Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el
rezo del Santo Rosario meditado, en reparación por la comunión sacrílega de la
política del Partido Demócrata estadounidense Nancy Pelosi, la cual, siendo
católica por el bautismo, reniega públicamente de su fe al hacer pública su
postura pro-abortista. Para mayores detalles, consultar el siguiente enlace:
Canto inicial: “Cristianos, venid, cristianos, llegad”.
Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo.
Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio
(Misterios a elección).
Meditación.
El
que ha nacido a la vida nueva de la gracia, recibida por medio del Sacramento de
la Confesión, debe no solo ocuparse de no volver a la antigua vida de pecado,
sino que debe dedicarse, por así decirlo, a una nueva tarea, la tarea más
agradable y maravillosa que pueda un alma hacer en esta vida y en la vida
eterna, y es la de amar, con todo el amor natural y sobrenatural posibles, a Dios
Uno y Trino y al Cordero de Dios, Jesús Eucaristía[1].
Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Segundo Misterio.
Meditación.
Afirma
un autor que “la caridad –esto es, el amor sobrenatural a Dios- total y
fortísima, ha de ser la inclinación del nuevo hombre celestial. Esta ha de ser
la pasión de la nueva y soberana creatura, porque así como la gracia es la más
divina forma que recibe el alma, así ha de tener la más divina y excelente y
fuerte inclinación y movimiento de todas las creaturas, que es la caridad”[2].
Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Tercer Misterio.
Meditación.
El
que ha nacido a la vida de la gracia, ha de amar a Dios tanto interior como
exteriormente, todo lo que le sea posible, ya que en el amar a Dios Uno y Trino
no hay límite y esto, la ausencia de límite en el amor de Dios, lo que quiere
significar el mandamiento cuando dice que hay que amar a Dios “con toda el
alma, todo el entendimiento, todo el corazón, todas las fuerzas”, esto es, con
todas las potencias interiores y exteriores, espirituales, corporales y vitales[3].
Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Cuarto Misterio.
Meditación.
El
que es hijo de Dios por la gracia ha de amar a Dios con todo el corazón y esto
quiere decir que en todo lo que busque, ha de buscar siempre a Dios o por Dios,
sin tener deseo de otra cosa sino a Dios mismo y su Amor. De esta manera, el
que vive la vida nueva de la gracia, debe tener la firme intención de estar en
Dios, de vivir de Él y sólo de Él y de morir a todo lo que no sea de Dios Trino
o no provenga de Él[4].
Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Quinto Misterio.
Meditación.
“El
amor es fuerte como la muerte” y San Gregorio, haciendo referencia a este
hecho, hace el siguiente comentario: “Lo que la muerte hace en los sentidos del
cuerpo, eso hace el amor en las concupiscencias del alma. Hay algunos que de
tal manera aman a Dios, que desprecian todo lo sensible y mientras en su
interior miran lo externo, se hacen insensibles para todo lo temporal. Pues en
estos es “el amor fuerte como la muerte”, porque así como la muerte mata a
todos los sentidos del cuerpo y los priva de su propio y natural apetito, así
también es el amor en tales personas, las fuerza a menospreciar todo deseo
terreno, teniendo ocupada el alma en otra cosa a que atender”[5],
que es el Amor a Dios Uno y Trino y al Cordero, Jesús Eucaristía. ¿Hay algo más
grandioso y hermoso que tener por oficio, por tarea, el amar a la Santísima Trinidad
y al Cordero?
Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo.
Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto final: “Un día al Cielo iré y la contemplaré”.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo
por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.
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