viernes, 2 de febrero de 2024

Hora Santa en reparación por representación de Cristo LGBT en Sevilla 270124


 


Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la representación de un Cristo resucitado con aspecto lejos de la piedad cristiana y afín a la ideología LGBT.

Canto de entrada: “Postrado a vuestros pies humildemente”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

         En la Sagrada Escritura se pueden encontrar señales de que está el alma predestinada a morir en gracia, es decir, a salvar su alma por la eternidad y a evitar por lo tanto la eterna condenación en el Infierno[1]. Una señal es la de tener una fe católica (la fe del Credo de los Apóstoles, la que reza la Iglesia los Domingos) viva, constante y verdadera y así se dice de Abraham, “que le fue imputado a justicia y santidad, por lo cual se salvó” y lo mismo de Noé.

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

         La fe se manifiesta como viva cuando se arde en deseos de que Cristo sea conocido, amado y adorado en el mundo entero, al tiempo de que se aborrezcan las herejías y de que se estime y respete el culto divino y la Sagrada Escritura y se aparten las gentes de todo lo mundano, lo pagano, lo oculto y esotérico, todo lo que ofende a Dios Nuestro Señor, además de que se lleven a cabo por doquier obras de misericordia corporales y espirituales. Cada uno debe examinarse en cómo le va en estas cosas y procurar esmerarse en ellas.

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

         Otra señal de predestinación a la vida eterna en el Reino de los cielos es la guarda constante y perfecta de los Mandamientos de la Ley de Dios (que comprenden los Consejos Evangélicos de Nuestro Señor Jesucristo, que son una ampliación y profundización de los Mandamientos), conservándose sin cometer pecado alguno grave y permaneciendo delante de Dios en verdad. El mismo Cristo dijo: “Si quieres entrar en la vida, guarda los Mandamientos” (Mt 19). Por esto fue oída la oración del rey Ezequías, cuando dijo: “Acordaos, oh Señor, cómo he andado delante de Vos en verdad” (Is 38).

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

         Una tercera señal es padecer tribulaciones, para lo cual dijo el Ángel a Tobías: “Porque eras acepto a Dios, fue necesario que la tentación te probase” (Tob 12). El mismo Salvador, que fue cabeza de los predestinados, dijo que “convino que padeciese para entrar de esta manera en su gloria” (Lc 21). Entonces, el padecer tribulaciones y aflicciones, es signo de ser receptor de la benevolencia divina en esta vida; por eso dice el Apóstol que “Dios azota a quien tiene por hijo” (Heb 12). Y el mismo Señor dice: “Yo reprendo a los que quiero bien” (Apoc 15).

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

         Dios cela mucho a los suyos porque los ama y así no les consiente pecar sin castigarlos luego: “Este Dios celador -dice Orígenes-, si desea y pretende que tu alma se llegue a Él, si te guarda de pecado, si te corrige, si te castiga, si se indigna contigo, si se aíra y está como abrasado de celos, conoce en estas cosas que tienes esperanza de tu salvación eterna”. San Ambrosio dice que como la vid atada se levanta y podada no se disminuye, antes bien se aumenta, así los cristianos, mientras son atados, suben y humillados, se ensalzan y heridos, son coronados. No reniegue el alma que sufre tribulaciones, puesto que señal es de bondadosa predestinación divina a la eterna salvación.

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al cielo iré y la contemplaré”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre.

 

 

        



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 590.

No hay comentarios:

Publicar un comentario