Inicio:
ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación
por la profanación no solo de objetos sagrados, sino también de la doctrina de
la Santa Misa, por parte de un sacerdote francés. Para mayores detalles,
consultar el siguiente enlace:
https://www.youtube.com/watch?v=4C6z9Br0oho
Canto
de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.
Inicio
del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).
Meditación.
La
predicación del Evangelio, sobre todo en nuestros días, conduce con frecuencia no
solo al rechazo de la doctrina de Cristo y su Iglesia, sino que también puede
conducir incluso hasta la pérdida de la vida terrena, como ha sucedido con los
mártires. Nuestro Señor Jesucristo nos lo advierte en el Evangelio: “Os envío
como ovejas en medio de lobos”. Quien no conoce ni ama a Jesús, es un lobo a
las órdenes del Lobo Infernal.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Segundo
Misterio.
Meditación.
Al
respecto, se lee en la vida de San Vicente de Paúl que les preguntó a sus
sacerdotes: “¿Habéis celebrado Misa?”, “Sí”, respondieron todos. “Entonces
puedo deciros de qué se trata. Hace falta dejar patria, familia, amigos y
marcharse al exilio a una tierra inhóspita para hablar de Dios a los salvajes y
morir, con seguridad, miserablemente”. Todos aquellos sacerdotes, llenos de Jesús,
se ofrecieron repentina y generosamente para la peligrosa misión de la
salvación de las almas[1].
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Tercer
Misterio.
Meditación.
Ahora
bien, la fuerza para predicar el Evangelio no proviene del hombre mismo, sino
del mismo Dios Uno y Trino, que, en la Persona Divina de Nuestro Señor Jesucristo,
se nos ofrece como Pan Vivo bajado del cielo, que fortalece al alma con la
fuerza misma de Dios Uno y Trino. Y esa es la razón por las cuales triunfaron y
triunfarán los mártires de todos los tiempos.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Cuarto
Misterio.
Meditación.
La
Eucaristía, el Cristo Eucarístico, es el Pan de los fuertes, o también el Pan
que concede la fortaleza divina a los débiles, como nosotros. La Eucaristía, el
Cristo Eucarístico, es el alimento de los héroes y santos, de los mártires, de los
que dan sus vidas por Cristo y por el Evangelio, por Dios Uno y Trino, por la
Patria santa y por la Familia tal como la creó Dios.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Quinto
Misterio.
Meditación.
San
Roberto Belarmino, para estimular a los fieles a la Santa Comunión, contra los errores
de los protestantes, decía así: “El pan de trigo, que alimenta nuestro cuerpo,
no se prepara con tanto trabajo sólo para mirarlo; se hace para que lo comamos.
Así el Pan de vida, el Pan de los Ángeles, no se ofrece solamente para nuestra
adoración y nuestro homenaje, sino que se nos ha dado como alimento. Vayamos,
pues, a esta comida para alimentar nuestra alma y fortificarla”[2].
Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo.
Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto final: “Te vengo a pedir, oh Madre de Dios”.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo
por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.
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