jueves, 2 de febrero de 2023

Hora Santa en reparación por vandálico y sacrílego ataque a la Iglesia de la Flagelación en Jerusalén 020223

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el sacrílego ataque sufrido por la Iglesia de la Flagelación en Jerusalén. Para mayores datos, consultar el siguiente enlace:

https://es.aleteia.org/2023/02/02/ataque-a-la-iglesia-de-la-flagelacion-en-jerusalen/?fbclid=IwAR2D0zeR66lnKWvdUu1UBCxBaK-OqC9P0ghNkIxA100UnJPwsA1_wgtPyFY

Canto de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

En la Última Cena, uno de los sacerdotes, Judas Iscariote, el traidor, eligió con su traición ser poseído por Satanás, según relata el Evangelio: “Cuando Judas tomó el bocado (…) Satanás entró en él” (cfr. Jn 13, 27). ¿Por qué elegir ser poseído por el ángel caído, cuando podemos ser poseídos por Dios Hijo encarnado, que prolonga su Encarnación en la Eucaristía? Dice así San Pedro Julián Eymard: “¡El ser poseído por Jesús y poseerlo! He aquí el Reino perfecto del Amor”[1].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Es en la Eucaristía en donde se realiza este “Reino perfecto del Amor”, porque la Eucaristía contiene aquello que los cielos eternos no pueden contener: al Rey de los cielos, Cristo Dios. Es por esto que para acercarnos a la Eucaristía, necesitamos tener el alma en gracia, purificada del pecado por la gracia santificante, para que de esta manera el corazón se convierta en Tabernáculo viviente del Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Refiriéndose a la Sagrada Eucaristía, San Francisco exclamó: “¡Oh admirable excelsitud y asombrosa condescendencia! ¡Oh humildad sublime! ¡Oh sublimidad humilde, pues el Señor del universo, Dios e Hijo de Dios, de tal manera se humilla, que por nuestra salvación se esconde bajo una pequeña forma de pan! Ved, hermanos, la humildad de Dios… Por consiguiente, nada de vosotros retengáis para vosotros, a fin de que os reciba todo enteros el que se os ofrece todo entero”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

San Alfonso María de Ligorio dice lo siguiente: “¡Jesús mío! Qué invento tan amoroso fue aquel del Santo Sacramento, en que os escondéis bajo la apariencia del pan, para haceros amar y encontrar por quien os desea”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

En nuestro afecto hacia el Santísimo Sacramento deben estar siempre presentes la memoria del sacerdote quien cada día nos da a Jesús y de la Bienaventurada Virgen María, quien es Madre de Cristo Dios y de todos los sacerdotes y esto porque la Eucaristía, Nuestra Señora de la Eucaristía y el sacerdote ministerial son inseparables, tal como fueron inseparables Jesús en la cruz y la Virgen y San Juan Evangelista al pie de la cruz, en el Calvario[2].

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre Francisco.

 

 



[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico. Vida Eucarística según el ejemplo de los santos, Ediciones Del Alcázar, Bella Vista, Argentina, s. d., 6.

[2] Cfr. ibidem, 7.

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