Inicio:
ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación
por la profanación eucarística ocurrida en el templo de Corpus Christi en
Misiones, Argentina. Para mayores datos acerca de este horrible sacrilegio,
consultar el siguiente enlace:
https://aica.org/noticia-posadas-profanaron-el-templo-de-corpus-christi
Canto inicial: “Cantemos al Amor de los amores”.
Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo.
Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio
(Misterios a elección).
Meditación.
Nuestra
Señora de Fátima, en las apariciones en Portugal, pidió que se rezara el Santo Rosario
en reparación por los ultrajes que recibe el Sagrado Corazón Eucarístico de su
Hijo todos los días, además de su Inmaculado Corazón. Las ofensas y ultrajes a
la Sagrada Eucaristía provocan un gran dolor a los Sagrados Corazones de Jesús
y María, un dolor que es de orden moral, pero dolor al fin y al cabo y es por
eso que debemos rezar el Santo Rosario en reparación por estos ultrajes.
Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Segundo
Misterio.
Meditación.
La
Santísima Virgen, en Fátima, le dice a Sor Lucía que se compadezca del dolor
que sufre su Inmaculado Corazón, cada vez que es ultrajada la Sagrada Eucaristía.
La Virgen le dice así: “Ten compasión del Corazón de tu Madre Santísima envuelto
en las espinas que le clavan los hombres ingratos: no hay quien haga actos de
reparación para arrancárselas”[1]. Esto significa que los
pecados cometidos contra la Eucaristía se materializan en las espinas que
rodean al Inmaculado Corazón, provocándole dolores inenarrables.
Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Tercer
Misterio.
Meditación.
Además
de la Virgen, es el mismo Jesús en Persona quien busca corazones amantes que
quieran consolar a su Madre Santísima, la Virgen María, la Madre de Dios. Cada
uno de nosotros puede ser ese corazón amante que busca Jesús, sólo se necesita
pedir la gracia del Amor de Dios en el corazón, el Espíritu Santo, para que
nuestros corazones se conviertan en moradas en las que pueda recibir consuelo
la Virgen Santísima. Si hacemos esto, si pedimos el Amor de Dios, podremos
imitar a San Juan Evangelista, quien recibió a María Santísima “en su propia
casa” (Jn 19, 27).
Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Cuarto
Misterio.
Meditación.
Si
tenemos al Amor de Dios en nuestros corazones, éstos se convertirán en moradas
en las que la Virgen Santísima recibirá el amor, el cariño y el consuelo por
parte de sus hijos que la aman a Ella y a su Hijo Jesús, en reparación por
aquellas almas que, por uno u otro motivo, no creen, ni esperan, ni adoran, ni
aman, a Jesús Eucaristía, el Cordero de Dios, el Redentor del mundo. Seamos los
corazones amantes que busca Jesús y, con el Amor del Espíritu Santo, le digamos
a Jesús, por intermedio de la Virgen María: “Jesús Eucaristía, yo creo, espero,
te adoro y te amo en tu Presencia Eucarística. Te pido perdón por los que no
creen, ni esperan, ni te adoran ni te aman”.
Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Quinto
Misterio.
Meditación.
Ahora
bien, si queremos hacer actos de amor y reparación a Jesús Eucaristía, debemos,
precisamente, recibir a Jesús Sacramentado, pues Él, una vez en nuestros
corazones, nos infundirá el Espíritu Santo y así, unidos al Inmaculado Corazón
de María, podremos hacer actos de amor, de adoración y de reparación, pidiendo
perdón por nuestras propias faltas contra la Eucaristía -indiferencia,
frialdad, falta de interés, etc.- que hayamos cometido por nuestra humana debilidad
y también por todos aquellos que ofenden a los Sagrados Corazones de Jesús y
María.
Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo.
Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo
por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.
[1] Cfr. Estéfano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico,
Testimonio de Autores Católicos Escogidos, Madrid 2006, 156.
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