jueves, 28 de enero de 2021

Hora Santa en reparación por primer aborto legal en Argentina 280121

 



Provoca amargura y una profunda pena cada aborto, porque se trata de un ser humano al que se le priva de su primer y más fundamental derecho, el derecho a vivir. Y provoca indignación cuando a este asesinato se lo celebra y se lo enarbola como "derecho humano" y provoca todavía más indignación cuando este abominable crimen es cometido por un médico, quien actuando de esta manera, traiciona a la Ciencia Médica y a la especie humana, para cuyo cuidado estudió su carrera.




          Inicio: Si bien el aborto no es un sacrilegio propiamente dicho, sí es una ofensa y un ultraje contra Dios Creador, puesto que por el aborto se quita la vida de un ser humano, que es la obra de sus manos. Para mayor información acerca del lamentable hecho, consultar el sitio: https://www.facebook.com/argentinaesprovida/posts/3732168856850422

          Canto inicial: “Cantemos al Amor de los amores”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

Cuando el Arcángel Gabriel le anunció a la Santísima Virgen que Ella era la Llena de gracia y la Elegida por Dios Trino para ser morada santa de la Encarnación del Verbo, desde ese instante en que se produjo la Encarnación de la Palabra de Dios, la Virgen se convirtió en el Primer Sagrario y en la Primera Custodia, que habría de albergar a la Eucaristía, esto es, el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo.

 Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

          Al dar su “Sí” a la voluntad divina, expresada en el Anuncio del Ángel, la Virgen se convirtió también en Madre de Dios Hijo encarnado, comenzando, desde ese mismo instante, a realizar su obra materna -como lo hace toda madre con su hijo recién concebido- y es el de dar de su nutriente materno al Hijo de Dios encarnado que, proviniendo desde la eternidad, iniciaba su vida terrena en su seno virginal.

          Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

          Es por esta razón, por ser la Virgen la Madre de Dios Hijo encarnado, es que se puede decir que la Virgen es “Nuestra Señora de la Eucaristía”, porque Ella fue el Primer Sagrario y la Primera Custodia, por alojar a la Eucaristía, pero también Ella contribuyó, con su sangre y sus nutrientes maternos, a “elaborar” el Pan de Vida eterna. Es por esto que, en una custodia antigua con la figura de Nuestra Señora llevando la Eucaristía sobre el pecho, se encuentran grabadas estas palabras: “Oh cristiano, que lleno de fe vienes a recibir el Pan de Vida, cómelo dignamente y recuerda que ha sido amasado con la sangre purísima de María”[1].

          Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio. 

Meditación.

          Un autor pone en labios de la Virgen las palabras del profeta: “Venid y comed de mi pan, bebed del vino que he mezclado” (Pr 9, 5). Esto, porque el Cuerpo y la Sangre del embrión Jesús se formaron y crecieron en el seno virginal de María, gracias a los nutrientes maternos que Ella le proporcionó. Por eso, así como se dice que un hijo lleva la sangre de la madre, así Jesús, el Hombre-Dios, lleva consigo la sangre de su Madre, María Santísima.

          Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

          Como lo recuerda un autor, también los santos nos dicen que la Virgen es la que “confeccionó” el Pan de Vida eterna, Cristo Jesús, al no solo llevarlo en su seno virginal, sino también al alimentarlo con sus nutrientes maternos: “San Maximiliano María Kolbe quería expresar el contenido del pasaje inspirado cuando proyectaba que todos los altares del Santísimo Sacramento estuvieran terminados en su cima con una imagen de la Inmaculada con los brazos abiertos hacia adelante, invitando a todos a que se acercaran a comer el Pan hecho por Ella misma”[2].

          Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 



[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Testimonio de Autores Católicos Escogidos, Madrid 2006, 157.

[2] Cfr. Manelli, ibidem, 157.

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