Inicio:
ofrecemos esta Hora Santa y el Santo Rosario meditado en reparación por el
infame video sacrílego emitido por el presidente de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA), en
el que se provoca burla del Credo católico, reemplazando, entre otras cosas, a
Dios Padre con la figura de un ser humano. Para mayores datos acerca de este
vergonzoso e infame video, consultar el siguiente enlace:
Canto
de entrada: “Cristianos venid, cristianos llegad”.
Inicio
del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).
Meditación.
La
Eucaristía es el “Pan bajado del cielo” y en cuanto Pan, es verdadero alimento,
porque nutre al alma con la substancia divina trinitaria, haciéndola partícipe
de la naturaleza y del ser divino de Dios Uno y Trino. Es esto lo que nos revela
Jesús cuando en el Evangelio dice: “Yo Soy el Pan vivo bajado del cielo, el que
coma de esta pan no morirá, sino que tendrá la vida eterna”.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Segundo
Misterio.
Meditación.
Puesto
que es verdadero alimento, un alimento super-substancial, la Eucaristía es,
como dicen algunos autores, el alimento celestial con el cual debemos alimentar
nuestras almas. San Pedro Julián Eymard dice: “La Comunión es tan necesaria
para nosotros para sostener nuestra vida cristiana, como es necesaria a los
Ángeles la visión de Dios para mantener su vida gloriosa”[1].
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Tercer
Misterio.
Meditación.
Y
así como alimentamos al cuerpo todos los días, así también debemos alimentar al
alma todos los días. Nos enseña San Agustín: “La Eucaristía es un pan cotidiano
que se toma como remedio de nuestra cotidiana debilidad”. Y San Carlos Borromeo
recalca: “Hace falta comer este Pan, como hace falta comer el pan de nuestro
cuerpo”. A su vez, San Pedro Julián Eymard agrega: “Jesús no ha preparado
solamente una Hostia, sino una para cada día de nuestra vida. Nuestras Hostias
están preparadas, no perdamos ni una sola”.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Cuarto
Misterio.
Meditación.
Afirma
otro autor: “Jesús es la Hostia de amor, de un amor tan suave y saludable que hace
exclamar a Santa Gema: “Siento gran necesidad de ser revigorizada por aquel
alimento tan dulce que me da Jesús. Este trato de amor que Jesús tiene cada
mañana conmigo me enternece y atrae hacia Él todos los afectos de mi corazón”[2].
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Quinto
Misterio.
Meditación.
Para
los santos, la Comunión diaria es una exigencia imperiosa de Vida y de Amor,
correspondiente al anhelo divino de Jesús de darse para ser la Vida y el Amor
de todas las almas. El Santo Cura de Ars decía: “Toda Hostia consagrada está
hecha para consumirse de amor en un corazón humano”. Y Santa Teresita escribía
a la Hermana: “Jesús no baja todos los días desde el Cielo para quedarse en un
copón de oro, sino para quedarse en otro cielo, el de nuestra alma, donde Él
encuentra sus delicias” y cuando un alma se cierra y no quiere recibir a Jesús
en su corazón, “Jesús llora”; “por esto -continúa Santa Teresita- cuando el
diablo no puede entrar en el santuario de un alma por el pecado, quiere que al
menos esté vacía, sin dueño y alejada de la Comunión”[3].
Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo.
Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto final: “Un día al cielo iré y la contemplaré”.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo
por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.
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