Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el
rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el sacrílego asesinato de dos
consagrados al Señor en Chihuahua, México. Para mayores datos acerca de este
lamentable suceso, consultar el siguiente enlace: https://www.infobae.com/america/mexico/2022/06/21/asesinaron-a-dos-sacerdotes-jesuitas-en-chihuahua-asociaciones-religiosas-condenaron-el-brutal-crimen/
Canto inicial: “Cristianos, venid, cristianos, llegad”.
Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo.
Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio
(Misterios a elección).
Meditación.
Afirma un autor que quien está en estado de gracia
santificante, debe tener, por principal ocupación, “amar a Dios” y esto porque
aun si viviera las bienaventuranzas del Evangelio, si estas no estuvieran
informadas por la caridad, que es el Amor sobrenatural a la Santísima Trinidad,
el Único y Verdadero Dios, ese tal no se podría llamar bienaventurado, sino
desdichado, debido a que la caridad, esto es, el amar a Dios con amor
sobrenatural, se sigue naturalmente a la gracia, así como al ave el volar[1].
Un
Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Segundo Misterio.
Meditación.
Afirma
San Juan que “quien permanece en la caridad, permanece en Dios”, esto es, en
gracia y “Dios está en él” por la misma gracia, y esto para que entienda uno
que con verdadero dolor se ha confesado, que lo que ha de hacer de allí en
adelante es solo amar más y más a Dios Uno y Trino, que por la gracia inhabita
en su corazón, derramando continuamente su Amor y es por esto que el que está
en gracia, debe tener como principal empeño el vivir en una ardiente caridad[2],
en un ardiente Amor sobrenatural a la Santísima Trinidad.
Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Tercer Misterio.
Meditación.
Para quien se ha confesado con verdadero dolor de los
pecados, lo que debe de hacer de allí en adelante es sólo amar y amar más a
Dios Uno y Trino, empleando todo su esfuerzo en el ejercicio de la caridad. Así
lo encarga el mismo Dios al alma que está en gracia, diciéndole que le “pusiese
como sello sobre su corazón y sobre su brazo” (Cant 8, 6), porque no había de hacer otra cosa de allí en adelante
sino amarle con el corazón y con todas sus fuerzas y obras, que se significan
con el brazo, teniendo sellada su alma y cerradas sus potencias, para no salir
fuera de sí a amar a otra creatura[3].
Un
Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Cuarto Misterio.
Meditación.
Quien por la gracia santificante ha nacido a una nueva vida,
la vida divina, tiene una nueva tarea, por así decirlo, y es emplearse con
todas sus fuerzas en el amor a Dios, según lo dicta el Primer Mandamiento: “Amarás
al Señor Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y
con toda tu mente” (Lc 10). El amor
de caridad total, sin reservas, debe ser la inclinación del hombre nuevo y
celestial, el hombre nacido a la vida de la gracia, el hombre que es hijo
adoptivo de Dios, que es la Gracia Increada.
Un
Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Quinto Misterio.
Meditación.
Así como la gracia es la forma más divina que recibe el
alma, así ha de tener la más divina y excelente inclinación y movimiento de
todas las creaturas, que es la caridad. Por eso dijo Salomón que “el amor de
Dios es firme como la muerte” (Cant
8, 6) y lo compara al fuego, que es la fuerza más activa y el elemento más
noble de todos[4].
Ahora bien, ¿dónde encontraremos ese fuego que es el Divino Amor, para amar a Dios
con amor perfecto, con amor de caridad, con amor sobrenatural? Lo encontraremos
en el Sagrado Corazón Eucarístico, que está envuelto en las llamas del Divino
Amor y que comunica ese Divino Amor a quien lo recibe en gracia, con fe, con
amor y con adoración.
Oración
final: “Dios
mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen,
ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto final: “Un día al Cielo iré y la contemplaré”.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo
por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.
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