martes, 8 de agosto de 2023

Hora Santa en reparación por blasfemias contra Jesús y María Santísima a través de la línea de productos infantiles Barbie 011122

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la inadmisible burla sacrílega que la marca de juguetes infantiles conocida como “Barbie” ha cometido contra Nuestro Señor Jesucristo y contra la Madre de Dios, María Santísima. Para mayores detalles acerca de este reprochable acto sacrílego, consultar el siguiente enlace:

https://www.candelaestereo.com/curiosidades/polemica-por-la-barbie-virgen-y-el-ken-cristo/

Canto de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

Uno de los más grandes bienes espirituales que puede poseer un alma en esta vida terrena es el estar en estado de gracia santificante. Esto es así porque los bienes verdaderos son, antes que los materiales, los espirituales, y dentro de estos, obviamente se encuentran en primer lugar aquellos que provienen de la bondad divina trinitaria. En la gracia santificante, concedida por los sacramentos, se encuentran los bienes espirituales necesarios para una vida cristiana, siendo la gracia en sí misma un inmenso bien, aunque también se encuentran bienes temporales, que suelen darse con la gracia santificante[1].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Ahora bien, según algunos afamados doctores de la Iglesia, como Alejandro de Alés, hay tres señales que indican que un alma está en estado de gracia santificante y estas señales se manifiestan cuando se dice: la primera es: “Señalada está sobre nosotros la luz de tu rostro”; la segunda cuando dice: “Le diste alegría a mi corazón”; la tercera, cuando dice: “En paz dormiré y descansaré”.

 Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

El sabio doctor colige de esto que la luz superior de desengaños, la alegría espiritual de la buena conciencia y la paz verdadera del alma, son señales de que está uno en gracia. Estas tres cosas corresponden a tres particulares facultades del alma, que son perfeccionadas y ordenadas por la gracia: la luz -la luz eterna trinitaria participada por la gracia- a la parte racional o luz del intelecto; la alegría -la Alegría Increada que es Dios, de cuya alegría se hace partícipe el alma por la gracia-, frente a la alegría que se origina en motivos naturales; finalmente, la paz -la paz de Dios, que es la paz de Cristo-, frente a la pasión de la irascibilidad[2].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Esto quiere decir que una señal de que se está en gracia es cuando no tiene conciencia de pecado mortal que se haya dejado de confesar; a la vez están la razón y la verdad iluminadas por la luz de la fe, que así no se deja engañar por los sentidos ni por lo temporal, y considera caduco todo bien terreno, conociéndose en su vileza y despreciándose como se merece.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Otra señal de estar en gracia para el alma es cuando se alegra sólo en Dios y en Él tiene puesto su deseo y gusto, además de tener en todas las cosas pureza de intención, deseando y buscando únicamente la gloria de Dios; finalmente, cuando tiene paz en las adversidades, no se enoja contra los que lo agravian, no aborrece sino al pecado y por encima de todo esto, tiene la resolución firmísima de padecer todos los males posibles -desea morir antes de cometer un pecado mortal o venial deliberado- antes que cometer una culpa; es entonces cuando se puede tener alguna certidumbre de que tal alma está en gracia[3].

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre.

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 574.

[2] Cfr. Nierembeg, ibidem, 574.

[3] Cfr. Nierembeg, ibidem, 575.

No hay comentarios:

Publicar un comentario