Inicio: Si bien el aborto no es
un sacrilegio propiamente dicho, sí es una ofensa y un ultraje contra Dios
Creador, puesto que por el aborto se quita la vida de un ser humano, que es la
obra de sus manos. Para mayor información acerca del lamentable hecho,
consultar el sitio: https://www.facebook.com/argentinaesprovida/posts/3732168856850422
Canto
inicial: “Cantemos
al Amor de los amores”.
Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo.
Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio
(Misterios a elección).
Meditación.
Cuando
el Arcángel Gabriel le anunció a la Santísima Virgen que Ella era la Llena de
gracia y la Elegida por Dios Trino para ser morada santa de la Encarnación del
Verbo, desde ese instante en que se produjo la Encarnación de la Palabra de Dios,
la Virgen se convirtió en el Primer Sagrario y en la Primera Custodia, que
habría de albergar a la Eucaristía, esto es, el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la
Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo.
Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Segundo
Misterio.
Meditación.
Al dar su “Sí” a la voluntad divina, expresada en el Anuncio
del Ángel, la Virgen se convirtió también en Madre de Dios Hijo encarnado,
comenzando, desde ese mismo instante, a realizar su obra materna -como lo hace
toda madre con su hijo recién concebido- y es el de dar de su nutriente materno
al Hijo de Dios encarnado que, proviniendo desde la eternidad, iniciaba su vida
terrena en su seno virginal.
Un
Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Tercer
Misterio.
Meditación.
Es por esta razón, por ser la Virgen la Madre de Dios Hijo
encarnado, es que se puede decir que la Virgen es “Nuestra Señora de la
Eucaristía”, porque Ella fue el Primer Sagrario y la Primera Custodia, por
alojar a la Eucaristía, pero también Ella contribuyó, con su sangre y sus
nutrientes maternos, a “elaborar” el Pan de Vida eterna. Es por esto que, en
una custodia antigua con la figura de Nuestra Señora llevando la Eucaristía
sobre el pecho, se encuentran grabadas estas palabras: “Oh cristiano, que lleno
de fe vienes a recibir el Pan de Vida, cómelo dignamente y recuerda que ha sido
amasado con la sangre purísima de María”[1].
Un
Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Cuarto
Misterio.
Meditación.
Un autor pone en labios de la Virgen las palabras del
profeta: “Venid y comed de mi pan, bebed del vino que he mezclado” (Pr
9, 5). Esto, porque el Cuerpo y la Sangre del embrión Jesús se formaron y
crecieron en el seno virginal de María, gracias a los nutrientes maternos que
Ella le proporcionó. Por eso, así como se dice que un hijo lleva la sangre de
la madre, así Jesús, el Hombre-Dios, lleva consigo la sangre de su Madre, María
Santísima.
Un
Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Quinto
Misterio.
Meditación.
Como lo recuerda un autor, también los santos nos dicen que
la Virgen es la que “confeccionó” el Pan de Vida eterna, Cristo Jesús, al no
solo llevarlo en su seno virginal, sino también al alimentarlo con sus
nutrientes maternos: “San Maximiliano María Kolbe quería expresar el contenido
del pasaje inspirado cuando proyectaba que todos los altares del Santísimo
Sacramento estuvieran terminados en su cima con una imagen de la Inmaculada con
los brazos abiertos hacia adelante, invitando a todos a que se acercaran a
comer el Pan hecho por Ella misma”[2].
Oración
final: “Dios
mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen,
ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.
Un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria, pidiendo
por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.