Inicio: Recientemente, el Santo Padre Francisco ha expresado, con mucha firmeza, un deseo de su corazón: que aquellos cristianos que se encuentran en el poder, por vanidad y no por deseos de servir al Pueblo de Dios, se alejen del poder. Debido a que esto que pide el Santo Padre se aplica tanto al ámbito de la Iglesia como en el de la sociedad civil, ofrecemos esta Hora Santa en reparación por aquellos que, sea en el ámbito civil que eclesiástico, ambicionan el poder pero no para servir a los demás, sino para servirse de los demás. Pedimos la asistencia de María Santísima y de nuestros ángeles custodios, para que la oración de adoración y reparación sea llevada, desde el Corazón Inmaculado de María, al Sacratísimo Corazón de Jesús.
Canto de entrada: “Sagrado Corazón, eterna alianza”.
Oración inicial: "Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman" (tres veces).
Meditación
Jesús, Tú que padeciste las injusticias del poder religioso cuando el tribunal sacerdotal, llevado por las calumnias, las mentiras y las infamias de todo tipo, decidió condenarte luego de un juicio inicuo; ten piedad y apiádate por todos aquellos hermanos nuestros que, valiéndose de la religión y de tu Santo Nombre, condenan y oprimen a los inocentes. Te pedimos también por nosotros mismos cuando, usando nuestro título de “bautizados” o “católicos”, y actuando por lo tanto en tu Nombre y como hombres religiosos, provocamos escándalo en nuestros hermanos, debido a nuestra incapacidad para dar testimonio de tu santidad. Perdónanos, oh Buen Jesús, y ten compasión de nuestra debilidad. Amén.
Silencio para meditar.
Jesús, Tú que sufriste el peso del poder terreno, cuando Pilatos se lavó las manos y te dejó librado a la suerte de una turba enfurecida; Tú que soportaste en silencio la cobardía de un gobernador civil, que por no perder sus prebendas –las cuales, por otra parte, no habrían de durar mucho-, y aún reconociendo tu inocencia te condenó a muerte, Te pedimos que no tengas en cuenta los pecados de quienes, detentando el poder civil, usan de este para oprimir al pueblo al cual deben servir. Ten compasión de ellos y de nosotros, pues si estuviéramos en su lugar con toda seguridad obraríamos de igual manera, y concédenos el don de la Sabiduría, para poder hacer siempre lo que es de tu agrado. Amén.
Silencio para meditar.
Jesús, Tú que sufriste en silencio los ultrajes de un rey disoluto, Herodes, que tuvo la osadía de llamarte y vestirte como loco, cuando Tú eres la Sabiduría divina encarnada, el Conocimiento Perfectísimo del Padre encarnado en una naturaleza humana, la Inteligencia Suprema de Dios que todo lo sabe, todo lo ve, todo lo conoce, ten piedad de quienes, como Herodes, para conservar sus puestos de poder, no vacilan en calumniar a sus hermanos, desprestigiándolos y acusándolos de locura, sin darse cuenta que de esa manera continúan el ultraje hecho a Ti, Dios mío, Sabiduría infinita, que estás loco, sí, pero loco de Amor por los hombres, y tan loco estás, que no dudas en donar tu vida sacrosanta en la Cruz y en continuar ese don en cada Santa Misa, en cada Eucaristía, ofreciéndote a Ti mismo por la salvación de los hombres.
Silencio para meditar.
Jesús, Tú que sufriste la muerte atroz a causa del poder humano -poder concedido por Ti desde lo alto, como se lo dijiste a Pilatos-, pero ejercido en forma inicua e injusta, ten piedad de los gobernantes de la tierra que, cegados por el afán de poder y riqueza, no vacilan en desencadenar guerras o en implementar sistemas de gobierno impregnados de ideologías anti-humanas y anti-cristianas –como el comunismo marxista o el capitalismo liberal-, que lo único que hacen es hacer sufrir a los más débiles y necesitados. Apiádate de ellos y de nosotros, y concédenos la gracia de saber obrar siempre y en todo momento según tus designios de Amor, y no según nuestras pasiones desordenadas. Amén.
Silencio para meditar.
Jesús, Tú que con tu Pensamiento y tu Querer gobiernas el universo visible y el invisible, y de tal manera lo haces, que no se cae una hoja de un árbol sin que Tú lo permitas; ten piedad y apiádate de nuestros hermanos, que enceguecidos por el deseo de poder y de dinero, no vacilan en contrariar tus Mandamientos, según los cuales debemos amar a Dios y al prójimo, poniendo al ídolo del dinero y del poder en sus corazones y desplazándote por lo tanto a Ti. Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, ten piedad de nosotros y del mundo entero, y por los Dolores de tu y nuestra Amadísima Madre, concédenos la gracia de la conversión y la contrición del corazón. Amén.
Oración final: "Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman" (tres veces).
Canto Final: "El trece de mayo".
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