Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en
reparación por las manifestaciones de odio verdaderamente satánico contra Cristo
Dios, su Iglesia y su Evangelio, demostrado de forma creciente por grupos y
movimientos anticristianos en todo el mundo. Para mayor información, consultar
el siguiente enlace:
https://religionlavozlibre.blogspot.com/2022/11/2021-mas-de-500-casos-de-odio-contra.html
Canto
de entrada: “Cristianos venid, cristianos llegad”.
Inicio
del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).
Meditación.
Si no queremos apartarnos de Cristo, debemos evitar todo
pecado, no solo del mortal, sino incluso del más pequeño de los veniales. Dice
así San Juan Crisóstomo: “No solo no hemos de llegar a Cristo, sino pegarnos
con Él, porque perecemos si de Él nos apartamos. “Los que se alejan de Ti -dice
la Escritura-, perecerán”. Hagámonos, pues, con Cristo y peguémonos a Él por
los hechos y obras, porque el mismo Señor dice: “El que guarda mis
Mandamientos, ése queda en Mí”.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Segundo
Misterio.
Meditación.
Continúa luego el santo: “De muchas maneras nos une
Cristo a Sí. Considera cómo Él es la cabeza y nosotros el cuerpo: entre la
cabeza y el cuerpo no ha de haber en medio alguna división. Él es el fundamento,
nosotros el edificio; Él es la vid, nosotros los sarmientos. Todas estas cosas
significan unidad y no permiten que haya algún vacío en el medio, por mínimo que
sea”.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Tercer
Misterio.
Meditación.
Por esta misma razón, afirma el santo, “lo que es poco,
no es poco; antes verdaderamente es casi todo y así, cuando faltáremos un poco
o fuéremos negligentes y perezosos, no dejemos de haber mucho caso de aquello
poco”. No es poco, por cierto, un pecado venial, pues trae consigo muchos y
multitud de cosas pequeñas no es cosa pequeña, porque un monte no es pequeño,
aunque esté formado de pequeños granos de arena o tierra.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Cuarto
Misterio.
Meditación.
Un pecado venial menospreciado no es poco, pues dispone
para cosa tan grande como el pecado mortal; una centellita de fuego despreciada
suele ocasionar que se queme una casa. No es pequeño el pecado venial, pues nos
va despegando de Cristo, ya que es ofensa de Dios, que es infinito y tanto es
así, que los santos, que juzgaron bien de las cosas, lo tuvieron por grande mal[1].
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Quinto
Misterio.
Meditación.
Los pecados veniales provocan un enorme daño al alma,
porque aunque no le quiten la vida de la gracia, que es participación en la vida
de la Trinidad, sí le quitan las fuerzas, la salud, la hermosura, la limpieza,
los buenos respetos y no es poco mal para el alma estar enferma y débil, flaca,
fea, maloliente, por ser descomedida con Dios. Estas almas resisten al Espíritu
Santo para que no ingrese con toda la fuerza del Divino Amor. Es por esto que
estas almas se detienen en el Purgatorio, antes de entrar en el Cielo.
Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo.
Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto final: “Un día al Cielo iré y la contemplaré”.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo
por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.
[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina
Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 562.
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