martes, 26 de enero de 2021

Hora Santa en reparación por masacre de cristianos en Etiopía 240121

 


Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el ultraje cometido contra Nuestro Señor Jesucristo, al perseguir y asesinar a quienes creen en Él y profesan la religión católica. Para mayores datos, consultar el siguiente enlace:

https://it.insideover.com/politica/la-polonia-difende-i-cristiani-detiopia.html?fbclid=IwAR0xvmBRn8AU6qw5iyYJ8roQCNKRlYA3HzQGFGBe-4LIX1_V3RN4nEFDxQE

Canto inicial: “Cristianos, venid, cristianos, llegad”.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

          Desde el día mismo de su institución, la Sagrada Noche del Jueves Santo, la Santa Eucaristía ha sido y es continuamente ofendida, ultrajada, profanada, despreciada, olvidada, descuidada, olvidada, menospreciada. En la Última Cena se produjo la primera profanación, con la traición de Judas Iscariote, quien la ultrajó del modo más horrible que pueda pensarse, al entregar por treinta monedas de plata a la Eucaristía en Persona, Cristo Dios. Por esta razón, es necesaria la reparación eucarística y uno de los medios principales, es la Adoración Eucarística y también el Santo Rosario, mejor si meditado.

          Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

          Que sea necesaria la reparación eucarística frente a los ultrajes que sufre día a día a lo largo y ancho del planeta, lo dice el mismo Cielo: en las Apariciones de la Virgen en Fátima, el Ángel Custodio de Portugal les enseña a los Pastorcitos dos oraciones, una dirigida a la Santísima Trinidad y otra a Dios Uno y Trino, en las que se repara por esos y ultrajes y se ofrece amor, adoración y fe, precisamente por quienes, al no tener amor, ni hacer adoración ni tener fe, profanan la Eucaristía de innumerables maneras.

           Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

          Además del Ángel Custodio de Portugal, es la Santísima Virgen en persona quien pide reparación ante los ultrajes sufridos por su Hijo Presente en la Eucaristía: como afirma un autor, “en Fátima, además del Rosario, la Virgen pidió sobre todo la Comunión reparadora por todas las ofensas y ultrajes que sufren, tanto la Eucaristía, como su Inmaculado Corazón”[1]. Para dar contento a la Virgen Santísima ofrezcamos, entones, en reparación y desagravio, Misas, Comuniones, Rosarios, jaculatorias, coronillas, ayunos, sacrificios. Y esto, no un día ni dos, sino todos los días, todo el día.

          Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio. 

Meditación.

          También los santos nos piden la reparación frente a los ultrajes que sufre la Santísima Eucaristía. Según sus memorias, Sor Lucía de Fátima “recomienda a toda la Iglesia que escuche el lamento doloroso de Jesús mismo, quien le mostró el Corazón de la Inmaculada, diciéndole: “Ten compasión del Corazón de tu Madre Santísima, envuelto en las espinas que le clavan los hombres ingratos: no hay quien haga actos de reparación para arrancárselas”. Procuremos nosotros, con nuestros actos de reparación, en primer lugar, no agregar más espinas al Inmaculado Corazón, evitando el pecado y, además, procuremos aliviar el dolor del Corazón de la Madre Santísima, con actos de amor, de fe, de adoración y de reparación.

          Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

          Si el Cielo, los Ángeles y la Virgen, nos piden reparación por las ofensas contra la Eucaristía, el primero en hacerlo es Nuestro Señor Jesucristo en Persona. Como afirma un autor, “el mismo Jesús está buscando corazones amantes que quieran consolar a Nuestra Señora”[2], colmada por dolores sin fin, no solo por ver a sus hijos alejados del Camino de la Salvación, el Camino Real de la Cruz, sino porque muchos, muchísimos hijos de Ella, además de alejarse de su Hijo Jesús, profanan su Presencia Eucarística de innumerables maneras.

          Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 



[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Testimonio de Autores Católicos Escogidos, Madrid 2006, 156.

[2] 156.

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