viernes, 22 de enero de 2021

Hora Santa en reparación por ultraje contra la Santa Cruz en España 210121

 

Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el indecible ultraje sufrido por la Santa Cruz en España: fue retirada por el ayuntamiento de una localidad y luego arrojada impiadosamente a un depósito de residuos. Para mayores datos, consultar el siguiente enlace:

https://www.facebook.com/photo/?fbid=878720536283882&set=pcb.450456306095285

Canto inicial: “Cantemos al Amor de los amores”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

          Cuando el Ángel Gabriel le anunció a María Santísima que había sido elegida para convertirse en la Madre de Dios, la Virgen Purísima dio su “Sí” a la Divina Voluntad, dando inicio, con la Encarnación del Verbo, tanto al plan de salvación de la humanidad, como al punto de encuentro de cada alma con Dios Uno y Trino. En efecto, desde la Encarnación, la Virgen Santísima es Aquella que nos conduce a la unión perfectísima con su Hijo, Cristo Dios y a través de Él, con la Santísima Trinidad. Por haber dado su “Sí” al Divino Plan de redención, para que el Verbo se encarnara en su seno virginal y se convirtiera en Pan de Vida eterna, es que la Virgen es llamada “Nuestra Señora de la Eucaristía”.

          Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

          Nuestra unión con Cristo se da a través de la Virgen, porque es Ella quien nos lo dona, al engendrarlo por obra del Espíritu Santo y luego darlo a la luz en Belén, Casa de Pan, como Pan de Vida eterna. Así, la Virgen se convierte para nosotros en el camino más sencillo, perfecto, humilde y pleno del Divino Amor, para la unión con Jesús Eucaristía.

          Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

          Pero también es cierto el camino inverso: así como por la Virgen nos unimos a Jesús Eucaristía, así mismo, por Jesús Eucaristía, nos unimos moral y espiritualmente a la Virgen, por medio de la Sagrada Comunión Eucarística. En efecto, según afirma un autor, “Con Jesús Hostia ingresa también la Virgen en nuestras almas, haciéndose toda una -en un sentido místico y sobrenatural- con cada uno de nosotros sus hijos, derramando su amor maternal sobre nuestras almas y sobre nuestros cuerpos; por eso dice San Hilario de Poitiers: “La mayor alegría que podemos dar nosotros a María es la de llevar a Jesús Eucaristía en nuestro pecho”[1].

          Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio. 

Meditación.

          Es verdadero el dicho que dice, refiriéndose a la Virgen y a Jesús: “Donde está la Madre, está el Hijo y donde está el Hijo, está la Madre”. Esto se ve desde el momento mismo de la Encarnación y se hace visible y manifiesto en el Nacimiento del Niño Dios en Belén y esto mismo se repite, misteriosa e invisiblemente, en el Nuevo Belén, que es el altar eucarístico. Afirma un autor: “Cuando vemos a Jesús en el altar, siempre encontramos, como los Reyes Magos en Belén, a Jesús “con su Madre María” (Mt 2, 11); y Jesús Hostia, en el altar de nuestro cuerpo, puede repetir a cada uno de nosotros, como a San Juan en el altar del Calvario: “Ahí tienes a tu Madre” (Jn 19, 27)[2].

          Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

          También los santos nos enseñan que la Virgen se une espiritualmente a nosotros en cada comunión eucarística: según San Agustín, “María Santísima se hace nuestra y se une a cada uno de nosotros en la Sagrada Comunión: “El Verbo es alimento de los Ángeles. Los hombres no tienen fuerza para alimentarse, a pesar de la necesidad que tienen de hacerlo. Sucede que encuentran una madre que come de este Pan supersubstancial y lo transforma en leche para alimentar a sus pobres hijos. Y aquí está María: Ella se alimenta del Verbo y lo transforma en la Santísima Humanidad, lo transforma en Cuerpo y Sangre, en esta leche dulcísima que se llama Eucaristía”[3].

          Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al Cielo iré y la contemplaré”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 

         



[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Testimonio de Autores Católicos Elegidos, Madrid 2006, 154.

[2] Cfr. ibidem, 155.

[3] Cfr. ibidem, 155.

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