteros el que se os ofrece todo entero”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

San Alfonso María de Ligorio dice lo siguiente: “¡Jesús mío! Qué invento tan amoroso fue aquel del Santo Sacramento, en que os escondéis bajo la apariencia del pan, para haceros amar y encontrar por quien os desea”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

En nuestro afecto hacia el Santísimo Sacramento deben estar siempre presentes la memoria del sacerdote quien cada día nos da a Jesús y de la Bienaventurada Virgen María, quien es Madre de Cristo Dios y de todos los sacerdotes y esto porque la Eucaristía, Nuestra Señora de la Eucaristía y el sacerdote ministerial son inseparables, tal como fueron inseparables Jesús en la cruz y la Virgen y San Juan Evangelista al pie de la cruz, en el Calvario[2].

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre Francisco.

 

 



[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico. Vida Eucarística según el ejemplo de los santos, Ediciones Del Alcázar, Bella Vista, Argentina, s. d., 6.

[2] Cfr. ibidem, 7.