martes, 21 de enero de 2020

Hora Santa en reparación por profanación eucarística en India 210120


Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por profanación eucarística ocurrida en una iglesia de India. Para mayores datos, consultar el siguiente enlace:


         Canto inicial: “Cantemos al Amor de los amores”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación

         La grandeza, magnificencia y hermosura y dignidad que a los justos confiere la gracia haciéndolos hijos de Dios y amigos suyos son tales, que los ángeles no acaban de congratularse en el alma que la posee, deseando que persevere en aquella hermosura y estado tan divino[1]. Para este motivo, la asisten con particular cuidado, siendo los que están en el cielo sus representantes ante Dios por sus obras buenas, sus penitencias, sus santos propósitos y sus deseos de perseverancia.

         Silencio para meditar. 

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación

         Ahora bien, si esto es así para quien está en gracia, para aquel que no la posee porque está en pecado, las cosas son muy distintas: algunos pecadores llegan a una miseria tan grande, que no hay vicio en el que no caigan, ni pecado en el que no consientan, porque no tienen fuerzas para resistir y tampoco pueden los ángeles del cielo ayudarlo[2]. Los pecadores, juzgando que hacen mal, quieren a este mal y queriendo no ejecutarlo, igualmente lo llevan a cabo y aunque se propongan lo contrario, terminan por cometerlo de nuevo y esto porque están sin la gracia y sin la asistencia de los ángeles de Dios.

          Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación

         La miseria y mala ventura del pecador, acompañan a su debilidad y malicia desenfrenadas, quedando en manos de los demonios y desamparados de Dios y sus ángeles, porque siendo su debilidad infinita para el bien, y por otra parte teniendo algo tan fuerte como el odio del espíritu propio del estado del pecador, no es de maravillarse que, faltando la ayuda del cielo, le sucedan toda clase de males[3]. Sin Cristo y en manos de los demonios, no habrá mal que el alma del pecador no deje de cometer. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que nunca nos veamos privados del auxilio de la gracia y de los ángeles de Dios!

         Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación

Así como Cristo es fuente de todos los bienes que se comunican a las almas que están en gracia, así el demonio es padre de males y pecados infinitos, que instiga para que hagan los que una vez son cautivos suyos por el pecado[4]. ¡Oh miseria del pecador, que no tiene pastores que lo defiendan y tiene cerca tantos lobos que ansían su muerte eterna! ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, que siempre conservemos la dicha de estar en gracia y rodeado de ángeles del Dios Altísimo!

Silencio para meditar.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación

Pero cuando el pecador recibe la gracia de la conversión, grande es su dicha, porque su debilidad se convierte en fortaleza y ahora en vez de demonios por compañía, tiene a los ángeles de Dios por amigos y defensores suyos[5]. Por la gracia, unas naturalezas tan grandes y sublimes como los ángeles, se ocupan de su guarda y cuidan de él, ofreciendo al Señor cuantos suspiros da al día, cuantos pasos anda y cuantas obras hace en el servicio divino.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria pidiendo por la salud e intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canción de despedida: “Los cielos, la tierra y el mismo Señor Dios”.



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 328.
[2] Cfr. Nieremberg, ibidem, 329.
[3] Cfr. Nieremberg, ibidem, 329.
[4] Cfr. Nieremberg, ibidem, 329.
[5] Cfr. Nieremberg, ibidem, 330.

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