domingo, 27 de junio de 2021

Hora Santa en reparación por ultraje público a Nuestro Señor Jesucristo en marcha del orgullo homosexual Italia 260621

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el ultraje público sufrido por Nuestro Señor Jesucristo en el transcurso de la marcha por el orgullo homosexual desarrollado en Italia. Para mayores datos, consultar el siguiente enlace:

https://www.facebook.com/gesutiamiamo/photos/pcb.4203151113077531/4203150946410881/

Canto inicial: “Cristianos venid, cristianos llegad”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

Dios es Infinita Misericordia, pero también es Infinita Justicia y nada escapa a su divina mirada, hasta nuestros pecados más ocultos, están ante Él y su Justicia como ante un límpido espejo. Por ese motivo, el pecador debe cuidar de vivir en gracia, porque así el alma, que está ante su mirada en todo momento, está en paz con Dios, porque por la Sangre de Jesucristo ha sido reconciliada con el Padre.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Dios todo lo sabe, incluso hasta nuestros pensamientos que todavía no hemos pensado; es decir, sabe a la perfección cuáles serán nuestros pensamientos hasta el día de nuestra muerte, aun cuando no se los manifestemos ni a los hombres ni a los ángeles. Por esto dice la Escritura: “Los ojos del Señor son más lucientes que el sol, mirando por todos lados todos los caminos de los hombres, penetrando lo profundo del abismo y los corazones de los hombres” (Ecli 23).

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Al ser tan perspicaces, los ojos divinos “escudriñan Jerusalén” (1, 12), con lo cual debemos entender a “Jerusalén” por “alma del bautizado” y es así como Dios escudriña, con su divina mirada, hasta las profundidades más recónditas de nuestro ser, de nuestra alma, de nuestra conciencia, llegando incluso mucho más profundo en el conocimiento nuestro que nosotros mismos[1]. Porque Dios escudriña a “Jerusalén”, es decir, a las almas santas, a las almas en gracia, encontrando incluso en las obras buenas algo para condenar –como el amor propio, por ejemplo-, es que San Bernardo exclamó: “¿Qué puede haber seguro en Babilonia, si en Jerusalén se hace tal escrutinio? Para temer es cuando se viniere a esto, que con tan menuda inquisición nos parezcan ser culpas muchas de nuestras justicias”[2].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio. 

Meditación.

Acerca de la Justicia de Dios, no debemos caer en falsas y erróneas creencias, pensando que, porque es misericordioso, pasará por alto la impenitencia. Es verdad que Dios perdona todo pecado, pero hay un pecado que no perdona, como dicen los santos, y es aquel que no se confiesa. La Justicia de Dios es sobrepasada por la Misericordia Divina cuando el pecador se arrepiente de sus pecados y hace el propósito de no volver a caer, evitando las ocasiones de pecado, pero la Justicia no se detiene ante el pecado que, siendo reconocido, no se confiesa, porque el pecador no se arrepiente del pecado cometido.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Afirma un autor que, cuando se habla de la Justicia Divina, “no debemos engañarnos, porque no es menos su Justicia que su Misericordia”[3]. Hay que considerar que si deja de castigar algunos pecados nuestros, es porque Cristo, el Hombre-Dios, satisfizo por ellos con su Santo Sacrificio de la Cruz, aplacando la Ira Divina con su Sangre Preciosísima, con su Pasión y con su Muerte. Es para temblar que, habiendo Jesucristo satisfecho cumplida y sobradísimamente por todos los pecados de todos los hombres de todos los tiempos y aun de millones de mundos, si estos existieran, con todo esto deja Dios y ha dejado de perdonar innumerables pecados, cuando el pecador no se arrepiente de haberlos cometido. Por esto mismo, como dicen los santos, es preferible “morir antes que pecar”, es decir, es preferible morir a la vida terrena, pero con el alma en gracia, antes que seguir viviendo esta vida terrena, con el alma en pecado mortal pues si alguien muere en estado de pecado mortal, no es perdonado por la Justicia Divina, porque libremente eligió no ser perdonado.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 482.

