Inicio:
ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación
por el cruel asesinato de un sacerdote católico en Nigeria. Para mayores datos
acerca de este lamentable hecho, consultar el siguiente enlace:
https://es.euronews.com/2023/01/15/nigeria-seguridad#:~:text=15%20ene%20%E2%80%93%20Hombres%20armados%
20quemaron,las%20elecciones%20del%20mes%20pr%C3%B3ximo
Canto
de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.
Inicio
del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).
Meditación.
La
Eucaristía es la gracia más grande que jamás alguien en esta vida pueda recibir,
porque es Dios Hijo encarnado, que prolonga su Encarnación en la Hostia
consagrada. Afirman los autores que la Eucaristía es la prenda suprema de la
vida del cristiano en esta pobre tierra de exilio. San Gregrorio Niceno escribe
así: “Nuestro cuerpo unido al Cuerpo de Cristo adquiere un principio de
inmortalidad, porque se une al Inmortal”[1]. Y nosotros podríamos
agregar que adquiere un principio de gloriosa eternidad, porque se une al que
es la Eternidad Gloriosa e Increada en Sí misma.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Segundo
Misterio.
Meditación.
Cuando
el alma ingresa en el período de agonía, en el que siente que la vida se le
escapa, es ahí cuando la Eucaristía, que es la Vida Increada y Eterna en Sí
misma, ingresa como Viático del alma, para conceder al alma la Vida divina de
la Trinidad. En la Eucaristía, Jesús se nos dona a nosotros para ser la Vida
verdadera y perenne de nuestra alma inmortal, para ser la Resurrección de nuestro
cuerpo mortal, según lo dice el mismo Jesús en el Evangelio: “El que come mi
carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna” (Jn 6, 54).
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Tercer
Misterio.
Meditación.
El
Santo Viático es una gracia especialísima: cuando Santa Teresa de Ávila,
moribunda, vio acercarse al sacerdote que le traía la Eucaristía, se incorporó
en el lecho, para sorpresa de todos, con el rostro radiante y bellísimo,
extendida toda hacia la Hostia Santa y exclamó extasiada: “Señor, era ya hora
de vernos”. ¡Nuestra Señora de la Eucaristía, danos la gracia de desear, ya
desde esta vida terrena, la unión con Cristo Eucaristía, unión que habrá de
perdurar por la eternidad, si morimos en gracia y como amigos de Dios!
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Cuarto
Misterio.
Meditación.
Son
los santos los que nos dan ejemplo de cómo desear y recibir al Señor Jesús en
la Eucaristía. Así, San Gerardo Mayela, pidió y recibió el Viático con una piedad
verdaderamente angelical. Cuando la campanilla anunciaba la llegada de la
pequeña procesión, en la que el sacerdote le traía la Eucaristía, San Gerardo
se conmovió, se transfiguró y exclamó: “He aquí que está viniendo a encontrarme
mi Señor… ¡Cuánta dignación y delicadeza me reserva!”[2]. No esperemos a entrar en agonía
para desear recibir con todo el amor de nuestros corazones a Jesús Eucaristía y
aprovechemos cada Eucaristía, como si fuera la última de nuestras vidas
terrenas.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Quinto
Misterio.
Meditación.
Cuando
el Santo Cura de Ars, moribundo, sintió el toque de la campanilla que anunciaba
la llegada del Santo Viático, se conmovió hasta las lágrimas y dijo: “¿Cómo
contenerse de llorar cuando Jesús viene a nosotros por última vez con tanto
amor?”. Jesús Eucaristía, el Dios del Amor, nos da como alimento su Sagrado Corazón
Eucarístico, envuelto en las llamas del Divino Amor, el Espíritu Santo. Él viene
a mí, pobre pecador, para colmarme con su gracia y con su Amor, el Amor de la
Trinidad, el Amor del Padre y del Hijo, el Espíritu Santo. ¡Nuestra Señora
de la Eucaristía, dame del amor de tu Inmaculado Corazón, para que yo pueda
amar a Jesús Eucaristía con el amor con el que tú lo amas!
Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo.
Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo
por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.
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