viernes, 22 de marzo de 2013

Hora Santa pidiendo vivir la pobreza y la humildad de la Cruz



         Inicio: el Santo Padre Francisco ha expresado el deseo de una Iglesia “pobre y para pobres”, y además él en persona nos da ejemplo de humildad y pobreza. Ofrecemos esta Hora Santa pidiendo por la pobreza y humildad de Jesús en la Cruz, las únicas a las que debemos aspirar, además del Amor de Cristo, que es lo que fundamenta a todo lo demás, y sin lo cual, no hay verdadera pobreza ni humildad. Pedimos la intercesión de nuestra Madre del cielo, María Santísima, para que nuestras oraciones sean llevadas desde su Corazón al Corazón de Jesús. Pedimos también la intercesión de nuestros santos ángeles custodios, para que la oración sea del agrado de Dios Padre. Ofrecemos también esta Hora Santa pidiendo por las Almas del Purgatorio y por la conversión de los pecadores, especialmente aquellos que se encuentran en agonía y que habrán de morir en el día de hoy, para que el Corazón agonizante de Jesús se apiade de los moribundos y les conceda la gracia de la perfecta contrición del corazón.
         Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo; te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).
         Canto de entrada: “Sagrado Corazón, eterna alianza”.
         Meditación
         Jesús, Rey eterno, que en la Cruz nos enseñas a no apegarnos a los bienes materiales, te suplicamos nos concedas la gracia de desear lo que Tú deseas en la Cruz, y de rechazar lo que Tú rechazas en la Cruz.
         Silencio para meditar.
         Jesús, que en el Evangelio nos dijiste que “atesoráramos tesoros en el cielo”, Te suplicamos que unidos a Ti en la Cruz sepamos atesorar, con más avidez con la que el avaro guarda su oro en la caja fuerte, grandes tesoros en el cielo, que no son otra cosa que obras de misericordia corporales y espirituales, hechas en Tu nombre.
         Silencio para meditar.
         Jesús, en la Cruz nos das ejemplo de verdadera pobreza, porque ninguno de los bienes materiales que tienes te pertenece: la Cruz de madera, el letrero que dice: “Jesús Nazareno Rey de los judíos” y los clavos de hierro que perforan tus manos y tus pies, son de propiedad de Dios Padre, que te los presta para que puedas llevar a cabo la obra de la salvación de los hombres; el blanco lienzo con el que te cubres, le pertenece a tu Santa Madre, la Virgen María, pues era el velo con el que cubría su cabeza; el sepulcro, en donde eres sepultado, tampoco te pertenece, porque es propiedad de José de Arimatea. Oh Jesús, Divino Pobre, enséñanos a vivir la pobreza de la Cruz, enséñanos a no desear bienes materiales innecesarios, y que los bienes que usemos, sean los que tu Divina Providencia dispones para nuestra salvación.
         Silencio para meditar.
         Jesús, Tú que en el Evangelio nos dices que “donde esté nuestro corazón, ahí estará nuestro tesoro”, Te suplicamos que infundas en nosotros tu Espíritu de Amor, para que impregnados por este Amor santo, nuestro corazón arda de amor sólo por Ti y por María Santísima; haz que seas Tú en la Eucaristía, y el Corazón Inmaculado de la Virgen María, nuestro único y más grande tesoro, para que ya desde la tierra vivamos de los tesoros del Amor y de la gracia que gozaremos plenamente en el cielo.
         Silencio para meditar.
         Jesús, Rey de los cielos, enséñanos a vivir la pobreza de la Cruz, que no consiste en no tener nada, sino en no estar apegados a los bienes terrenos, haz que seamos capaces de dar a nuestros hermanos más necesitados, no de lo que nos sobra, sino incluso lo que nos hace falta.
         Silencio para meditar.
