Inicio:
ofrecemos esta Hora Santa en reparación por el ultraje blasfemo cometido contra
los Sagrados Corazones de Jesús y María. Para mayores detalles, consultar el
siguiente enlace:
https://www.youtube.com/watch?v=ZSdzi5DA0m4
Canto
de entrada: “¡Oh, Buen Jesús, yo creo firmemente!”.
Inicio
del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).
Meditación.
Si
el alma encuentra que tiene las señales que indican que está en estado de
gracia, esto debe ser solamente al fin de obrar mejor y seguir por el camino de
la santidad, el Via Crucis, sin hacer alarde de su estado de justicia, ya
que, si así lo hiciere, pierde por vanidad el estado de gracia en el que se
encuentra. Siempre debemos hacer lo que dice el Apóstol: “Con temor y temblor
obrad vuestra salvación” (Fil 2, 12). Y en otra parte dice: “Tú que
estás en fe, no quieras presumir altamente, pero teme” (Rm 11, 20)[1].
Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Segundo
Misterio.
Meditación.
La
causa de este temor es porque la certidumbre que se puede tener de estar en
gracia no es evidente y también porque no sabe uno lo que será más adelante; en
efecto, ¿qué sabe si perderá la gracia que tiene? Confiemos en Dios y
consolémonos; no presumamos, sino humillémonos. Escuchemos lo que nos dice San
Juan: “Mirad por vosotros mismos, no perdáis lo que habéis obrado” (2 Jn).
Un Padrenuestro, diez
Avemarías, un Gloria.
Tercer
Misterio.
Meditación.
San
Cuadrato, Obispo de Filadelfia, recibió una revelación de parte de Dios, por
medio de su Evangelista San Juan, diciéndole que estaba en gracia y prometió
fuera de eso que le había de guardar en la hora de la tentación; con todo eso
le encarga que “tenga lo que tiene”, esto es, que guarde su gracia: “Ten lo que
tienes”, dice el Señor, “para que nadie reciba tu corona”. Estas palabras son
muy dignas de considerar y de traerlas a la memoria: el que está en gracia,
téngala, no la pierda[2]. Es por eso que los santos
decían: “Prefiero morir, antes que cometer un pecado mortal o venial deliberado”.
Un Padrenuestro, diez
Avemarías, un Gloria.
Cuarto
Misterio.
Meditación.
Lo
primero que se debe considerar es que solo la gracia se puede “tener” y no lo
demás, porque solo es privilegio de este don, que el que le tiene él solo le
puede guardar sin dependencia de otro hombre nacido. Porque los demás bienes no
están solo en la mano de su poseedor tenerlos, pues el ladrón te los puede quitar,
aunque tú no lo quieras, o la desgracia los podrá acabar o la muerte te podrá
apartar a ti de ellos y así hacer que no los tengas, porque ni el conservarlos
a ellos ni tu vida misma está en tu mano. Solo la gracia es de tal condición,
que está en tu mano solamente tenerla y aunque te falte la vida, no te faltará
el no tenerla si tú no quieres[3].
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Quinto
Misterio.
Meditación.
No
hay nada más hermoso en esta vida terrena, que poseer la gracia santificante y
no hay mejor trabajo espiritual que el dedicarse a conservarla e incluso acrecentarla,
evitando el pecado, viviendo según la Ley de Dios y los Consejos Evangélicos de
Nuestro Señor Jesucristo. Esto lo dice así un autor: “Ten, pues, lo que tienes
y mira qué tienes con la gracia: tienes un ser divino; tienes ser más hermoso
que los cielos; tienes ser hijo del Altísimo; tienes ser amigo de Dios; tienes
la vida eterna; tienes los bienes necesarios para la vida temporal; tienes
verdadera hermosura; tienes al Espíritu Santo dentro de ti; tienes más que el
mundo y tienes todo lo que se puede tener en este mundo”[4]; y nosotros podríamos
agregar que tener la gracia es lo mejor de todo, porque por la gracia, tienes
el corazón dispuesto como un trono, para recibir al Rey del Reino de los cielos,
Cristo Jesús.
Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo.
Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los
Ángeles”.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo
por las intenciones del Santo Padre.
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