[2] Serm. 55 in Cant.

[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 483.

domingo, 20 de junio de 2021

Hora Santa en reparación por profanación eucarística en San Pablo, Brasil 190621

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la sacrílega profanación eucarística cometida en una iglesia en San Pablo, Brasil, en donde profanaron el sagrario, mordieron, pisotearon y desparramaron las Hostias consagradas, además de robarse muchas de ellas y dejaron clavado un objeto punzante en el altar eucarístico. Para mayores detalles acerca de este lamentable hecho, consultar el siguiente enlace:

https://www.youtube.com/watch?v=x5XP3ctkEoE

Canto inicial: “Cantemos al Amor de los amores”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

         Acerca de porqué debe ser temida la Justicia Divina, dice así el Papa Inocencio III: “Tremenda cosa es a todo viviente tratar con Vos causa criminal; porque como seáis poderosísimo, nadie puede escapar de vuestras manos; y como seáis sapientísimo, nadie se puede esconder a vuestros ojos y como seáis justísimo, no hay quien pueda corromper vuestro ánimo. Delante de quien es acusadora la conciencia, rea el alma, abogada la razón, testigo la memoria y Vos sois Juez”[1].

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

         Afirma un autor que “tres partes son terribles en un juez y para temerse mucho, puesto que le hacen severísimo. La primera, si fuese tal que supiese todos los delitos y los tuviese legítima y plenamente probados y convencidos; la segunda, si fuese tal, que quisiese castigarlo todo, sin disimular cosa alguna; la tercera, si tuviese tanto poder, que nadie le pudiese enfrentársele”[2]. Y con justa razón, enseña la Iglesia que este Juez Soberano, que todo lo sabe, que todo lo puede y a quien nadie se le puede enfrentar, es Dios Uno y Trino.

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

         Es Dios Uno y Trino este Juez Supremo, Justísimo, Omnipotente, Omnisciente, que lo sabe todo y a quien no se le escapa nada ni nadie, pues todos nuestros pecados están plenamente probados con su infinita sabiduría y tiene por testigos a nuestra propia conciencia y los ángeles, los demonios y otras creaturas, que darán voces y testificarán contra nosotros: todo está averiguado, nada se esconderá, aun lo que no nos pareció pecado, estará probado por el pecado[3].

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio. 

Meditación.

         También respecto a la Justicia Divina, dice así San Agustín: “Muchas cosas alabadas de los hombres serán condenadas, siendo Dios testigo de ellas”. Esto es así, porque sucede con frecuencia que los hombres se aplauden unos a otros y se vanaglorian entre sí mismos, pero no por cosas buenas, sino por cosas pecaminosas, pero nada de esto escapa a la vista soberana de Dios, que escruta hasta lo más profundo del ser humano. En el Día del Juicio Final, quedarán expuestas las intenciones con las que realizamos incluso las obras buenas, esto es, si las hicimos para ser aplaudidos y admirados por los hombres, o si las hicimos para honrar y alabar a Dios.

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

         La razón de la infinita Justicia de Dios, que todo lo sabe, es porque ve infinitamente mejor que nuestra propia conciencia y por esto, lo que a ella le es oculto, ante Dios se manifiesta como pecado, puesto que Dios ve en lo más profundo del alma. En las Escrituras se dice: “Los ojos del Señor son más lucientes que el sol, mirando por todos lados todos los caminos de los hombres, penetrando en lo profundo del abismo y los corazones de los hombres” (Ecli 23). Acerca del Día del Juicio Final, la Virgen le dijo a Santa Faustina Kowalska que “hasta los ángeles de Dios temblarán” ante la furia de la Ira Divina. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, refugia nuestras pobres almas en el Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, para así estar a salvo de la Justa Ira de Dios!

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al Cielo iré y la contemplaré”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 

        



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 481.

[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 482.

