viernes, 6 de septiembre de 2024

Hora Santa en reparación por robo sacrílego de Hostias consagradas en Parroquia de San Pedro y San Pablo en Olivos Buenos Aires Argentina 240824

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el robo sacrílego de Hostias consagradas en la Parroquia de San Pedro y San Pablo de la localidad de Olivos en Buenos Aires, Argentina. Para mayores detalles acerca de este lamentable hecho, consultar el siguiente enlace:

https://www.facebook.com/photo?fbid=891634439661636&set=a.544766527681764

Canto de entrada: “Postrado a vuestros pies humildemente”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

En el Santo Sacrificio del Altar, la Santa Misa, repetimos, cada vez que la Santa Iglesia la celebra, la siguiente oración: “Te damos gracias (a Ti, oh Dios), por Tu inmensa gloria” y así podemos recorrer, sucesivamente, todos los artículos del Credo y todas las verdades infalibles enseñadas por la Iglesia, verdades todas que están, por así decirlo, impregnadas y atravesadas, todas, una a una, por la gloria infinita de Dios, porque no hay ni una sola de las verdades que se derivan del Ser divino trinitario que no estén plenificadas por la gloria infinita y eterna de Dios[1].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

En la Santa Misa, debemos remarca dos elementos que nos proporcionan un gran consuelo: el primero, que la Misa de la tierra no es más que una sola cosa con la Misa del cielo; el segundo, que la acción de gracias no es solamente una acción de gracias o una oración, sino un don substancial, hecho a Dios como devolución por su gran bondad: el don de un amor y de una víctima infinita en Jesucristo.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

En efecto, la entonación del canto del Gloria comienza por el canto de los Ángeles en la Noche de Navidad; en la tierra, es la paz que desciende sobre los hombres de buena voluntad: es la unión con Dios por medio de la Encarnación. En el Prefacio se hace más explícito: “Por Él (Jesucristo) los Ángeles alaban Tu Majestad, las Dominaciones la adoran, las Potencias la reverencia, los Serafines la celebran y nosotros nos unimos alegremente con ellos diciendo “Santo, Santo, Santo”. La Eucaristía entonces, como Acción de Gracias, es un signo del que hacemos parte junto al coro celestial. Nosotros celebramos con ellos, cantamos, alabamos, agradecemos y adoramos con ellos.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Pero el valor principal de la Acción de Gracias está en el Amor mismo de Cristo que se ofrece y que nosotros ofrecemos al Padre. Sabemos que este Sacrificio del Altar tiene el mismo Sacrificio de la Cruz, porque es el mismo Sacrificio de la Cruz, solo que renovado incruenta y sacramentalmente. Lo que ofrecemos de modo concreto al Padre, es el Corazón mismo de su Hijo muerto en la cruz, por obediencia a Él; este Corazón es un Corazón humano y es un Corazón verdadero, aun cuando la Persona a la que está unida este Corazón humano es una Persona divina, la Persona Segunda de la Trinidad, la Persona del Hijo de Dios, la Persona del Verbo de Dios. Precisamente, porque es un Corazón que está unido hipostáticamente a la Persona Segunda de la Trinidad, a la Persona del Verbo, el Corazón de Jesús, así como todo el cuerpo humano unido hipostáticamente al Verbo, posee la plenitud de gracias, plenitud tal que todas las gracias del Cuerpo Místico se derivan de él como de su fuente; está tan lleno del Santo Espíritu que es el Espíritu del Verbo Encarnado, desbordante de amor, de dones y de virtudes, que hacen que de Él surjan todos los santos, doctores, mártires, confesores, vírgenes, de la Iglesia de todos los tiempos.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

El Corazón del Verbo de Dios, unido hipostáticamente a la Persona Segunda de la Trinidad en el momento de la Encarnación, fue creado por la Trinidad en el seno purísimo de la Virgen Santísima para amar al Padre con el Amor del Espíritu Santo, es decir, divinamente y así ha amado al Padre, desde el primer latido, sin medida. En este Corazón el Padre ha encontrado todas las complacencias a causa del amor testimoniado en cada instante de su vida; y en su muerte ha manifestado el perdón eterno que nos dona como Hijo y como Víctima reparadora. Y es este Corazón el que el Padre nos lo ofrece a cada uno de nosotros en la Santa Misa, con su Cuerpo inmolado, para que cada uno de nosotros, a su vez, se lo donemos en acción de gracias, como único Don digno de su Majestad, de su santidad, de su justicia y de su misericordia.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al cielo iré, y la contemplaré”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre.

 

        

 

 

 



[1] Cfr. 44.