viernes, 20 de enero de 2023

Hora Santa en reparación por sacrilegio cometido por el presidente de la Asociación de Fútbol Argentino 210123

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el Santo Rosario meditado en reparación por el infame video sacrílego emitido por el presidente de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA), en el que se provoca burla del Credo católico, reemplazando, entre otras cosas, a Dios Padre con la figura de un ser humano. Para mayores datos acerca de este vergonzoso e infame video, consultar el siguiente enlace:

https://www.aciprensa.com/noticias/un-video-que-iguala-a-maradona-y-messi-con-dios-causa-polemica-en-argentina-64489

Canto de entrada: “Cristianos venid, cristianos llegad”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

La Eucaristía es el “Pan bajado del cielo” y en cuanto Pan, es verdadero alimento, porque nutre al alma con la substancia divina trinitaria, haciéndola partícipe de la naturaleza y del ser divino de Dios Uno y Trino. Es esto lo que nos revela Jesús cuando en el Evangelio dice: “Yo Soy el Pan vivo bajado del cielo, el que coma de esta pan no morirá, sino que tendrá la vida eterna”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Puesto que es verdadero alimento, un alimento super-substancial, la Eucaristía es, como dicen algunos autores, el alimento celestial con el cual debemos alimentar nuestras almas. San Pedro Julián Eymard dice: “La Comunión es tan necesaria para nosotros para sostener nuestra vida cristiana, como es necesaria a los Ángeles la visión de Dios para mantener su vida gloriosa”[1].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Y así como alimentamos al cuerpo todos los días, así también debemos alimentar al alma todos los días. Nos enseña San Agustín: “La Eucaristía es un pan cotidiano que se toma como remedio de nuestra cotidiana debilidad”. Y San Carlos Borromeo recalca: “Hace falta comer este Pan, como hace falta comer el pan de nuestro cuerpo”. A su vez, San Pedro Julián Eymard agrega: “Jesús no ha preparado solamente una Hostia, sino una para cada día de nuestra vida. Nuestras Hostias están preparadas, no perdamos ni una sola”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Afirma otro autor: “Jesús es la Hostia de amor, de un amor tan suave y saludable que hace exclamar a Santa Gema: “Siento gran necesidad de ser revigorizada por aquel alimento tan dulce que me da Jesús. Este trato de amor que Jesús tiene cada mañana conmigo me enternece y atrae hacia Él todos los afectos de mi corazón”[2].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Para los santos, la Comunión diaria es una exigencia imperiosa de Vida y de Amor, correspondiente al anhelo divino de Jesús de darse para ser la Vida y el Amor de todas las almas. El Santo Cura de Ars decía: “Toda Hostia consagrada está hecha para consumirse de amor en un corazón humano”. Y Santa Teresita escribía a la Hermana: “Jesús no baja todos los días desde el Cielo para quedarse en un copón de oro, sino para quedarse en otro cielo, el de nuestra alma, donde Él encuentra sus delicias” y cuando un alma se cierra y no quiere recibir a Jesús en su corazón, “Jesús llora”; “por esto -continúa Santa Teresita- cuando el diablo no puede entrar en el santuario de un alma por el pecado, quiere que al menos esté vacía, sin dueño y alejada de la Comunión”[3].

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al cielo iré y la contemplaré”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 



[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Testimonios de Autores Católicos Escogidos, Madrid 2006, 83.

[3] Cfr. ibidem, 82.

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