Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo
del Santo Rosario meditado en reparación por las comuniones sacrílegas de
políticos que públicamente se declaran a favor del aborto. Para mayores
detalles, consultar el siguiente enlace:
https://realpolitik.com.ar/nota/47901/en-quilmes-la-iglesia-catolica-comulga-con-el-aborto-legal/
Canto de entrada: “Cristianos
venid, cristianos llegad”.
Inicio del rezo del Santo
Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).
Meditación.
En la Eucaristía, Jesús nos repite
sus amorosas llamadas a nosotros, que estamos abrumados y sufriendo en este
valle de lágrimas: “Venid a Mí todos los que estáis fatigados y agobiados, y Yo
os aliviaré” (Mt 11, 28). Es verdad que “es lucha la vida del hombre
sobre la tierra” (Jb 7, 1); es verdad que los seguidores de Jesús “serán
perseguidos” como su Señor (Mt 5, 10), pero también es verdad que “los
que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y apetencias”
(Gal 5, 24)[1].
Un Padrenuestro, diez
Avemarías, un Gloria.
Segundo Misterio.
Meditación.
Si el hombre en sí mismo es débil, de
extrema debilidad, es en Cristo en donde encuentra su fortaleza, una fortaleza
sobrehumana, sobrenatural, porque es la fortaleza misma del Hombre-Dios Jesucristo.
A esto se refiere la Escritura cuando dice: “En Cristo todo lo puedo” (Fil
4, 13) y es así que podemos decir, junto con la sierva de Dios Luisa Margherita
Claret de la Touche: “El que mantiene el mundo está en mí. La Sangre de un Dios
circula por mis venas. No temas, alma mía: el Señor del mundo te ha tomado en
Sus brazos y quiere que te recuestes en Él”[2].
Un Padrenuestro, diez
Avemarías, un Gloria.
Tercer Misterio.
Meditación.
San
Vicente de Paúl preguntaba a sus misioneros: “Cuando habéis recibido a Jesús,
¿puede haber un sacrificio imposible para vosotros?”. Y San Vicente Ferrer, en
los dos años de cárcel que debió sufrir como perseguido, “sobreabundó de gozo
en todas las tribulaciones” (2 Cor 7, 4) porque consiguió celebrar todos
los días la Santa Misa en medio de los cepos, las cadenas y la oscuridad de la cárcel.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Cuarto
Misterio.
Meditación.
La
misma fuerza y gozo invadió a Santa Juana de Arco cuando le concedieron recibir
a Jesús Eucarístico antes de subir a la hoguera. Habiendo entrado Jesús en el
tétrico calabozo, la Santa se arrodilló entre las cadenas, recibió a Jesús y se
recogió en una oración profunda. Apenas llamada para ir a la muerte, se levantó
y se encaminó sin interrumpir las oraciones, subió a la hoguera y murió entre
las llamas, y antes de expirar, pidió que le alcanzaran un crucifijo, al cual
besó con todo amor, fervor y piedad, como anticipando la adoración eterna que en
instantes habría de comenzar para ella en el cielo, ante la Presencia del
Cordero de Dios, Nuestro Señor Jesucristo.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Quinto
Misterio.
Meditación.
Toda
la historia de los mártires, desde San Esteban protomártir hasta San Tarcisio,
y hasta los mártires más recientes, entre ellos, los mártires de asesinados por
los comunistas en la Guerra Civil Española, atestigua la fuerza sobrenatural,
celestial, divina, que da la Eucaristía en la lucha contra el Demonio y contra
todas las fuerzas demoníacas que trabajan en la tierra para ruina de las almas
(1 Pe 5, 8)[3].
Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo.
Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo
por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.
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