         Jesús, Tú que siendo rico, y el más rico de todos los ricos de los hombres, porque Tu riqueza eres Tú mismo, Ser divino, perfectísimo, te despojaste de todo y, sin dejar de ser rico, porque nunca dejaste de ser Dios, te hiciste pobre, porque te hiciste hombre como nosotros, enséñanos a apreciar la verdadera riqueza, el tesoro inapreciable de la gracia santificante, para que trabajemos por adquirirla, conservarla y acrecentarla, y ayúdanos a escapar de la miseria, la más penosa de todas, la miseria que es el alma en pecado, para que si tenemos la desgracia de perder el tesoro de la gracia, sepamos adquirirlo nuevamente y con creces a través del sacramento de la confesión.
         Silencio para meditar.
         Líbranos, oh Jesús, de la pobreza del relativismo, como enseña el Papa Francisco, pobreza que hace que nos pongamos como centro del universo, desplazándote a Ti, Verdad absoluta y Sabiduría de Dios, volviéndonos de esa manera, más que pobres, miserables espirituales, porque quedamos a la deriva de nuestros míseros y oscuros razonamientos.
         Silencio para meditar.
         Jesús, Rey de los cielos, Tú que no impediste que María Magdalena derramara un costoso perfume para ungir tus pies, porque no es falta de pobreza dedicar lo mejor que tenemos en Tu honor; Tú que dijiste a Judas Iscariote que no hacía falta vender el perfume caro para dárselo a los pobres, porque los pobres estarían siempre entre nosotros, y con esto nos enseñaste que la pobreza debemos vivirla nosotros pero para Tu servicio debemos dar lo mejor, haz que comprendamos tus enseñanzas, haz que podamos entender que la verdadera pobreza, la pobreza de la Cruz, es para nosotros, para la vida diaria, y que por esta santa pobreza debemos vivir deseando sólo los bienes del cielo; pero haz también que comprendamos que la pobreza no se puede aplicar a las cosas de la liturgia, porque la liturgia es para Ti, y Tú te mereces lo mejor de lo mejor que podamos tener; haz que sepamos darnos cuenta que un cáliz de oro, que será usado en la Santa Misa para alojar y custodiar tu preciosísima Sangre, no es faltar a la pobreza; por el contrario, usar un cáliz de material indigno, por considerarlo pobre, no sería verdadera pobreza, sino sería faltar contra el reconocimiento a tu infinita majestad.
         Silencio para meditar.
Finalmente, Jesús, haz que sepamos administrar los bienes materiales que Tú nos concedes en esta vida, para que alcancemos la vida eterna; haz que comprendamos que nada material nos llevaremos a la otra vida, solo las obras hechas en tu amor, y que una de estas obras es dar lo material a los más necesitados.
Meditación final: Nos retiramos Jesús, ya debemos regresar a nuestras ocupaciones diarias. Tú en la Eucaristía eres nuestro único tesoro, y también el Corazón Inmaculado de María. Ayúdanos para que, una vez en el mundo, no nos dejemos atraer por los falsos espejismos de las riquezas terrenas, sino que mantengamos siempre nuestra vista fija en Ti, en todo el tiempo que dura nuestra vida terrena, hasta el feliz día en que para nosotros dé inicio la eternidad.
Canto de salida: “El trece de Mayo en Cova de Iría”.
A tres pastorcitos la Madre de Dios,
descubre el misterio de su corazón.
Ave, ave, ave María. Ave, ave, ave María.
Haced penitencia, haced oración,
por los pecadores implorad perdón.
Ave, ave, ave María. Ave, ave, ave María.
Las modas arrastran al fuego infernal,
vestid con decencia si os queréis salvar.
Ave, ave, ave María. Ave, ave, ave María.
El Santo Rosario constantes rezad,
y la paz del mundo el Señor os dará.
Ave, ave, ave María. Ave, ave, ave María.
¡Qué pura y qué bella se muestra María,
qué llena de gracia en Cova de Iria!
Ave, ave, ave Maria. Ave, ave, ave Maria.

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