Inicio:
ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación
por la planificación para Pascuas de una misa sacrílega denominada “misa tecno”
en Alemania. Para obtener mayores datos, consultar el siguiente enlace:
https://www.katholisch.at/aktuelles/143274/vorarlberg-kirche-laedt-jugendliche-zu-techno-osternacht
Canto
de entrada: “Sagrado Corazón, Eterna Alianza”.
Inicio
del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).
Meditación.
Con relación a los efectos saludables de la Santa Misa en el
alma del fiel que ama a Jesús Eucaristía, San Lorenzo Justiniano decía: “Ninguna
lengua humana puede enumerar los favores que se correlacionan con el Sacrificio
de la Misa. El pecador se reconcilia con Dios; el hombre justo se hace aún más
recto; los pecados son borrados; los vicios eliminados; la virtud y el mérito
crecen y las estratagemas del demonio son frustradas”[1].
Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Segundo
Misterio.
Meditación.
A su vez, San Leonardo de Porto Mauricio decía: “¡Oh, gente
engañada, ¿qué están haciendo? ¿Por qué no se apresuran a ir a las iglesias a
oír tantas Misas como puedan? ¿Por qué no imitan a los ángeles, quienes cuando
se celebra una Misa, bajan en escuadrones desde el Paraíso y se estacionan
alrededor de nuestros altares en adoración, para interceder por nosotros?”. Nosotros
podríamos agregar: ¿Qué puede haber que sea mejor que adorar al Cordero de Dios
en la Eucaristía?
Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Tercer
Misterio.
Meditación.
San Felipe Neri solía decir: “Con oraciones pedimos gracias
a Dios; en la Santa Misa comprometemos a Dios a que nos las conceda”. Y en verdad,
todos y cada uno de nosotros, necesitamos infinidades de gracias para salvar nuestras
almas y todas esas gracias nos la puede conceder la Santísima Trinidad a través
de la Santa Misa, Fuente inagotable de gracias. La oración ofrecida durante la
Santa Misa, implica todo nuestro sacerdocio, ya sea el sacerdocio ministerial,
exclusivo del sacerdote particular en el altar, y el sacerdocio común de los
fieles. En la Santa Misa, nuestras oraciones se unen a la plegaria de la agonía
de Jesús, al sacrificarse Él mismo por nosotros.
Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Cuarto
Misterio.
Meditación.
De una manera especial durante el Canon, que es el corazón
de la Santa Misa, la oración de todos nosotros se convierte también en la
oración de Jesús, presente entre nosotros. Los dos Mementos del Canon Romano,
durante los cuales se recuerda a los vivos y a los muertos, son momentos
preciosos para que nosotros presentemos nuestras necesidades, podemos
encomendar a nuestras personas queridas, vivas y difuntas, justamente en el
instante supremo de la Pasión y Muerte de Jesús entre las manos del sacerdote.
Sepamos aprovechar esto: los Santos lo estimaron muy importante y cuando se
encomendaban a las oraciones de los sacerdotes, pedían que se les recordara sobre
todo en el Canon.
Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Quinto
Misterio.
Meditación.
En
la hora de nuestra muerte, en el momento de pasar de esta vida terrena y temporal
a la vida eterna, entonces será el momento en el que las Misas que hemos oído
devotamente, nos traerán nuestro más grande consuelo y esperanza y una Misa
oída por nosotros mismos durante nuestra vida, nos traerá más réditos que las
muchas oídas por otros en nuestra memoria, después de muertos. San José
Cottolengo garantizaba una santa muerte a quien participa frecuentemente de la
Santa Misa. San Juan Bosco considera un signo de predestinación escuchar muchas
Misas.
Oración
final: “Dios
mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen,
ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los
Ángeles”.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo
por las intenciones del Santo Padre Francisco.
[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico,
Ediciones del Alcázar, Buenos Aires 2005, 28.
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