Inicio: entramos en el Oratorio, acallamos toda palabra interior y exterior, a fin de poder escuchar la dulce voz del Sagrado Corazón, que habla en el silencio. Suplicamos a María Santísima que nos asista en esta Hora Santa, en la que venimos a implorar al Espíritu Santo para que el nuevo Santo Padre sea del agrado del Corazón del Padre, para que guíe a la Barca de Pedro, la Iglesia, hacia la Ciudad de la Santísima Trinidad, la Jerusalén celestial, la ciudad alumbrada por la Lámpara que es el Cordero. Pediremos también por el Santo Padre Benedicto XVI, para que con su oración nos proteja y nos acompañe en nuestro peregrinar por el desierto de la vida al Reino de los cielos. Rogamos la asistencia también de nuestros ángeles custodios, de San Miguel Arcángel, y de los nueve coros angélicos, para que nuestra humilde oración suba hasta el altar de Dios.
Canto de entrada: “A Jesús en la Cruz adoremos”.
Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, Te adoro y Te amo; Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni Te adoran, ni Te aman” (tres veces).
Meditación
Jesús, Supremo Pastor, Pastor Sumo y Eterno, de cuyo costado abierto por la lanza nació la Iglesia, te rogamos por el Papa saliente, Benedicto XVI, para que lo consueles y lo asistas con tu Amor en esta última etapa de su vida, para que una vez traspasado el umbral que lo separa de la vida celestial, pueda cantar tus misericordias eternamente.
Meditación en silencio.
Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote, que gobiernas a la Iglesia con tu Espíritu, haz que los cardenales electores del cónclave sean iluminados por este mismo Espíritu, el Espíritu del Amor divino, y así iluminados, elijan un Pontífice que guíe a la Barca de Pedro por las tormentosas aguas del mundo, hacia el Reino celestial.
Meditación en silencio.
Jesús, Sumo Pontífice, cuyo sacrificio en Cruz obtuvo para los hombres el perdón divino y la gracia de la filiación divina, te pedimos por todos los integrantes de la Iglesia, para que no desfallezcan ante las tribulaciones; antes bien, confiados en Ti, Supremo Pastor, sean capaces de dar ante el mundo un valiente testimonio de tu Amor.
Meditación en silencio.
Jesús, Pastor Supremo, que en tu Pasión de Amor por nosotros, fuiste calumniado, traicionado, rechazado, despreciado, juzgado inicuamente, Te pedimos para que la Cruz que lleva el Santo Padre Benedicto XVI le sea aliviada; al mismo tiempo, Te pedimos que nos enseñes a ser como otros tantos cireneos, que ayuden a llevar su Cruz, con la fuerza de la oración. También Te pedimos por el nuevo Sumo Pontífice, que será elegido en el próximo cónclave, quien también deberá llevar una pesada Cruz, como lo es la guía de la Iglesia, para que nuestra oración lo conforte en su Via Crucis.
Meditación en silencio.
Jesús, Supremo Pastor de nuestras almas, que con el cayado de la Cruz nos guías hacia el Calvario, Portal de los cielos, Tú que fuiste acompañado por tu Madre en el Camino Real de la Cruz, te pedimos que María Santísima nos asista en estos momentos de prueba para la Iglesia toda, a fin de que acompañados por Ella, vayamos en pos de Ti en el Via Crucis de nuestro tiempo y de nuestras vidas.
Meditación en silencio.
Jesús, Tú que nombraste a Pedro como Vicario tuyo, y le prometiste que “las puertas del infierno no prevalecerían” contra tu Iglesia, Te suplicamos que nos asistas con tu Santo Espíritu y con la Presencia de tu Madre, María Santísima, en este tiempo crítico del mundo y de la Iglesia, lleno de peligros para la vida de la fe, para que nuestra fe en ti y en la Santa Madre Iglesia, en sus dogmas y en sus sacramentos, no solo no decaiga nunca, sino que se vuelva cada vez más fuerte y sólida.
Meditación en silencio.
Jesús, Dios Hijo encarnado, que eres la Sabiduría y la Verdad Suprema e Increada, Tú que felicitaste a Pedro porque te reconoció como Hombre-Dios, no por el razonamiento de su inteligencia, sino porque fue iluminado por el Espíritu Santo, Te suplicamos que nos asista también el mismo Espíritu Santo, para que iluminados por Él, nunca caigamos en el error, en la herejía, en el cisma, en la apostasía.
Meditación en silencio.
Jesús, Tú que le prometiste a Pedro que no lo abandonarías en la prueba, rogando por él, luego de que Satanás pidió “zarandearlo como al trigo” (cfr. Lc 22, 31ss.), Te rogamos que nos cubras con Tu Sangre, para que sea nuestro escudo protector frente a las insidias y ataques del Enemigo de las almas, que busca hacernos vacilar y dudar en la fe para que apostatemos y abandonemos la Iglesia. Te rogamos, por los Dolores de Tu Madre, María Santísima, que nunca abandonemos la Barca de Pedro, y que en las pruebas de fe, salgamos siempre fortalecidos y purificados.
Meditación en silencio.
Jesús, Supremo Pastor, que con el cayado de la Cruz nos guías, por los escarpados senderos del mundo, hacia la vida eterna, Te pedimos la gracia de ser fieles hasta la muerte de Cruz, a las enseñanzas y a la Doctrina del Magisterio de la Iglesia, cuyos dogmas son inmutables y así han de permanecer hasta el fin del mundo; que el Santo Padre nos ayude siempre con la luz de su Magisterio, para que nunca abandonemos la segura y resplandeciente Luz de tu Verdad.
Meditación en silencio.
Señor Jesús, Dios eterno e inmortal, Tú que auxiliaste a Pedro dándole la mano cuando se hundía a causa de su falta de fe en Ti, haz que nunca nos dejemos extraviar con falsas doctrinas que, con el pretexto de la felicidad del hombre, promueven la inmoralidad y el sacrilegio, intentando convertir a la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo, en una institución humana y no divina; Te rogamos para que, con la guía del Santo Padre y con la luz del Espíritu Santo, nunca seamos engañados por el error.
Meditación en silencio.
Oración final: Jesús Eucaristía, Dios del sagrario, Dios de la Eucaristía, hemos venido a ofrecerte el humilde homenaje de nuestra adoración. Que nuestra suma imperfección en la oración, nuestras distracciones, y nuestras faltas de rectitud de intención, sean compensadas por la oración de Tu Madre y de los ángeles y santos que nos han acompañado. Nos retiramos, pero al mismo tiempo deseamos permanecer ante Tu Presencia sacramental, y para eso dejamos nuestros corazones al pie del sagrario, para que en todo momento y circunstancia estén siempre iluminados por la claridad de Luz y fortalecidos por el alimento de tu Amor. Nunca permitas que nuestra ceguera, nuestra debilidad, nuestra imperfección, nuestra tendencia al mal, nos aleje de Ti. Antes bien, por las heridas que sufriste en Tu Pasión, reclama tus divinos derechos sobre nosotros y atráenos hacia Ti, oh Abismo insondable de infinita Misericordia, para que en el tiempo y en la eternidad Te adoremos y exultemos en el gozo de Tu Amor.
Oración de salida: “Dios mío, yo creo, espero, Te adoro y Te amo; Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni Te adoran, ni Te aman” (tres veces).
Canto de salida: “El trece de Mayo en Cova de Iría”.
A tres pastorcitos la Madre de Dios,
descubre el misterio de su corazón.
Ave, ave, ave María. Ave, ave, ave María.
Haced penitencia, haced oración,
por los pecadores implorad perdón.
Ave, ave, ave María. Ave, ave, ave María.
Las modas arrastran al fuego infernal,
vestid con decencia si os queréis salvar
Ave, ave, ave María. Ave, ave, ave María.
El Santo Rosario constantes rezad,
y la paz del mundo el Señor os dará.
Ave, ave, ave María. Ave, ave, ave María.
¡Qué pura y qué bella se muestra María,
qué llena de gracia en Cova de Iria!
Ave, ave, ave Maria. Ave, ave, ave Maria.
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