Inicio:
ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación
por la burla blasfema (no juzgamos la intención) cometida por un sacerdote
irlandés en el Santuario de Lourdes, Francia. La noticia se encuentra en el
Irish Pilgrimage Trust, el cual ha publicado imágenes en Internet de esta
Eucaristía llevada a cabo el 14 de abril en la Gruta de Lourdes, Francia. El
hazmerreír -quien estaba frente al obispo quien, dicho sea de paso, permitió
tamaña burla a la Virgen- lucía una cresta postiza multicolor y un extraño
bozal; se trata del padre Michael Murphy de la Inmaculada Concepción en
Roundfort, Irlanda. Ahora bien, si Murphy hubiera estado usando una
birreta y el tocado sacerdotal, el obispo le habría ordenado que se la quitara
de inmediato, con toda seguridad. Para mayores detalles, consular el siguiente
enlace: https://www.irishpilgrimagetrust.com/
Canto
de entrada: “Cristianos venid, cristianos llegad”.
Inicio
del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).
Meditación.
El Templo de Salomón, con toda su magnificencia,
riqueza y hermosura, no era sino anticipo y prefiguración de lo que habría de
ser el cuerpo del cristiano, convertido en “templo del Espíritu Santo”, por obra
de la gracia. Siendo esto así, el cristiano debe considerar cuán exquisita y
grande pureza debe conservar en su carne, sin hacer pecado, aunque fuese el más
pequeño en esa materia; cuán preciosa ha de ser la castidad de su cuerpo, que
es templo del Dios vivo, de Dios Uno y Trino[1].
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Segundo
Misterio.
Meditación.
El templo de Salomón fue una sombra del templo del
Espíritu Santo, que es el cuerpo del cristiano en gracia, que es templo en
verdad; el templo de Salomón era un templo que, aunque magnífico, no tenía
vida, estaba muerto, como muerta y sin vida está toda materia, en cambio, el
templo del Espíritu Santo que es el cuerpo del cristiano en gracia, está vivo y
vive, más que con la vida natural de todo ser humano, con la vida divina de la
Trinidad, participada por la gracia santificante.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Tercer
Misterio.
Meditación.
El templo de Salomón servía para guardar la Ley y “la
letra que mata”, como dice el Apóstol; en cambio, el templo que es el cuerpo
del cristiano en gracia, es templo de la gracia y del Espíritu Santo, que
vivifica, que da la vida divina trinitaria a aquel en quien por la gracia
inhabita.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Cuarto
Misterio.
Meditación.
Por todo esto, el cristiano debe velar con todo rigor
y cuidado una notable pureza del alma y cuerpo, no permitiendo ni el más ligero
pecado venial en su espíritu, y tampoco movimiento sensual ilícito de su carne.
El cristiano debe aprender el rigor con el que Dios mandó se guardase la
limpieza en todas las cosas que tocaban a aquel templo muerto, amenazando con
pena capital de muerte, no solo a los que contaminasen los vasos del santuario,
sino aun el tocarlos y el mirarlos descubiertos[2]. Si
este es el celo de Dios por la pureza del templo de Salomón, un templo que era
muerto y sin vida, ¡con cuánta mayor razón, quiere Dios que el templo del Espíritu
Santo, el cuerpo y el alma del cristiano en gracia, permanezcan puros e
inmaculados, como puros e inmaculados son los Sagrados Corazones de Jesús y
María!
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Quinto
Misterio.
Meditación.
En el Libro de los Números[3] se
dice: “No toquen a los vasos del santuario, porque no mueran”. Y luego se añade[4]: “En
ninguna manera miren con curiosidad las cosas que están en el santuario antes
que se envuelvan, porque de otra manera morirán”. Y en el Levítico se dice: “Los
que llegan al Señor santifíquense, porque no los hiera”. Para eso había tantos
lavatorios y purificaciones[5]. Pues
si para llegarse corporalmente a aquel altar material del templo y otras partes
interiores, se requería tanta pureza; para que el Señor se llegue al alma y
habite en ella y tenga por templo su cuerpo, ¿qué pureza será necesaria?
Nosotros respondemos: es necesaria la pureza sobrenatural que concede la
gracia, porque por la gracia, el alma y el cuerpo se hacen partícipes de la
pureza del Ser divino trinitario.
Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo.
Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto final: “Un día al cielo iré y la
contemplaré”.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo
por las intenciones del Santo Padre Francisco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario