Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la sacrílega conversión de una iglesia católica en una infame “Catedral del Diablo”, hecho ocurrido en Cambrai, norte de Francia. Para mayor información, consultar el siguiente enlace: https://religionlavozlibre.blogspot.com/2023/05/convierten-capilla-desacralizada-en-la.html
Canto
de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.
Inicio
del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).
Meditación.
El cristiano, afirma un autor, debe aprender a
reconocer cuando se está en gracia, para perseverar en la gracia, puesto que
esto es un signo de predestinación[1]. Aquel
que desee ser siervo de Dios Nuestro Señor, debe andar siempre con gran
precaución y cuidado, para preservar su estado de gracia.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Segundo
Misterio.
Meditación.
El Apóstol San Pedro nos exhorta a guardar el estado
de gracia: “Hermanos, andad más ansiosos de hacer por medio de buenas obras
cierta vuestra vocación y elección; porque haciendo esto, no pecaréis alguna
vez y así se os franquee ahora abundantemente la entrada al reino de Nuestro Señor
y Salvador Jesucristo” (2 Pe 1). Este consejo del Apóstol San Pedro es
de gran consuelo para el alma y juntamente de grandísimo provecho. No hay
ningún consuelo del mundo que puede igualar el saber que se obra no solo bien,
sino santamente, debido al auxilio de la gracia divina.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Tercer
Misterio.
Meditación.
Un bien tan grande como la amistad con Dios, dada por
la gracia, la cual predestina a la alegre eternidad en el Reino de los cielos,
no puede ser puesto en peligro -lo cual sucede cuando el alma, temerariamente, no
evita las ocasiones de pecado-: el cristiano debe asegurar su gracia para así
estar tranquilo en relación a su eterna salvación, huyendo de las ocasiones de
pecar y esto lo debe hacer aun a costa de grandes sacrificios.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Cuarto
Misterio.
Meditación.
De esta actitud de estar atentos a la vida de la
gracia, se siguen dos provechos espirituales notables: además de la paz y la
alegría espiritual que le son concedidas al alma, el alma que está vigil y
atento, como pide el Señor en el Evangelio, no cometerá jamás pecado mortal; al
mismo tiempo, aumentará sus merecimientos con la continuación de obras de
misericordia y así tendrá más gloria en el Reino de Nuestro Señor Jesucristo.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Quinto
Misterio.
Meditación.
Es verdad que no se puede saber con infalibilidad
total, pero sí con certidumbre moral y con humildad, que se está en gracia y en
amistad con Dios y esto se puede hacer basándonos en la doctrina de las
Escrituras, de los Padres de la Iglesia y del Magisterio de la Iglesia. Esto se
puede colegir del profeta David, cuando dice: “Señalada está sobre nosotros la
luz de tu Rostro”; “Le diste alegría a mi corazón”; “En paz dormiré y descansaré”.
Es decir, son señales de que alguien está en gracia quien puede contemplar la
luz del Rostro divino de Jesús -como en la imagen de Jesús de la Divina
Misericordia-, la alegría espiritual de la buena conciencia y la paz verdadera
del alma; estas pueden decirse que son señales de que está uno en gracia.
Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo.
Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo
por las intenciones del Santo Padre Francisco.
[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina
Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 572.
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