Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo
Rosario meditado en reparación por el horrible ultraje y sacrilegio cometido en
la Universidad Nacional de Cuyo, disfrazado bajo el banal pretexto de “muestra
de arte”. Para mayor información acerca de este lamentable hecho, consultar el
siguiente enlace:
https://docs.google.com/.../1FAIpQLSexyecWap.../formResponse
Canto
de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.
Inicio
del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).
Meditación.
La más
grande presunción del hombre es creer que todo lo puede él mismo, sin ayuda de
Dios; así, no se detiene a pensar lo que nos dice Nuestro Señor Jesucristo: “Sin
Mí, nada podéis hacer” (Jn 15, 5). Este “nada”, es literal, porque
debido a que Jesús nos mantiene en el ser segundo a segundo, no seríamos
capaces de respirar ni de vivir ni un solo segundo, si no fuera por su continua
asistencia.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Segundo
Misterio.
Meditación.
Es verdad
que, por nuestra propia condición humana, agravada por el pecado original,
somos frágiles en todo sentido, pero precisamente, si somos frágiles, acudamos
a Él, a Jesús Eucaristía, y le digamos y le pidamos sin demora su auxilio, su
sostén y hasta su propia fortaleza. Con la Eucaristía, que es Jesús en Persona,
lo podemos todo, puesto que Jesús, por así decirlo, nos fusiona con Él y nos
hace uno solo con Él. Dice así San Agustín: “No somos nosotros los que
transformamos a Cristo en nosotros, como hacemos con el alimento acostumbrado,
sino que es Jesucristo quien nos transforma en Él”[1].
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Tercer
Misterio.
Meditación.
Jesús
mismo nos invita y nos anima a ir a Él: “Venid a Mí (…) y Yo los aliviaré” (Mt
11, 28). Visitemos a Jesús Eucaristía a menudo, con tanta frecuencia como la
que nos sea posible, arrodillémonos ante el Tabernáculo y postrémonos no solo
con el cuerpo, sino con el corazón y el alma. Los santos, todos sin excepción,
tuvieron una grandísima devoción a Jesús Eucaristía, imitemos su ejemplo, si
queremos ir al cielo para seguir adorando a Jesús por la eternidad.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Cuarto
Misterio.
Meditación.
A Pier
Giorgio Frassati, un amigo que era compañero en la universidad, en Turín, lo
invitó: “Vamos a tomar un aperitivo”. Pier Giorgio aprovechó la ocasión y
replicó, señalando a su amigo la cercana iglesia de Santo Domingo: “Pero, por
supuesto, vamos a tomarlo en ese café”. Entrando a la Iglesia, rezaron un
momento cerca del Tabernáculo; luego se acercaron a la caja de las ofrendas y Pier
Giorgio dijo: “Aquí está el aperitivo”. Y de los bolsillos de los dos jóvenes
salieron ofrendas para los pobres.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Quinto
Misterio.
Meditación.
Pensando
en la Eucaristía durante un sermón, San Juan Crisóstomo preguntó en una prédica:
“¿Cómo podemos hacer de nuestros cuerpos una Hostia?”. Y él mismo dijo: “No
permitan que sus ojos vean cosas malas y habrán ofrecido un sacrificio; no
permitan que sus lenguas ofrezcan palabras inadecuadas y habrán hecho una
ofrenda; no permitan que sus manos cometan pecado y habrán ofrecido un
holocausto”. También podríamos agregar: no permitamos que en nuestros corazones
ingrese ningún amor impuro y pidamos la gracia que sean tabernáculos vivientes
en donde sea adorado, día y noche, Jesús Eucaristía.
Oración
final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido
perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres
veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto final: “Un día al cielo iré, y la
contemplaré”.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo
por las intenciones del Santo Padre Francisco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario