Inicio:
ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación
por la gravísima ofensa, blasfemia y sacrilegio que supone la “venta” de
hostias y vino en envases plásticos, como si se tratara de un producto de
supermercado. Para mayores datos acerca de este lamentable hecho, consultar el
siguiente enlace:
https://www.amazon.com/-/es/celebraci%C3%B3n-hostias-vasos-prellenados-unidades/dp/B001GOLW0Q
Canto
de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.
Inicio
del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).
Meditación.
Una
sola Santa Misa, escuchada con devoción, con piedad y con amor, nos obtiene
méritos infinitos para el Cielo, muchos más que cualquier otra obra buena que
seamos capaces de hacer. Dice así San Bernardo: “Uno obtiene más mérito
asistiendo a una Santa Misa con devoción, que repartiendo todo lo suyo a los
pobres y viajando por todo el mundo en peregrinación”[1].
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Segundo
Misterio.
Meditación.
Que
la Santa Misa nos proporcione gracias infinitas, no puede ser de otra manera,
siendo el mismo Hombre-Dios quien se ofrece con su Cuerpo, Sangre, Alma y
Divinidad por la salvación de mi alma. El Santo Cura de Ars decía: “El martirio
no es nada en comparación con la Santa Misa, porque el martirio es el
sacrificio del hombre a Dios, mientras que la Misa es ¡el sacrificio de Dios
por el hombre!”.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Tercer
Misterio.
Meditación.
Deberíamos
preferir mucho más la Santa Misa sobre cualquier diversión, la cual si bien es
necesaria y debe ser sana y santa, nos hace sin embargo perder tiempo y no nos
trae ninguna ganancia a nuestras almas. San Luis IX, Rey de Francia, asistía a
Misa todos los días y algunos días, dos o tres veces. Un ministro del gobierno
se quejó, sugiriéndole que debería dedicar ese tiempo a las cosas del reino. El
santo rey le hizo notar: “Si me gasto el doble de ese tiempo en diversiones
como la cacería, nadie pondría ninguna objeción”.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Cuarto
Misterio.
Meditación.
Como
afirma un autor, “seamos generosos y hagamos sacrificios voluntarios a fin de
no perder tan gran beneficio. San Agustín decía a los fieles: “Todos los pasos
que uno da para ir a oír una Santa Misa, son contados por un Ángel y así cada
uno recibirá de Dios una incomparable recompensa en esta vida y en la eternidad”.
El Cura de Ars agrega: “¡Qué feliz es ese Ángel de la Guarda que acompaña al
alma cuando va a Misa!”.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Quinto
Misterio.
Meditación.
Una
vez que uno se da cuenta del valor infinito de la Santa Misa, no se sorprende
del ardor de los Santos y del cuidado que ponían en oírla. San Pío de
Pietrelcina dijo a un penitente: “Si los hombres comprendiesen el valor de la
Santa Misa, sería necesario que hubiera guardias en todas las Misas para
mantener en orden a la multitud en las iglesias”.
Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo.
Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los
Ángeles”.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo
por las intenciones del Santo Padre Francisco.
[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico,
Ediciones del Alcázar, Buenos Aires 2005 32.
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