Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el
rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el ultraje público sufrido
por Nuestro Señor Jesucristo en el transcurso de la marcha por el orgullo
homosexual desarrollado en Italia. Para mayores datos, consultar el siguiente
enlace:
https://www.facebook.com/gesutiamiamo/photos/pcb.4203151113077531/4203150946410881/
Canto inicial: “Cristianos venid, cristianos llegad”.
Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo.
Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio
(Misterios a elección).
Meditación.
Dios
es Infinita Misericordia, pero también es Infinita Justicia y nada escapa a su
divina mirada, hasta nuestros pecados más ocultos, están ante Él y su Justicia
como ante un límpido espejo. Por ese motivo, el pecador debe cuidar de vivir en
gracia, porque así el alma, que está ante su mirada en todo momento, está en
paz con Dios, porque por la Sangre de Jesucristo ha sido reconciliada con el
Padre.
Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Segundo
Misterio.
Meditación.
Dios
todo lo sabe, incluso hasta nuestros pensamientos que todavía no hemos pensado;
es decir, sabe a la perfección cuáles serán nuestros pensamientos hasta el día
de nuestra muerte, aun cuando no se los manifestemos ni a los hombres ni a los
ángeles. Por esto dice la Escritura: “Los ojos del Señor son más lucientes que el
sol, mirando por todos lados todos los caminos de los hombres, penetrando lo
profundo del abismo y los corazones de los hombres” (Ecli 23).
Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Tercer
Misterio.
Meditación.
Al
ser tan perspicaces, los ojos divinos “escudriñan Jerusalén” (1, 12), con lo
cual debemos entender a “Jerusalén” por “alma del bautizado” y es así como Dios
escudriña, con su divina mirada, hasta las profundidades más recónditas de
nuestro ser, de nuestra alma, de nuestra conciencia, llegando incluso mucho más
profundo en el conocimiento nuestro que nosotros mismos[1].
Porque Dios escudriña a “Jerusalén”, es decir, a las almas santas, a las almas
en gracia, encontrando incluso en las obras buenas algo para condenar –como el
amor propio, por ejemplo-, es que San Bernardo exclamó: “¿Qué puede haber
seguro en Babilonia, si en Jerusalén se hace tal escrutinio? Para temer es
cuando se viniere a esto, que con tan menuda inquisición nos parezcan ser
culpas muchas de nuestras justicias”[2].
Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Cuarto
Misterio.
Meditación.
Acerca
de la Justicia de Dios, no debemos caer en falsas y erróneas creencias,
pensando que, porque es misericordioso, pasará por alto la impenitencia. Es verdad
que Dios perdona todo pecado, pero hay un pecado que no perdona, como dicen los
santos, y es aquel que no se confiesa. La Justicia de Dios es sobrepasada por
la Misericordia Divina cuando el pecador se arrepiente de sus pecados y hace el
propósito de no volver a caer, evitando las ocasiones de pecado, pero la
Justicia no se detiene ante el pecado que, siendo reconocido, no se confiesa,
porque el pecador no se arrepiente del pecado cometido.
Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.
Quinto
Misterio.
Meditación.
Afirma
un autor que, cuando se habla de la Justicia Divina, “no debemos engañarnos,
porque no es menos su Justicia que su Misericordia”[3].
Hay que considerar que si deja de castigar algunos pecados nuestros, es porque
Cristo, el Hombre-Dios, satisfizo por ellos con su Santo Sacrificio de la Cruz,
aplacando la Ira Divina con su Sangre Preciosísima, con su Pasión y con su
Muerte. Es para temblar que, habiendo Jesucristo satisfecho cumplida y
sobradísimamente por todos los pecados de todos los hombres de todos los
tiempos y aun de millones de mundos, si estos existieran, con todo esto deja
Dios y ha dejado de perdonar innumerables pecados, cuando el pecador no se
arrepiente de haberlos cometido. Por esto mismo, como dicen los santos, es
preferible “morir antes que pecar”, es decir, es preferible morir a la vida
terrena, pero con el alma en gracia, antes que seguir viviendo esta vida
terrena, con el alma en pecado mortal pues si alguien muere en estado de pecado
mortal, no es perdonado por la Justicia Divina, porque libremente eligió no ser
perdonado.
Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo.
Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”
(tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo
por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.
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