Inicio:
ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación
por el ultraje cometido contra Nuestro Señor Jesucristo, al perseguir y
asesinar a quienes creen en Él y profesan la religión católica. Para mayores
datos, consultar el siguiente enlace:
Canto inicial: “Cristianos, venid, cristianos, llegad”.
Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo.
Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio
(Misterios a elección).
Meditación.
Desde el día mismo de su institución, la Sagrada Noche del
Jueves Santo, la Santa Eucaristía ha sido y es continuamente ofendida,
ultrajada, profanada, despreciada, olvidada, descuidada, olvidada, menospreciada.
En la Última Cena se produjo la primera profanación, con la traición de Judas
Iscariote, quien la ultrajó del modo más horrible que pueda pensarse, al
entregar por treinta monedas de plata a la Eucaristía en Persona, Cristo Dios. Por
esta razón, es necesaria la reparación eucarística y uno de los medios
principales, es la Adoración Eucarística y también el Santo Rosario, mejor si meditado.
Un
Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Segundo
Misterio.
Meditación.
Que sea necesaria la reparación eucarística frente a los
ultrajes que sufre día a día a lo largo y ancho del planeta, lo dice el mismo Cielo:
en las Apariciones de la Virgen en Fátima, el Ángel Custodio de Portugal les
enseña a los Pastorcitos dos oraciones, una dirigida a la Santísima Trinidad y
otra a Dios Uno y Trino, en las que se repara por esos y ultrajes y se ofrece
amor, adoración y fe, precisamente por quienes, al no tener amor, ni hacer adoración
ni tener fe, profanan la Eucaristía de innumerables maneras.
Un
Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Tercer
Misterio.
Meditación.
Además del Ángel Custodio de Portugal, es la Santísima
Virgen en persona quien pide reparación ante los ultrajes sufridos por su Hijo
Presente en la Eucaristía: como afirma un autor, “en Fátima, además del
Rosario, la Virgen pidió sobre todo la Comunión reparadora por todas las
ofensas y ultrajes que sufren, tanto la Eucaristía, como su Inmaculado Corazón”[1]. Para dar contento a la
Virgen Santísima ofrezcamos, entones, en reparación y desagravio, Misas,
Comuniones, Rosarios, jaculatorias, coronillas, ayunos, sacrificios. Y esto, no
un día ni dos, sino todos los días, todo el día.
Un
Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Cuarto
Misterio.
Meditación.
También los santos nos piden la reparación frente a los
ultrajes que sufre la Santísima Eucaristía. Según sus memorias, Sor Lucía de
Fátima “recomienda a toda la Iglesia que escuche el lamento doloroso de Jesús
mismo, quien le mostró el Corazón de la Inmaculada, diciéndole: “Ten compasión
del Corazón de tu Madre Santísima, envuelto en las espinas que le clavan los
hombres ingratos: no hay quien haga actos de reparación para arrancárselas”. Procuremos
nosotros, con nuestros actos de reparación, en primer lugar, no agregar más
espinas al Inmaculado Corazón, evitando el pecado y, además, procuremos aliviar
el dolor del Corazón de la Madre Santísima, con actos de amor, de fe, de adoración
y de reparación.
Un
Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Quinto
Misterio.
Meditación.
Si el Cielo, los Ángeles y la Virgen, nos piden reparación
por las ofensas contra la Eucaristía, el primero en hacerlo es Nuestro Señor
Jesucristo en Persona. Como afirma un autor, “el mismo Jesús está buscando
corazones amantes que quieran consolar a Nuestra Señora”[2], colmada por dolores sin
fin, no solo por ver a sus hijos alejados del Camino de la Salvación, el Camino
Real de la Cruz, sino porque muchos, muchísimos hijos de Ella, además de
alejarse de su Hijo Jesús, profanan su Presencia Eucarística de innumerables
maneras.
Oración
final: “Dios
mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen,
ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.
Un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria, pidiendo
por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.
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