lunes, 30 de enero de 2023

Hora Santa en reparación por nueva blasfemia de la sacrílega artista Madonna 260123

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por una nueva burla blasfema y sacrílega realizada por la penosa cantante llamada Louise Ciccone -nombre “artístico” Madonna-, en la que irrespetuosamente se viste, en tono de burla, de Nuestra Señora de los Dolores. Para mayores datos acerca de este lamentable hecho, consultar el siguiente enlace:

https://www.youtube.com/watch?v=XZv8ZxZ2co4

Canto de entrada: “Sagrado Corazón, eterna alianza”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

Una vez le preguntaban al célebre biólogo Banting por qué perseveraba tanto en comulgar todos los días y contestaba así: “¿Habéis pensado, por casualidad, qué pasaría si no cayese todos los días el rocío del cielo? Ninguna planta se podría desarrollar. Las hierbas y las flores no se recuperarían de la transpiración que el calor diurno provoca de una manera o de otra. La recuperación de fuerzas, la refrigeración, el equilibrio de los humores linfáticos y la misma vida de las plantas se debe al rocío…”. Después de una pausa, continuó: “También mi alma es como una planta pequeña; algo delicado sobre lo que es el viento y el calor caen diariamente. Entonces es necesario que yo vaya cada mañana y haga acopio de rocío espiritual, recostándome en la Santa Comunión”[1].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

San Francisco de Sales, con relación a la Comunión cotidiana, decía: “Los que tienen pocos asuntos deben comulgar con frecuencia porque lo pueden hacer cómodamente; los que tienen muchos asuntos deben hacerlo con frecuencia porque tienen necesidad de la Comunión”[2]. En otras palabras, sea que tengamos pocos o muchos asuntos en la vida diaria, para todo necesitamos al Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

San José Cottolengo recomendaba a los médicos de la “Casa de la Divina Providencia” que oyeran Misa y comulgasen antes de ponerse a hacer las difíciles operaciones quirúrgicas, porque decía: “La medicina es una gran ciencia, pero el Gran Médico es Dios”. No en vano uno de los títulos de Jesucristo es el de “Maestro Divino”, puesto que con su gracia, según su voluntad, puede curar cualquier tipo de enfermedad corporal, mental o espiritual.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

San José Moscati se ingeniaba de manera que no se perdía ninguna Comunión, todos los días, y si algún día le era imposible comulgar, aquel día no tenía valor para hacer las visitas médicas, porque decía: “Sin Jesús no tengo luces suficientes para los pobres enfermos”. Y él, como médico, daba, como primera medicación, el acudir al Sacramento de la Penitencia y luego recibir la Sagrada Comunión[3].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Quien no se alimenta de la Eucaristía, esto es, quien no recibe lo más frecuentemente posible del Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, es similar a quien, disponiendo de un manjar exquisito a su disposición, todos los días, decide pasar hambre, sin ninguna necesidad, habiendo algunos que, en el extremo de su debilidad, llegan a morir por falta de nutrientes. Si Dios, Padre celestial, nos ofrece en cada Santa Misa el Manjar de los manjares, la Carne del Cordero de Dios, el Pan de Vida eterna y el Vino de la Alianza Nueva y eterna, ¿por qué privarnos de tan exquisito manjar?

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo la Virgen María”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre Francisco.

 



[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Testimonios de Autores Católicos Escogidos, Madrid 2006, 84.

[2] Cfr. Manelli, ibidem, 84.

[3] Cfr. Manelli, ibidem, 84.

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