viernes, 30 de septiembre de 2022

Hora Santa en reparación por sacrilegio cometido por una mujer en la Santa Misa al recitar indebidamente la Plegaria Eucarística en Puerto Rico 050822

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el sacrilegio cometido por un sacerdote en la celebración de la Santa Misa, al permitir “concelebrar”, inválida y sacrílegamente, a una mujer, en Puerto Rico. Para mayor información, consultar el siguiente enlace:

https://www.aciprensa.com/noticias/alertan-que-sacerdote-habria-cometido-sacrilegio-durante-misa-en-puerto-rico-35335

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (Misterios a elección).

Meditación.

Cuando el alma se encuentra en estado de gracia, adquiere facultades sobrenaturales, puesto que participa de la vida misma de la Trinidad. Dentro de estas facultades sobrenaturales, están la caridad, que es la participación en el Amor Increado, en el Amor de Dios, que es el Espíritu Santo y así el alma ama no con su amor creatural, el amor humano, sino con el Amor Divino, con el Amor con el cual el Padre ama al Hijo y el Hijo al Padre, el Espíritu Santo[1].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Otra de las facultades sobrenaturales que el alma adquiere por el estado de gracia, es la iluminación de la inteligencia, lo cual le proporciona un conocimiento sobrenatural de las verdades de fe, conocimiento que es imposible de alcanzar si no es por la participación a la sabiduría divina y es esto lo que nos advierte el profeta Abacuc, cuando nos dice que: “El justo vive por la fe” (2, 4)[2].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

El que ha recibido la gracia y por lo tanto la participación en el Amor y en la Sabiduría divina, no debe guiarse por sentimientos, razonamientos o respetos humanos, puesto que debe comportarse, en su conocer y en su amar y en su obrar, como lo que es, hijo adoptivo de Dios Uno y Trino. Un alma así no puede jamás guiarse por el error, sino por la Verdad; no puede guiarse por las tinieblas, sino por la divina luz de la gracia de Jesucristo. Quien ha alcanzado la gracia, debe perseverar en ella, ha de vivir por la santa fe católica y debe sustentarse de esta fe como de un manjar exquisito que viene del Cielo[3].

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Cuarto Misterio. 

Meditación.

En la Escritura se afirma que el justo se alimenta con el nutriente donado por las manos mismas del Señor: “El Señor le sustentó con pan de vida y entendimiento” (Ecl 15, 3). La fe es “pan”, que es manjar universal y hace de guía para todo lo que debamos vivir en esta vida terrena, guiándonos por las leyes del Evangelio y no por la sabiduría humana[4]. Y este “pan” es “de vida”, porque sólo con sus reglas viviremos la vida que verdaderamente debe ser vivida, la vida de los hijos de Dios, la vida de los hijos de la Luz Eterna que es la Trinidad.

Un Padre Nuestro, Diez Ave Marías, Un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

La Sabiduría Eterna, que es Jesucristo, no nos puede convidar con pan de ignorancia, o de error, o de herejía, sino con pan de entendimiento y de luz divina. Para esto edificó su Iglesia, instituyó en ella los siete sacramentos, ofreció sacrificio de Sí mismo y nos invitó a su mesa, la mesa de su doctrina, con el pan y el vino de la fe[5].

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.

 

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 547.

[2] Cfr. ibidem, 547.

[3] Cfr. ibidem, 547.

[4] Cfr. ibidem, 547.

[5] Cfr. ibidem, 548.

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