Inicio:
ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación a
una horrenda profanación sufrida por el Santísimo Sacramento del altar en
Tanzania. Para mayores detalles acerca de este lamentable hecho, consultar el
siguiente enlace:
https://www.youtube.com/watch?v=Wn3FJuASGDY
Canto
de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.
Inicio
del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).
Meditación.
Quien posee la Eucaristía, lo posee todo, aun cuando le
falte todo en lo material. Así nos enseñan los santos, como San Pedro Julián
Eymard. En una ocasión llegó a París y se alojó en una casa paupérrima en la
que faltaban las cosas más elementales y necesarias. Sin embargo, si alguno se
apiadaba de él, el santo decía: “Está el Santísimo Sacramento; es todo lo que
me hace falta”. Y cuando las personas se dirigían a él para obtener alguna
gracia, ayuda y consuelo, respondía: “Encontraréis todo en la Eucaristía; la
palabra de ánimo, la ciencia y los milagros. Sí, también los milagros”[1].
Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Segundo
Misterio.
Meditación.
Si en la Eucaristía está todo lo que necesitamos, para
nuestra salvación, vayamos entonces a la Eucaristía; acerquémonos a Jesús
Eucaristía, que nos ama tanto, pero tanto, que quiere fundirnos en el Fuego del
Divino Amor, que arde en su Sagrado Corazón, así como el hierro se convierte en
una lámina ardiente y se hace uno solo con el fuego que lo abrasa. Santa Gemma
Galgani decía: “Jesús, Alimento de las almas fuertes, fortaléceme, purifícame,
divinízame”.
Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Tercer
Misterio.
Meditación.
No nos bastarán cien años de esta vida terrena y ni siquiera
toda la eternidad, para comprender el misterio inefable del Divino Amor que
arde en el Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, Amor del cual Él desea hacernos
partícipes por la Sagrada Comunión. Nunca haremos lo suficiente para conocer y
amar el misterio de la Eucaristía, porque cuanto más conocemos, más queremos
saber y cuanto más sabemos, más amamos a Jesús Eucaristía.
Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Cuarto
Misterio.
Meditación.
Nuestra vida debe girar alrededor de la Eucaristía, Sol de
nuestras almas, así como los planetas giran alrededor del sol. Y de la misma
manera a como los planetas reciben del sol lo que el sol tiene para dar -luz,
calor, vida-, así también las almas que por la gracia y la adoración se acercan
a Jesús Eucaristía, reciben de Él lo que Él tiene para darnos: la Vida divina trinitaria,
el calor del Divino Amor que arde en su Corazón Eucarístico y la luz divina que
emana de su Ser divino trinitario.
Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Quinto
Misterio.
Meditación.
En la vida de San Pío X se lee que un día, cuando era
párroco de Salzano fue a visitar a un clérigo enfermo. En aquel mismo momento
llegó también el médico y le preguntó al enfermo cómo estaba. El joven sacerdote
le respondió que aquel día se había encontrado mejor porque había enseñado algo
sobre la Eucaristía a sus hermanos pequeños. A esta respuesta, el médico
exclamó en tono de burla: “¡Esto sí es bonito! En las clínicas donde he
estudiado no he oído decir nunca que la doctrina cristiana pudiera producir
estos efectos”. A esto, San Pío X respondió: “Los efectos de vuestra doctrina
bien los vemos, doctor, y los vería también un miope porque el cementerio está lleno
de ellos. En cambio, la doctrina cristiana llena un lugar que solo pueden verlo
quienes tienen fe: ¡el Paraíso!”.
Oración
final: “Dios
mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen,
ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto final: “Un día al cielo iré y la
contemplaré”.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo
por las intenciones del Santo Padre Francisco.
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