[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 482.

jueves, 10 de junio de 2021

Hora Santa en reparación por serie blasfema contra Nuestro Señor Jesucristo en plataforma Netflix 100621

 



         Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la serie blasfema contra Nuestro Señor Jesucristo emitida en la plataforma Netflix. Ahora bien, lo más grave es que, más que ofender a los cristianos, que sí lo hace, ofende ante todo a Nuestro Señor Jesucristo, mostrándolo como violento y vengativo, además de falto de castidad. Para mayor información, consultar el siguiente enlace:

https://citizengo.org/es-lat/rf/202647-jesucristo-vengandose-tiros-tras-tener-sexo-con-dos-mujeres?dr=34653::85e481420b3df28d63e016e95bd32337&utm_source=em&utm_medium=e-mail&utm_content=em_link1&utm_campaign=ES_LTM-2021-05-27-Global-RF-LL-202647-Paradise_blasfemo-Paradise_PD_Netflix.07_AA_Relaunch_3&mkt_tok=OTA3LU9EWS0wNTEAAAF9lQHhKjvG60wSihGn1VeaYzwcJIHqMAfaGrasu7B0vhPB1Gs92JBXS4aQWyFy3a35Yqd2cSvXUFHoYBDHLJMXh9FFMf_G19HCRyvtFb00YOrp1Q

Canto inicial: “Cristianos venid, cristianos llegad”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

         Después de la fe –que radica en el entendimiento-, el santo temor de Dios –que radica en la voluntad- es la segunda disposición que debe tener el alma para alcanzar la gracia santificante[1]. Es por esto que en la Sagrada Escritura se dice que “el principio de la sabiduría es el temor de Dios” (Ecl 1, 16), porque es el primero de los afectos de la voluntad, cuando quiere la creatura convertirse a su Creador, porque este santo temor la hace que comience a aborrecer el pecado, por el cual corre peligro de caer bajo la Justicia Divina.

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

         El pecador que engendra en sí el temor de Dios, toma conciencia acerca de cuán perfecto y justo sea Dios en Sí mismo y cuán terrible es en sus efectos, tanto temporales como eternos, con lo cual el pecador teme la Justicia de Dios, tiembla ante su Ira y se estremece ante su furor. La Justa Ira de Dios se enciende contra el pecador que se obstina en el pecado, no contra el pecador que, por humana debilidad, cae en el pecado, pero no obstante esto, desea salir del pecado y convertirse a Dios. El santo temor de Dios ayuda a que el pecador sea más fuerte frente a la tentación, ayudándolo de este modo a no caer en el pecado.

         Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Se llama “Justicia de Dios” a la voluntad que tiene Dios para castigar a los pecadores impenitentes, es decir, a los pecadores que, sabiendo que el pecado es una ofensa a Dios, no obstante persisten en él, sin querer alejarse del pecado; se llama “Ira divina” al mismo castigo, cuando es en penas temporales; por último, se llama “furor” a las penas eternas[2], las penas que descarga la Justicia Divina por toda la eternidad, por siglos sin fin. El santo temor de Dios ayuda al pecador a alejarse de aquello que irrita a la Justicia Divina, el pecado.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio. 

Meditación.

David pidió al Señor no ser castigado con su furor y su ira: “No me condenéis con vuestro furor y no me castiguéis en vuestra ira” (Sal 6, 2). El mismo Dios dice que su ira es grande, por medio del profeta Zacarías: “Esto dice el Señor de los ejércitos: Celado he a Jerusalén y a Sión, con celo grande” (1, 14) y esto lo dijo Dios por los castigos temporales que habría de usar, para luego usar de la misericordia. Si esto es así, ¿qué será su furor, que aguarda a los pecadores impenitentes con eternos fuegos, donde serán con toda furia atormentados con desesperación de toda misericordia?[3]. El santo temor de Dios nos aleja de la Ira Divina y nos acerca a la Divina Misericordia.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

En Dios no hay pasión de ira ni de furor, pues esto es pecado y Dios es la Santidad Increada, en quien no puede haber ni la más ligerísima sombra, no ya de pecado, sino siquiera de imperfección, pero hay sí, sus efectos y una justicia inflexible y rigurosísima y tan terrible que aún las potestades del Cielo, con estar seguras, se dice que se estremecen ante la majestad de la Santísima Trinidad. Entonces nosotros, que somos pecadores, que mientras vivamos en esta vida terrena estamos en peligro constante de eterna condenación, ¿cómo no hemos de temblar ante su Justicia, su Ira y su Furor?[4]. El santo temor de Dios nos aleja de la Ira Divina y nos acerca a la Divina Misericordia.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al Cielo iré y la contemplaré”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 480.

