domingo, 31 de julio de 2022

Hora Santa en reparación por incitación a la violencia por parte de la falsa devoción a la Pachamama, Argentina 310722

 

Devoción demoníaca al ídolo pagano llamado "Pachamama".


Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo meditado del Santo Rosario en reparación por la incitación a la violencia y a la rebelión por parte de la devoción demoníaca a la Pachamama, pseudo-devoción aparecida en Río Negro, Argentina. Entre otras cosas, se puede ver, en la imagen de esta devoción demoníaca, a las figuras del Papa y de un sacerdote católico, ambos con ornamentos religiosos, pero reducidos a esqueletos cadavéricos, con lo cual se da a entender que esta devoción falsa y satánica a la Pachamama se persigue, entre otras cosas, la desaparición de la Iglesia Católica.

Canto inicial: “Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

San Cirilo de Alejandría, Padre de la Iglesia, se vale de tres imágenes para ilustrar la fusión de amor con Jesús en la Santa Comunión: “El que comulga está santificado, divinizado en su cuerpo y en su alma a la manera del agua que, puesta sobre el fuego, hierve… La Comunión actúa como la levadura, que metida dentro de la masa de harina la fermenta toda… De la misma manera que calentando juntos dos pedazos de cera, la cera de ambos se convertirá en una sola masa de cera, así yo creo quien se alimenta de la Carne y de la Sangre de Jesús, queda fundido de la misma forma con Él y se encuentra que está él en Cristo y Cristo en él”[1].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

A su vez, Santa Gema Galgani hablaba con asombro de la unión eucarística entre “Jesús todo y Gema nada” y exclamaba extasiada: “¡Cuánta dulzura, Jesús, en la Comunión! Quiero vivir abrazada contigo, contigo abrazada quiero morir”. Y el Beato Contardo Ferrini escribía: “¡La Comunión! ¡Oh, dulces caricias del Creador con la creatura! ¡Oh, inefable elevación del espíritu humano! ¿Qué cosa tiene el mundo que se pueda comparar con estas alegrías purísimas del Cielo, con estas muestras de la gloria eterna?”[2].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Además de la unión con el Hijo de Dios, Jesucristo, la Comunión une al alma con las otras Personas Divinas de la Trinidad, el Padre y el Espíritu Santo: un día, Santa María Magdalena dei Pazzi, después de la Comunión, arrodillada entre las novicias, con los brazos en cruz, alzó los ojos al cielo y dijo: “Hermanas, si comprendiéramos que el tiempo que duran en nosotros las especies eucarísticas Jesús está presente y actúa en nosotros inseparablemente con el Padre y con el Espíritu Santo, y que, por tanto, es toda la Trinidad Santísima…” y no pudo terminar de hablar porque fue arrebatada en un éxtasis sublime[3].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio. 

Meditación.

Los santos, en cuanto podían, no ponían límites al tiempo de acción de gracias, que llegaba a durar incluso más de una hora. Santa Teresa de Jesús recomendaba a sus religiosas: “Entretengámonos cariñosamente con Jesús y no perdamos la hora que sigue a la Comunión: es un tiempo excelente para tratar con Dios y para presentarle los intereses de nuestra alma… Porque sabemos que Jesús bueno se queda con nosotras hasta que el calor natural haya consumido los accidentes del pan, debemos tener gran cuidado en no perder tan bella ocasión de tratar con Él y presentarle lo que necesitamos”[4].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

San Francisco de Asís, Santa Juliana Falconieri, Santa Catalina, San Pascual, Santa Verónica, San José de Cupertino, Santa Gema y tantos otros, inmediatamente después de la Santa Comunión caían casi siempre en éxtasis de amor; y entonces, el tiempo para ellos transcurría a toda velocidad, por lo que horas en unión con Jesús Eucaristía les parecía apenas un segundo. También Santa Teresa de Jesús caía en éxtasis casi siempre inmediatamente después de comulgar, de manera que, según se narra en su biografía, a veces había que sacarla a la fuerza del comulgatorio de monjas[5].

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 



[1] Cfr. Estéfano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Testimonio de Autores Católicos Escogidos, Madrid 2006, 68.

[2] Cfr. ibidem, 68.

[3] Cfr. ibidem, 69.

[4] Cfr. ibidem, 69.

[5] Cfr. ibidem, 69.

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