Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario
meditado en reparación por el trato irreverente dado a Jesús Eucaristía en Portugal.
Canto
de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.
Inicio
del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).
Meditación.
Además
de la luz sobrenatural, la alegría espiritual y la paz santa, los santos agregan
otros elementos para indicar si el alma está o no en gracia[1].
Así, San León dice: “El que desea saber si por ventura está en él Dios, de
quien se dice: “Admirable es Dios en sus santos”, escudriñe en el interior de
su corazón, con sincero examen y pregúntese con qué humildad resiste a la soberbia,
con qué benevolencia contradice a la envidia; cómo no se deja halagar por los
aduladores (…) y además vea si está en su corazón la madre de todas las
virtudes que es la caridad y vea si desea para sí lo que desea para sus
enemigos; quien fuera de esta manera, no dude que habita en él Dios y le rige”.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Segundo
Misterio.
Meditación.
San
Bernardo, a su vez, dice: “Así como conocemos la vida del cuerpo por su
movimiento, así también la vida de la fe se conoce por las obras buenas. La vida
del cuerpo es el alma, por la cual se mueve y siente; la vida de la fe es la caridad,
porque obra por ella: “La fe obra por el amor” (Gál 2). De esta manera,
al enfriarse la caridad, muere la fe, así como muere el cuerpo cuando se aparta
del alma. Si ves un hombre que obra obras buenas y es alegre en el fervor de la
vida, no dudes que en él la fe está viva”.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Tercer
Misterio.
Meditación.
En otro
sermón, el mismo santo dice: “Que haya venido sobre uno nuevo espíritu, lo
testifica certísimamente el nuevo modo de vida y porque lo diga brevemente,
tener testimonio de la sangre y agua y espíritu, como dice San Juan, es si te
contienes de pecar y si haces frutos dignos de penitencia, si haces obras de
vida”. De manera que el no pecar, el hacer penitencia, el obrar siempre
virtuosamente, da San Bernardo por señales que está en uno el Espíritu Santo y
su gracia.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Cuarto
Misterio.
Meditación.
San
Gregorio dice: “El alma que se llena del Espíritu Santo, tiene sus señales muy
evidentes, conviene a saber: las virtudes y la humildad, las cuales son dos
cosas que, si concurren en un alma, es cosa clara que trae consigo testimonio
de la presencia del Espíritu Santo.
Un
Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.
Quinto
Misterio.
Meditación.
A su
vez, San Crisóstomo dice: “Esta señal hay que tenemos a Cristo y que el Espíritu
Santo está en nosotros, cuando nuestros cuerpos están de manera que no se
diferencian de aquellos cuerpos que están cerrados en los sepulcros”. Este santo
da la perfecta mortificación por señal de la gracia de Dios, cuando uno está
tan muerto a las cosas del mundo y al sentido y apetitos de la carne, como los
mismos difuntos, teniéndole sin vida mundana la sepultura de la mortificación y
vida cristiana que debemos vivir después del Bautismo o del Sacramento de la
Penitencia.
Oración
final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido
perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres
veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo
os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor
Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los
ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente
ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del
Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén”.
Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los
Ángeles”.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo
por las intenciones del Santo Padre.
[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina
Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 576.
No hay comentarios:
Publicar un comentario