[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 481.

[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 481.

[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 481.

lunes, 7 de junio de 2021

Hora Santa en reparación por profanación eucarística en Misiones, Argentina 060621

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la profanación eucarística ocurrida en el templo de Corpus Christi en Misiones, Argentina. Para mayores datos acerca de este horrible sacrilegio, consultar el siguiente enlace:

https://aica.org/noticia-posadas-profanaron-el-templo-de-corpus-christi

Canto inicial: “Cantemos al Amor de los amores”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

Nuestra Señora de Fátima, en las apariciones en Portugal, pidió que se rezara el Santo Rosario en reparación por los ultrajes que recibe el Sagrado Corazón Eucarístico de su Hijo todos los días, además de su Inmaculado Corazón. Las ofensas y ultrajes a la Sagrada Eucaristía provocan un gran dolor a los Sagrados Corazones de Jesús y María, un dolor que es de orden moral, pero dolor al fin y al cabo y es por eso que debemos rezar el Santo Rosario en reparación por estos ultrajes.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

La Santísima Virgen, en Fátima, le dice a Sor Lucía que se compadezca del dolor que sufre su Inmaculado Corazón, cada vez que es ultrajada la Sagrada Eucaristía. La Virgen le dice así: “Ten compasión del Corazón de tu Madre Santísima envuelto en las espinas que le clavan los hombres ingratos: no hay quien haga actos de reparación para arrancárselas”[1]. Esto significa que los pecados cometidos contra la Eucaristía se materializan en las espinas que rodean al Inmaculado Corazón, provocándole dolores inenarrables.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Además de la Virgen, es el mismo Jesús en Persona quien busca corazones amantes que quieran consolar a su Madre Santísima, la Virgen María, la Madre de Dios. Cada uno de nosotros puede ser ese corazón amante que busca Jesús, sólo se necesita pedir la gracia del Amor de Dios en el corazón, el Espíritu Santo, para que nuestros corazones se conviertan en moradas en las que pueda recibir consuelo la Virgen Santísima. Si hacemos esto, si pedimos el Amor de Dios, podremos imitar a San Juan Evangelista, quien recibió a María Santísima “en su propia casa” (Jn 19, 27).

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio. 

Meditación.

Si tenemos al Amor de Dios en nuestros corazones, éstos se convertirán en moradas en las que la Virgen Santísima recibirá el amor, el cariño y el consuelo por parte de sus hijos que la aman a Ella y a su Hijo Jesús, en reparación por aquellas almas que, por uno u otro motivo, no creen, ni esperan, ni adoran, ni aman, a Jesús Eucaristía, el Cordero de Dios, el Redentor del mundo. Seamos los corazones amantes que busca Jesús y, con el Amor del Espíritu Santo, le digamos a Jesús, por intermedio de la Virgen María: “Jesús Eucaristía, yo creo, espero, te adoro y te amo en tu Presencia Eucarística. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran ni te aman”.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Ahora bien, si queremos hacer actos de amor y reparación a Jesús Eucaristía, debemos, precisamente, recibir a Jesús Sacramentado, pues Él, una vez en nuestros corazones, nos infundirá el Espíritu Santo y así, unidos al Inmaculado Corazón de María, podremos hacer actos de amor, de adoración y de reparación, pidiendo perdón por nuestras propias faltas contra la Eucaristía -indiferencia, frialdad, falta de interés, etc.- que hayamos cometido por nuestra humana debilidad y también por todos aquellos que ofenden a los Sagrados Corazones de Jesús y María.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 



[1] Cfr. Estéfano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Testimonio de Autores Católicos Escogidos, Madrid 2006, 156.