Inicio:
ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación
por las blasfemias proferidas contra Nuestro Señor Jesucristo por parte del Padre
Spadaro, S. J. Para quien no se haya enterado, estos son los temerarios
calificativos que el mencionado sacerdote profirió contra el Rey de reyes y
Señor de señores: “indiferente al sufrimiento; irritable e insensible; inescrutablemente
duro; teólogo inmisericorde; burlón e irrespetuoso hacia la pobre madre; con
una caída en el tono, el estilo y la humanidad; cegado por el nacionalismo y el
rigorismo teológico; rígido, confuso y por convertir; enfermo y aprisionado por
la rigidez y los elementos teológicos, políticos y culturales dominantes de su
época; alabador de la fe pagana”.
Canto
de entrada: “¡Oh, Buen Jesús, yo creo firmemente!”.
Inicio
del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).
Meditación.
Al P. Spadaro le decimos, desde el llano, desde nuestra
humilde posición, que le atribuimos a él, al P. Spadaro, todas las blasfemias que
él le dice a Nuestro Señor Jesucristo y por otra parte, le decimos a él que es
un descarado, un sirvengüenza, un oportunista, y esto como mínimo y no nos extendemos
más, pero esto es solo el comienzo de lo que le diríamos al mencionado
sacerdote si estuviéramos cara a cara. No vamos a permitir que herejes como el
P. Spadaro, amparándose en no sé qué “escudo”, se permita hablar tan
ligeramente del Hombre-Dios Jesucristo. Y se lo recordamos: “De Dios NADIE se
burla”.
Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Segundo
Misterio.
Meditación.
Nuestro Señor Jesucristo, a San Cuadrato, le dijo: “Ten lo
que tienes”, refiriéndose a la gracia santificante. La razón por la que Nuestro
Señor le dijo a este santo “ten lo que tienes”, la da el mismo Señor acto seguido:
para “que no se lleve otro tu corona”. Esto significa que, si el alma no quiere
conservar la gracia, no le faltarán a Dios quien sí ame y desee y conserve la
gracia santificante y a quienes Dios Nuestro Señor les dará dicha gracia a
quien desee conservarla[1].
Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Tercer
Misterio.
Meditación.
Dios Nuestro Señor no nos da su gracia para que estemos
ociosos, sino para que la logremos y obremos con ella, y la doblemos y multipliquemos.
Bien sabe un rey, cuando un ministro suyo no satisface a su oficio, privarle de
él y poner otro en su lugar y un discreto padre de familias, cuando un criado
no da buena cuenta de lo que se la ha encomendado, lo despide de su casa y recibe
otro más diligente.
Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Cuarto
Misterio.
Meditación.
No
es Dios menos cuidadoso y prudente dispensador. Si no empleas la gracia y no
procuras la gloria para la cual te eligió, llamará a otro, que en vez tuya le
sirva y se salve y a ti te dé con la puerta en los ojos y todo lo que a ti te
lo concedió te lo quitará por tu flojedad y se lo dará a otro que sea más
pronto en su servicio. Santo Tomás enseña: “Que no permite Dios que caigan
algunos, sin que levante otros en su lugar”. Ricardo Victorino dice: “Como Dios
tiene determinado el número de los suyos, cuando uno cae en culpa, otro se
sustituye por él. En lugar de los ángeles que cayeron, sustituyó los hombres. En
lugar del pueblo hebreo, que no conoció a su Redentor, escogió al pueblo gentil.
En vez de Saúl, eligió a David. Por un apóstol que cayó, levantó a un ladrón. Cuando
se perdió Pelagio, hizo santo a Agustino. La pérdida de Rufino, se reparó en
Jerónimo. En lugar de uno de los cuarenta mártires que faltó a la gracia y a la
confesión de la fe, puso luego en su lugar uno de los guardas. Faltó en el
martirio Sapricio y Nicéforo murió luego por Cristo[2]. Por eso es que Nuestro
Señor nos dice, igual que a San Cuadrato: “Ten lo que tienes, que no se lleve
otro tu corona”.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Quinto
Misterio.
Meditación.
Aquel
siervo que recibió el talento y no lo empleó, fue privado de él, y lo que
tenía, se lo dieron al que tuvo mayor diligencia. Aprovéchate del favor que
Dios te ha hecho, de haber puesto primero en ti sus divinos ojos, de haberte
escogido para su gracia antes que a otros, pero si no eres solícito, otros
muchos le quedan a quien dársela y puedes temer no sean los últimos llamados a
la gracia los primeros en la gloria y los primeros vengan a ser los últimos. Tengamos,
pues, lo que tenemos, porque no reciba otro nuestra corona.
Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo.
Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los
Ángeles”.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo
por las intenciones del Santo Padre.
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